Debido a que se me ocurrió contestar una llamada telefónica distraída, terminé aceptando participar en el primer Comité Nacional de Debates que el Consejo Nacional Electoral eligió hace dos semanas, para cumplir con el Código de la Democracia. Cinco personas encargadas de apenas tres cosas: sugerir el formato del debate, sugerir moderadores y escribir preguntas. Tuve excelentes compañeros de Comité, todos dispuestos a hacer un buen trabajo, evitando a toda costa sesgos o favoritismos hacia cualquier candidato.
Pero tres cosas me quedaron claras de esta ingrata experiencia que son relevantes para la sociedad ecuatoriana. La primera es que Ecuador no avanzará hasta que las personas pongan el bien común por delante de sus egos personales. El Consejo Nacional Electoral sigue entrampado en una disputa encarnizada y sin sentido entre la Presidenta y el Consejero Verdesoto cuando deberían actuar coordinada y colaborativamente por el bien del país y para institucionalizar la Función Electoral. No tiene sentido que exista un Comité de Debates -o de cualquier otra colaboración de la sociedad civil- si sus recomendaciones no van a ser acatadas o peor aún, si éstas se van a cambiar a última hora. Lo que pasó con el debate es apenas un epifenómeno irrelevante en el conjunto de acciones que garantizarán la transparencia electoral. Y cada acción, cada decisión será importante en el proceso general.
Lo segundo pero igualmente importante es respeto al proceso a las instituciones democráticas (por más débiles que sean). El juego democrático no sobrevive si los que juegan en él claman, anuncian fraude insistentemente, si no vean lo que pasó en Estados Unidos y el asalto al Capitolio, precisamente porque uno de los contendores -Donald Trump- clamó fraude por un año entero. No es que los procesos electorales sean perfectos, todo lo contrario, están llenos de problemas. Pero eso no es excusa para llevárselos por delante. Y me refiero específicamente a la campaña del candidato Andrés Arauz. Es paradójico que un candidato que bien podría ganar las elecciones lo haga anunciado fraude. ¿No se da cuenta de que si gana, está aceptando al mismo tiempo que su elección sería ilegítima porque anunció fraude durante toda su campaña? O como dije en el primer párrafo, ¿los egos personales son más importantes que la sociedad ecuatoriana en su conjunto, por eso lo cuidan por si llegan a perder?
Mi último punto tiene que ver las tendencias fascistoides en que ha derivado la política en este milenio de atacar al mensajero. El debate nacional y los debates en el Ecuador demostraron que no es un problema de formato, moderadores o preguntas o comités, sino de candidatos que se niegan a contestar preguntas o, peor aún, que ni siquiera las entienden. En cualquier caso, lo mejor para el país sería que los debates sean decididos y manejados por el CNE sin mediaciones y, que más bien pidan preguntas directamente de la sociedad civil organizada.