La manifestación religiosa se realiza en el barrio San Marcos, a partir de las 16:00.
Adam Pozen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, lanzó la semana pasada un libro que deberían leer todos quienes quieren o aspiran a hacer política industrial en un país. Se llama el Costo de la Nostalgia Americana. El libro analiza todos los problemas del nacionalismo comercial e industrial y cómo cortar la colaboración internacional y la difusión de tecnología termina matando más industrias que las que pretendía defender o, ayudar a crear. Aún peor, este nuevo proteccionismo está haciendo fenecer procesos espontáneos de industrialización y generación de empleo vía colaboración internacional que -está comprobado- sí funcionan e impide generar conocimiento y valor agregado. Es precisamente en la intersección de tecnología, creación de clusters y política exterior donde el Estado debe ser el catalizador del futuro, mejor dicho, del presente. Hay una diferencia muy grande entre políticas industriales de proteccionismo bobo y no hacer nada o matar posibilidades inc
Desde hace casi 20 años, la posibilidad de una izquierda de avanzada, realmente democrática y con posibilidades electorales reales ha sido una quimera en el Ecuador. Cuando pareció que esa quimera se hizo realidad y casi todos sus simpatizantes se subieron a esa camioneta en el 2006, los pocos sabios que se quedaron observando en la vereda sabían que no era de avanzada y muchos menos democrática. Tenía algunas taras del pasado, nuevas taras del presente pero sobre todo, tufo a gamonalismo stalinista.
El 20 de mayo de 2020, cuando la recesión y los recortes presupuestarios a las universidades movían a que cientos de jóvenes ecuatorianos salgan a protestar en las calles, con las consecuencias que eso podía tener para la propagación del covid-19, a mí se me ocurrió la mala idea de poner un tweet con el afán de llamar a la calma, diciendo que, hasta en Canadá -un país rico y sin problemas presupuestarios- hubo recortes presupuestarios en las universidades.Alguien llamado Andrés Araúz contestó enseguida diciendo que yo miento. No tenía el gusto de conocer a ese twittero, pero se me ocurrió contestar de buena fe: que si bien el gobierno canadiense extendió el seguro de desempleo a estudiantes universitarios en el verano y creó un fondo de investigación adicional sobre temas de covid-19, las universidades recortaron profesores, becas, personal. Lo vivía personalmente, no me lo habían contado. Pero esto no detuvo el ataque del personaje con notas de prensa sobre lo que yo mismo decía, pero
Este es un buen día para reflexionar sobre el nuevo escenario internacional que le espera al Ecuador en la próxima década. Cada vez es más claro que el enfrentamiento entre Estados Unidos y China no va a amainar con la administración Joe Biden y la competencia internacional entre las dos potencias se volverá mucho más agresiva en muchos frentes. Por un lado, Estados Unidos sigue enfocando el tema en términos de seguridad y eso quiere decir que la estrategia presentada por el Pentágono apenas hace un año, “Por un Indo-Pacífico Libre y Abierto” llegó para quedarse. Esta estrategia implica fortalecer India y Japón, y tener una posición defensiva en el Mar de China Oriental y en Taiwán, que pondrá en permanente tensión militar a los dos potencias y sus aliados esenciales en el continente. Sobra decir que esto unido a las restricciones comerciales contra empresas ancla de China, especialmente la de telefonía celular y la tecnología 5G allí producida representan la mayor amenaza de confronta
Debido a que se me ocurrió contestar una llamada telefónica distraída, terminé aceptando participar en el primer Comité Nacional de Debates que el Consejo Nacional Electoral eligió hace dos semanas, para cumplir con el Código de la Democracia. Cinco personas encargadas de apenas tres cosas: sugerir el formato del debate, sugerir moderadores y escribir preguntas. Tuve excelentes compañeros de Comité, todos dispuestos a hacer un buen trabajo, evitando a toda costa sesgos o favoritismos hacia cualquier candidato.
Desde que estaba en la secundaria, tenía grandes planes para estudiar afuera del Ecuador. Pero para la clase media en los años 90s esto era una verdadera quimera sin contactos o palancas adecuadas, en los lugares adecuados. Quienes trabajan en el Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo y Becas así lo reconocían y cuando algún amigo recomendó las becas Fulbright, terminó su frase con el usual “ojalá tengas algún amigo ahí”. En 1998, la esperanza llegó para mí cuando Susana Cabeza de Vaca asumió la dirección ejecutiva de la Comisión Fulbright. Había tomado su clase de Etica Profesional en la Universidad San Francisco y estaba segura de que su enfoque en el manejo de las becas de la Comisión sería absolutamente transparente.
Lo que le pasa al Ecuador con Estados Unidos es la simple inhabilidad de unir puntos relacionados en el mapa, sumar dos más dos y establecer una estrategia adecuada para los intereses nacionales. Prefieren algunos ganar victorias rápidas y muy personales, aunque el país pierda en el largo plazo.
Muchos observadores nacionales e internacionales siguen preguntándose con sorpresa cómo economías de mercado tan exitosas como Chile o Perú estén sufriendo estallidos sociales de magnitud, que se han vuelto imparables y han terminado demandando incluso reformas constitucionales. Lo más cómico -sino fuera tan trágico- es las élites económicas y políticas no sólo no entiendan el problema, sino que se burlen de cuanta demanda popular llega como si fuera una arenga más del marxismo o del castro-chavismo como suele decir Axel Kaiser, el niño prodigio de los libertarios en Chile. En el Perú es aún peor, porque hasta los analistas progres lo ven como una verdadera amenaza para la estabilidad política y económica. En Ecuador pasa exactamente lo mismo, aunque los estallidos sociales cada vez son más frecuentes.
Las elecciones terminaron y Joe Biden es presidente electo de los Estados Unidos. Es hora de que el Ecuador ponga sus relojes a la hora y deje de repetir la muletilla de que las relaciones con Estados Unidos “nunca han estado mejor”. Bien puede ser así, pero ventilar esto en una transición difícil en EE.UU., con un país excesivamente polarizado es -por decir lo menos- desatinado. Es más, el Canciller y el Ministro de Comercio visitaron oficialmente Washington este 9 de noviembre, cuando los resultados de la elección apenas se conocían y en medio todavía de una disputa postelectoral que no amaina y el propio Departamento de Estado también entró a disputar la elección. Eso sin contar con que la embajadora Ivone Baki dio una entrevista en YouTube sobre las elecciones en EE.UU. la semana pasada, donde comentaba entre otras cosas, los grandes logros del presidente Trump, el voto latino y una vez más, la increíble cercanía de los dos gobiernos. ¿No es impropio pronunciarse -para bien o para
Tengo que confesar que el oficio del procurador Íñigo Salvador, santificando el nombramiento del exministro Richard Martínez el Banco Interamericano de Desarrollo con el argumento de que un banco no es un banco, me golpeó. Estando lejos, me es difícil entender cuán rota está la institucionalidad ecuatoriana, pero ésta fue una métrica como pocas.
La semana que pasó, una serie de eventos aparentemente desconectados entre sí perfilaron una imagen clara de por qué el Ecuador está en la crisis en la que está. Y el panorama es completamente desolador. No sólo hay una crisis económica y ética, está roto el sentido mismo de país y la capacidad de relacionarnos como ecuatorianos. Todos de alguna manera están ayudando a resquebrajarlo: un poco cada día. Diversos grupos sociales, humanos, están tirando la cuerda para lados tan distintos, que la sociedad pronto se va a arrancar a pedazos. Todos parecen jugar un juego mezquino para ganar pequeñas batallas, cuando se está perdiendo la guerra.
En Norteamérica hay un dicho que traducido al español suena más o menos así: “la basura se está quemando en un tren que está desbocado”. Y la frase no puede calzarle mejor al gobierno de Donald Trump y, por antonomasia, al país que está dirigiendo. Los académicos más serios -desde historiadores hasta economistas, pasando por sicólogos y politólogos- habían anticipado el espiral descendente desde hace mucho. Pero a todas luces, la realidad los superó largamente. No es exageración decir que Trump -como muchos populistas autoritarios- ahogó la democracia estadounidense y sus instituciones con una maestría sólo posible entre miembros de mafias extremadamente organizadas. Primero, subvirtiendo el sentido de las libertades (entre ellas la de prensa), luego violando la ley y los precedentes tan sistemáticamente que sus mismos coidearios de partido apenas ya notan la diferencia. Y luego mintiendo tan sistemáticamente sobre todos y todas las cosas que ya el sentido de la realidad, al menos entr
Es el 25 de mayo de 2017. Rafael Correa Delgado se despide del país para residir definitivamente en Bélgica y, finalmente, dedicarse a escribir su primera monografía propiamente académica. Una multitud le despide en el aeropuerto Mariscal Sucre en las afueras de Quito. Su verdadera vocación de izquierda motivó dos reformas transformativas para el país usando cada centavo disponible del boom petrolero durante sus años de gobierno: diseñó e implementó un sistema de salud universal, donde ya nadie tenía que pagar seguros adicionales, donde todos tenían acceso a salud de calidad y gratuita, con tantas unidades de terapia intensiva como en Alemania y; revolucionó el sistema de educación que la clase media masivamente empezó a inscribir a sus hijos en escuelas públicas. Hasta para el más humilde de los niños del Ecuador, estaba ya disponible y financiada una educación de calidad, con tablets, internet gratuito y capacitación docente para lograr excelentes notas en los exámenes PISA y con la
¿Para qué sirve el feminismo en política? A juzgar por lo que pasa en Ecuador, para acceder a puestos políticos importantes y para estar “in” en redes sociales. El debate nunca fue más relevante ahora que se discute el veto o no veto del Código Orgánico de la Salud (COS). Un código que -en cualquier sociedad racional y consciente- debería pasar por abrumador consenso, pero en Ecuador está amenazado por todos los frentes.
He seguido la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos con una familiar sensación de dejá vu. Todo me recordaba a alguien. Empezando por su campaña electoral. ¿Dónde había escuchado denostar a todo aquél que le critica con epítetos ad hominem, insultos a las personas en discusión de ideas? ¿Dónde había escuchado esa permanente muletilla de la prensa de corrupta y mediocre cuando no ensalza sus grandes logros? ¿Cómo explicar la particular atención contra todos sus críticos, dentro o fuera del gobierno? ¿Dónde había visto esa capacidad de llenarse de neófitos y acólitos para después -cuando las sindicaciones y los juicios por corrupción afloran- declarar que “no los conoce” o “nunca los ha visto”?¿Por qué esa obsesión con las palabras “odio” y “odiadores”?
Debo confesar que la osadía y arrogancia de los jóvenes privilegiados en Ecuador es para dejar asustado a cualquiera. Fuera de lugar están las recomendaciones de trabajar duro, esfuerzo y sacrificio de muchos años, mantener una trayectoria limpia, para una vez demostrado todo esto, servir al país desde algún cargo público de importancia. Todo lo quieren rápido y antes de que alcanzar siquiera un perfil solvente en LinkedIn (usualmente más de tres años), se sienten con las ínfulas de presentarse como candidatos políticos, no a modestas concejalías o diputaciones, sino nada menos que a la Presidencia de la República. Y, encima se sienten que “el mayor servicio al país es la construcción de un espacio para el bien del país” (la cacofonía no es mía). Pues sí, me refiero a Otto Sonnenholzner. Aquél joven de 37 años sin más a su haber que trabajar como locutor de la radio de su propia familia ahora da lecciones de sacrificio al país. Como aquel sacrificio de dejar la Vicepresidencia después
Lo que le pasa al Ecuador con China es un desastre no sólo anunciado, sino creado por los dos últimos gobernantes de turno y su incapacidad de pensar más allá del Palacio de Carondelet. Los países pequeños como Ecuador siempre son presa de las grandes potencias y más, cuando éstas están en plena disputa como lo estuvieron EE.UU. y la Unión Soviética y ahora EE.UU. con China. La única posibilidad y oportunidad de una política exterior autónoma es conseguir un delicado balance de amistad y cooperación -sin que sea alineación- mientras se diversifica la canasta de socios del país en todos los aspectos: comerciales, financieros, tecnológicos, estratégicos con esas potencias y con otros países. Es, realmente la única posibilidad, como bien lo explicó Tucídides hace más de dos mil años.
Quería escribir sobre el patético sentido del deber que tienen los que dicen representar al país y tienen aspiraciones de liderazgo. Se va un tercer vicepresidente sin pena ni gloria y se posesionan siete nuevos ministros/secretarios, tres de los cuales deberían desaparecer con todo y ministerios y/o secretarías, dada la peor crisis fiscal de la historia. Pero todo sigue como si nada, así que esta columna tiene mejor uso recordándole al poder que la vida de niñas y adolescentes están a diario en peligro, por violaciones que promedian seis al día y siguen siendo invisibles para el Estado ecuatoriano. Rocío Rosero, de la Coalición de Mujeres, no podía decirlo más claro: “Nos duele tener información de que todos los cargos en el exterior (yo añadiría de clientelas y enviados políticos), todas las agregadurías militares, no han sido tocadas, pero no se prioriza la vida y la dignidad de las niñas y mujeres del país”.
Estaba preparando este artículo por meses con un Jaime Nebot candidato a la presidencia. Es más, estaba dispuesta a apostar que si se lanzaba Jaime Nebot ganaba, no solamente porque reunía el requisito que tanto atrae a los ecuatorianos: líderes de mano dura, usualmente un eufemismo para decir autoritario.