En Norteamérica hay un dicho que traducido al español suena más o menos así: “la basura se está quemando en un tren que está desbocado”. Y la frase no puede calzarle mejor al gobierno de Donald Trump y, por antonomasia, al país que está dirigiendo. Los académicos más serios -desde historiadores hasta economistas, pasando por sicólogos y politólogos- habían anticipado el espiral descendente desde hace mucho. Pero a todas luces, la realidad los superó largamente. No es exageración decir que Trump -como muchos populistas autoritarios- ahogó la democracia estadounidense y sus instituciones con una maestría sólo posible entre miembros de mafias extremadamente organizadas. Primero, subvirtiendo el sentido de las libertades (entre ellas la de prensa), luego violando la ley y los precedentes tan sistemáticamente que sus mismos coidearios de partido apenas ya notan la diferencia. Y luego mintiendo tan sistemáticamente sobre todos y todas las cosas que ya el sentido de la realidad, al menos entre su base política, está prácticamente perdida. El teatro del absurdo ha llegado a tanto que todavía su base asiste masivamente a sus encuentros, sin máscaras o distancia social, porque siguen creyendo que el covid es un mito creado por la prensa.
Pero los diques construidos con paja hacen agua por todos los lados. Y el domingo pasado comenzó el gran drenaje. El New York Times finalmente logró publicar 15 años de sus declaraciones de impuestos y fue el efecto fue devastador. Un billonario que pagó cero tributos en 10 años y 750 dólares en los últimos dos años es poco más que indignante. Un trabajador de alguna cadena de hamburguesas paga más impuestos que él. Las dos explicaciones posibles son aún peores para su reputación: o cometió fraude tributario, o realmente está quebrado y no es ni siquiera un millonario, peor aún un billonario. Lo más seguro es que es una combinación de las dos y sus deudas con gobiernos extranjeros le convierten en un verdadero peligro para la seguridad nacional reelecto o no reelecto. Es decir, si deja la presidencia va a terminar refugiado en Rusia o tras las rejas.
Esta es la razón de fondo de porqué demócratas y republicanos responsables saben ya que no va a dejar el poder por las buenas. El primer escenario, el más optimista pero menos probable es que Joe Biden gane tan abrumadoramente que ninguna institución, incluyendo el Senado y la Corte Suprema pueden hacer nada. El segundo es que Biden gana con un margen estrecho en el Colegio Electoral y Trump mueve todas las instituciones estatales y federales para declarar viciado el resultado. La tercera es que la estrategia republicana de supresión de voto e inmovilización del servicio de correo le de la victoria. Cualquiera de estos tres escenarios se va a desatar una ola de violencia sin precedentes en la historia reciente, porque si algo quedó claro en el primer debate presidencial es que tiene movilizados a las milicias de extrema derecha en todo el país. Trump no se irá pacíficamente.