Adam Pozen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, lanzó la semana pasada un libro que deberían leer todos quienes quieren o aspiran a hacer política industrial en un país. Se llama el Costo de la Nostalgia Americana. El libro analiza todos los problemas del nacionalismo comercial e industrial y cómo cortar la colaboración internacional y la difusión de tecnología termina matando más industrias que las que pretendía defender o, ayudar a crear. Aún peor, este nuevo proteccionismo está haciendo fenecer procesos espontáneos de industrialización y generación de empleo vía colaboración internacional que -está comprobado- sí funcionan e impide generar conocimiento y valor agregado. Es precisamente en la intersección de tecnología, creación de clusters y política exterior donde el Estado debe ser el catalizador del futuro, mejor dicho, del presente. Hay una diferencia muy grande entre políticas industriales de proteccionismo bobo y no hacer nada o matar posibilidades increíbles, antes de que empiecen, como hizo el gobierno de Moreno.
La Empresa Universitaria de Salud (EUS-EP) de la Universidad de Cuenca había negociado un magnífico convenio con la Fundación Bridgin y la empresa Univercells, también de Bélgica, para generar capacidad de producir vacunas contra el covid en el Ecuador, a través de EUS-EP. Lo primero era generar este convenio para que se produzcan vacunas en Bélgica para el Ecuador y la segunda parte era poner una garantía mínima de garantía (8 millones de dólares) para que en un futuro próximo, la producción también se haga en Ecuador. La Cancillería y la Embajada del Ecuador en Bélgica ayudaron todo lo que pudieron. Pero todo se caía y se volvía a caer, porque el Ministerio de Salud tenía que dar el paso decisivo de autorizar que Univercells, y luego la Empresa Pública nombrada, puedan fabricar las vacunas, además de la garantía. Esto nunca pasó por el desgobierno de Lenin Moreno, por lo menos en el último año y medio.
Pero un tema como éste debería ser prioridad uno para el Ecuador. Se trata de un bien público imprescindible: vacunas del covid y otras vacunas en general; producción de valor agregado donde Ecuador accederá a tecnologías únicas; creación de empleos y de conocimiento; solución de un problema colectivo que vino para quedarse: pandemias globales para las cuales será necesario colaboración internacional en la producción de conocimientos y producción a gran escala local para evitar nudos críticos como el que está pasando India y también el Ecuador.
El nuevo gobierno debe actuar urgente para que esta oportunidad de crear vacunas en el Ecuador no se pierda, ahora precisamente que Moderna ofrece liberar la patente de su vacuna y se está gestando un acuerdo multilateral sobre liberación de las mismas en el seno de la Organización Mundial de Comercio. Ecuador no puede otra vez perder el tren de la historia. Oportunidades como ésta, de importancia global en esta era de pandemias, hacen más por industrializar el país que nueve planes de escritorio publicados en papel couché.