El gobierno consiguió formar una mayoría para designar las autoridades de la Asamblea, que durarán lo que resta del período para el que fueron elegidos gobernantes y asambleístas. Arribaron a un entendimiento en el que fue parte medular el partido político cuyo candidato perdió las elecciones ante el actual mandatario. A muchos ha sorprendido el mencionado acuerdo, pero visto desde una lógica distinta a la que nos han acostumbrado, esto es que quién pierde las elecciones se lanza a una oposición férrea, ciega y feroz, el pacto si así se lo puede llamar luce interesante. Se menciona que los puntos que permitieron llegar a un entendimiento están a la luz, que los mismos no tienen más alcance que el de tratar una agenda legislativa que busque aceitar una nueva institucionalidad, para reemplazar la nefasta herencia del gobierno anterior; y, de otro lado, aprobar leyes que le otorguen impulso a la dinámica económica. De ser así, estaríamos ante una inusual forma de hacer política que, en ci
Cuando en tierras patagónicas se descubrieron unos bolsos con dinero, que revoloteaban en la noche por las puertas de un convento, pocos habrá imaginado que más adelante se revelaría que esos recursos eran una mínima porción de una trama criminal que se encargaba de recolectar las coimas de algunos beneficiarios de contratos de obra pública, conocidos como el “club de la construcción”, que según declaraciones del contador de la familia presidencial de ese entonces, muchas veces terminaron en la misma casa de la madre del jefe de gobierno de turno. En Perú, tres ex presidentes enfrentan cargos de la justicia por presunta financiación ilegal de sus campañas políticas, otro prefirió dispararse en las propias narices de las fuerzas de seguridad que iba a apresarlo con orden judicial; y, la candidata a la presidencia, perdedora de los últimos comicios, también enfrenta una orden de prisión preventiva por las mismas sospechas que se ciernen sobre quienes se sentaron en el sillón presidencial
Con el ascenso al poder del binomio Roldós-Hurtado se daba inicio al que se convertiría, hasta la fecha, en el mayor período democrático de la historia nacional. Han pasado cuatro décadas cruzadas por crisis y tropiezos, incluido un intento totalitario que sumió al país en una de las etapas más obscuras de su vida contemporánea, de la que se libró por la reacción oportuna de su pueblo y escapó de lo que pudo llegar a convertirse en una época sombría que amenazaba confiscar las libertades conquistadas a lo largo de su existencia republicana, intento que no prosperó aunque esa especie de conjura de los necios siga insistiendo en que el Ecuador integre ese lamentable conjunto de Estados que han conducido a sus habitantes a una situación crítica, de la cual éstos quieren huir a como dé lugar. Fueron los mismos elementos que brindaba el sistema democrático los que impidieron que se perpetúe una voluntad omnímoda. El popular voto imposibilitó que se configurara esa intención de eternizarse e
Seguramente se convocarán a la marcha y caminarán rumbo a la Plaza de Santo Domingo, donde culminarán el día con sus repetidas arengas. Una vez más ejercitarán el rito donde, al parecer, son los únicos que se escuchan y muchos de los que les acompañen mirarán ansiosos sus relojes desatendidos de lo que digan sus dirigencias, porque sus palabras una vez más les sonarán huecas y alejadas de la realidad.
Un país que va al garete necesariamente requiere de consensos básicos entre quienes lo integran para, al menos, si se dificulta reencausarlo retardar lo más que se pueda su riesgo de eclosión. Incesantemente varios sectores han reclamado de su dirigencia que se esfuerce en concertar en puntos elementales que otorguen un norte a la nación. Sin embargo, hasta el momento esa tarea ha sido estéril. Cada grupo, sector o gremio sigue enfrascado en su visión y casi nada le mueve a recorrerse un poco para tratar de entender la posición del otro, se sienten cómodos en su subjetividad. El Gobierno, no se sabe si por una estrategia de disipar la atención sobre problemas graves que afligen a al país y a su población, o si por una verdadera vocación de diálogo, ha señalado que en poco convocará a representantes de la sociedad para tratar y acordar acciones sobre temas de relevancia.
En el último proceso eleccionario se observó nítidamente la irrupción de un sector poblacional que determinará el futuro cercano de este país. Los votantes menores de 40 años, hombres y mujeres, son la inmensa mayoría; y, con razones valederas, están decepcionados básicamente por la falta de oportunidades. Muchos de este gran conglomerado sentirán que su esfuerzo para la obtención de calificaciones académicas no les ha servido de mucho, cuando al momento de buscar un empleo advierten que son muy pocos los espacios que se abren para poder incorporarse al mercado formal de trabajo, que la competencia es inmensa y las expectativas de ingresos que mantienen se estrellan con la realidad. A esto se suma que los jóvenes en la actualidad tienen acceso a muchísima más información que la que tenían sus padres en el pasado, por lo que con justa razón se sienten con mayor capacidad para enfrentar tareas mejor remuneradas. Pero el mercado no los incorpora, más bien perciben su rechazo. Muchos fuero
Luego de que los resultados de las elecciones dejaron sin piso algunos análisis y proyecciones han corrido ríos de tinta, en los que de un modo u otro se menciona que la decisión popular ha sido una bofetada contra las “elites”, señaladas de forma genérica y sin distinciones que ayuden a identificarlas. Para empezar habría que primero dilucidar si hay una sola elite o si, por el contrario, son varias. ¿De cuál o cuáles de ellas hablamos? ¿Intelectual? ¿Económica? ¿Política? A paso seguido convendría preguntarse si éstas representan intereses concretos y uniformes o si, por el contrario, están fraccionadas al igual que la sociedad; y, en cierta forma, son portavoces de intereses o concepciones concretas sobre la administración de la cosa pública. Si tomásemos por ejemplo la intelectualidad, muy cercana al mundo académico, ¿sería justo decir que hay una sola elite y que está divorciada del populismo? ¿No recordamos acaso esa serie de supuestos pensadores y gentes de la Universidad que de
En las distintas entrevistas que varios ex mandatarios sudamericanos brindan a lo ancho y largo del orbe, ahora que se encuentran en la mira de la justicia por sus desafueros o por su falta de ética en el manejo de los recursos públicos, se los escucha decir con total desparpajo que sus problemas con la ley se los arregla desde la política. Cristina Fernández despliega nuevamente sus velas buscando la presidencia de la nación argentina, con el objetivo que la casi decena de juicios en los que se encuentra imputada pasen a ser causas archivadas y que duerman en los cajones de los tribunales, a sabiendas que con el uso del poder es fácil intimidar a jueces que anteriormente se mostraron timoratos. El ex presidente Correa menciona en cada ocasión que se coloca ante un micrófono que lo que le interesa es volver a tener mando, aun cuando sea como vicepresidente o desde la Asamblea, para desde allí echar abajo todos los procesos en los que está encausado. En otras palabras, con total desenfa
Quienes consideraron que por el solo hecho que hace dos años hubo un cambió de la persona a cargo de la administración pública habíamos abandonado el populismo recalcitrante, estaban totalmente equivocados. Basta mirar lo que sucede en toda la Región. La representante del gobierno más corrupto de la historia en tierras patagónicas tiene una intención de voto para las elecciones de octubre que alcanza el 30%. El dictador de Caracas que en forma eficiente terminó la tarea del golpista Chávez, pauperizando esa nación, aún posee un respaldo que no desciende del 20% de la población. Lula, con traje de presidiario, aún mantiene un enorme apoyo. Sin duda, si pudiera participar en elecciones, tal vez ganaría. Ese fenómeno, que tampoco es exclusivo de tierras suramericanas, se reproduce entre nosotros y el último proceso eleccionario lo ha confirmado. Esto no quiere decir necesariamente que por sí solo el populismo pueda volver al poder, pero tiene una base sólida que les alcanza para ocupar es
Habiendo transcurrido casi la mitad de su mandato, cuando probablemente luego de los resultados de los comicios del domingo el gobierno vea más debilitada su base política, quizá lo que habría de esperar de esta administración es que se concentre en sus precarios intentos por re-institucionalizar el país y sanear las cuentas públicas, sin aspirar a que se produzca una profunda reorientación que permita, en el futuro, enderezar la brújula hacia una etapa de crecimiento sostenido.
El país poseedor de las mayores reservas petroleras del mundo, desde hace cinco días, se encuentra sumido en la obscuridad. Con una capacidad instalada de cerca de 35 mil megavatios, entre generación hidroeléctrica y termoeléctrica, casi cinco veces la cifra de Ecuador, no hay energía para atender hospitales ni para movilizar el metro de Caracas, lanzando a caminar a cientos de miles de venezolanos para llegar a sus centros de trabajo, obligando a cerrar escuelas y colegios, configurando el caos perfecto.
mteran@elcomercio.org Cuando brota el temor que un organismo con enorme trascendencia en la estructuración institucional pueda ser cooptado por fanáticos adherentes al régimen del saqueo, se oyen a destiempo las voces de alerta que advierten que el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social es un ente anómalo para el funcionamiento de un verdadero Estado de Derecho. Los que ahora se rasgan las vestiduras por el supuesto riesgo existente, seguramente son parte de aquel 80% de la población que en consulta popular aprobó, en forma entusiasta, la Constitución que nos rige y que fue el origen de un organismo propio de los regímenes totalitarios para, a nombre de supuestas representaciones, dominar toda la institucionalidad imponiendo la visión única del gobernante de turno. Efectivamente, como sucedió en los hechos, pese a las advertencias por el riesgo inminente que significaba concentrar el control total de los poderes públicos a manos de una sola voluntad, a través de procedimie
La semana anterior el Gobierno comunicó que Ecuador había alcanzado un acuerdo con el FMI y otros organismos de crédito internacionales, por el cual en los próximos tres años llegarán alrededor de diez mil millones de dólares. Es un buen anuncio. Ayuda a que el riesgo país disminuya, lo que beneficiará en caso se requiera buscar refinanciamiento mediante la colocación de bonos en el exterior o en la tasa en que se cierren créditos de fuera para el sector privado; baja la presión de conseguir mes a mes recursos para cerrar las cuentas fiscales, pues ahora se podrá planificar sin las urgencias por las que atravesábamos, si los créditos son a un plazo mayor a 20 años y las tasas no superarán el 4% como se ha anunciado; y, tanto el pago de intereses como la amortización de capital dejarán un remanente importante en las arcas públicas. Todo ello, a no dudarlo, es importante para re encausar al país y tratar de lograr el equilibrio de sus finanzas. Pero no es todo. Que lleguen recursos o se
En su obra “Apostillas al Nombre de la Rosa” en la que daba cuenta cómo fue estructurada esa fantástica novela, Umberto Eco realizaba una afirmación sustancial “los libros son historias de otros libros”. Siempre un tema por novedoso que parezca ya fue tratado quizás en otro entorno o en época diferente, pero los autores desde la antigüedad hasta la presente fecha han acudido a las reflexiones de sus predecesores para construir sus relatos, ensayos o novelas. Como siempre el autor italiano emitía una sentencia bastante difícil de ser rebatida. Si algo caracteriza a su obra es precisamente su recurrencia a esa vasta cultura que le ayudó a construir piezas y estudios literarios notables. Pero remitiendo lo que en ese momento era una sentencia para el mundo del arte, es notorio que fácilmente calza a toda actividad humana principalmente en el área de la política y economía. Así, tesis que aparentemente se presentan como novedosas ya tuvieron sus antecedentes en la historia, por lo que para
Si algún organismo estatal puede revelar las consecuencias de una mala gestión ese, sin duda, es el IESS. Desde hace algún rato se viene advirtiendo la precaria situación por la que atraviesa el ente encargado de administrar la seguridad social en el Ecuador, el que por décadas va experimentando un permanente deterioro que se agravó en los últimos años por la politiquería que se instaló con fuerza en su interior. La ampliación de la población que recibe sus servicios sin que de otro lado exista contraprestación alguna, el ingreso a niveles escalofriantes de trabajadores producto de los compromisos políticos van mermando los recursos; y, por ende, la calidad de los servicios que está obligada a prestar esa institución. Un reportaje aparecido en este diario señala que existe alrededor de 10.000 funcionarios administrativos ¿es necesaria esa cantidad de empleados? La nómina para cubrir sueldos a ese grupo de trabajadores asciende aproximadamente a 250 millones de dólares anuales, cifra qu
Difícil tarea tienen los simpatizantes de las tesis zurdas cuando, recurriendo a todo tipo de artilugios, desean convencer a los incautos que las programas políticos de todos esos gobiernos que se reclaman de esa tendencia, cuyos resultados no han provocado sino la destrucción de las economías de las naciones que los pusieron en práctica, no han constituido una política de izquierda. Para ellos ha sucedido todo lo contrario.
El que supuestamente iba a ser el inicio de un nuevo mandato constitucional para intentar perpetuar el desafuero y los disparates, quizá terminó convirtiéndose en el comienzo del fin.
mteran@elcomercio.org El nivel de corrupción e impudicia del gobierno anterior, parece no tener límites. En quince días han aparecido confirmaciones de hechos en los que el atraco a los fondos públicos y la burla constante a los controles estatales estaban al orden del día, aupados por una gavilla de inescrupulosos instalados en las más altas esferas del poder. No existe en la historia nacional antecedentes de un proceder sistemático y organizado para apropiarse de los recursos estatales, envilecidos aún más para con los recursos provenientes de las coimas instalar empresas, aparentemente lícitas, que les proporcionarían gran rentabilidad y parte de la cual venía precisamente a través de sendos contratos con el propio Estado. El informe de un organismo que forma parte del sistema de Naciones Unidas, en el que se corrobora que en contratos emblemáticos de la época de saqueo habrían habido sobreprecios que alcanzarían los 2500 millones de dólares, el allanamiento de una acería supuestame
mteran@elcomercio.org El año que arranca se presenta con enormes desafíos para las fuerzas políticas y el gobierno. Las elecciones seccionales a celebrarse en marzo serán, a la vez, el comienzo de la carrera presidencial para el 2021. No habrá, en consecuencia, momento para la pausa. El calendario camina de manera inexorable y los cálculos políticos estarán al orden del día. Los resultados de los comicios de mitad de período serán elementos valiosos para el análisis y las estrategias que los distintos grupos desplieguen para, a la final, pretender hacerse con el trofeo mayor, esto es captar el sillón de Carondelet. Pero el trayecto está cruzado de una serie de elementos complicados, para unos y otros, lo que sin duda acentuará las dosis de ansiedad por intentar vislumbrar el destino que le espera al país. En principio, con la declinación de la aceptación popular, el gobierno no tendrá un camino fácil. Las listas de candidatos inscritos no reflejan que el partido oficial esté haciendo u
mteran@elcomercio.org Quizás la descripción más acertada de las consecuencias nefastas de un Estado desbordado es la recogida en un artículo de opinión de un diario argentino, que le calza perfecto al derrumbe de la tasa de empleo formal que experimentamos ahora en Ecuador. En resumen, lo que se dice es que si el Gobierno no se desprende del exceso de personal, si no achican el Estado, el ajuste viene por el descenso de la contratación en el sector privado; y, no sólo eso, sino que empieza a surgir el fantasma del despido, con todas las secuelas desastrosas que implica. La ecuación es simple. Los recursos extraídos vía impuestos a los particulares se malgastan en subsidios mal orientados y en alimentar un pesado rol de pagos que absorbe inmisericordemente la caja de las empresas. Doble problema. Por una parte se le resta capacidad a que las compañías reinviertan, con lo que se reduce la posibilidad que demanden más mano de obra; y, por otra, se aminoran las posibilidades que el Estado