Mucho se ha especulado sobre el futuro desempeño de Trump. Para evitar cualquier duda, se ha empecinado en escoger lo peor para cada una de las carteras. El candidato a Secretario del Tesoro (Ministro de Finanzas), Steven Mnuchin, estuvo a cargo de un banco famoso por sus agresivas políticas para desahuciar a gente de sus hogares durante la crisis financiera del 2008 (la revista Político reportó que se desahució a una anciana de 90 años por una deuda impaga de 27 centavos).
No es muy común - yo lo he visto muy rara vez - que en las novenas se pida por problemas políticos específicos. ¡Voilá! He allí una posible causa para el espeluznante momento en que vivimos.
Hoteles del silencio, el último libro de Javier Vásconez es una maravilla.
Es una estrategia de debate mortífera. Los contrincantes se quedan patidifusos, abrumados y sin saber qué responder. Con el tiempo esta estrategia trascendió del debate a la vida pública, como una forma de maniobrar en la vida cotidiana política. En EE.UU. la táctica Gish Gallop apareció en los años 70, pero con la llegada de Trump, está en boca de todo el país.
Seamos francos, hay veces – algunas pocas – en que uno siente un indiscutible placer al ver la miseria de los demás. En alemán hay una palabra que designa este goce morboso, “schadenfreude”.
No está mal que refresquemos la memoria sobre las consecuencias de la corrupción. Nunca lo está. No es simplemente un problema de enriquecimiento ilícito. Sus consecuencias son vastísimas, gravísimas, profundas y devastadoras para el país entero.
Si Correa tuviera un súperpoder sería la capacidad de proyectar ficciones encima de la realidad, de modificar aquello que es verdad. En efecto, es poderosísimo.
Almarxismo le debemos una de las herramientas más útiles de análisis, el materialismo histórico.
Hay teorías de conspiración que creen que hay una reducida élite de mentes hiperbrillantes que gobiernan el mundo. Consideran que la pobreza, corrupción y desigualdad son efectos deliberados de un pequeño grupo de superpoderosos. Frente a eso yo opongo herramienta excelente de análisis político, el principio de Hanlon (dicho sea de paso, es una de las perspectivas que mejor me ha ayudado a entender la actual administración ecuatoriana): “Nunca atribuyas a la maldad lo que pueda ser explicado por la estupidez”.
Pobre presupuesto. ¡Ni diez días se sostuvieron las “prudentes” proyecciones del gobierno! Nuestro muy técnico, muy sesudo presupuesto se construyó con un precio de barril a USD 35. Pues este jueves acaba de bajar a USD 32.16.
Por más jaguar que les guste pensar que es nuestro país, por más moderno y sofisticado que este parezca, no faltan ejemplos de que seguimos siendo una pobre república bananera. Antes de la llegada en el 2002 del Reglamento General de Actividades Turísticas y los esfuerzos en la década anterior sobre las calificaciones del sector hotelero, uno podía dormir en una hamaca, en un cuarto compartido cuyas paredes eran tablones agujereados, con un ventilador dañado y un escusado con cortina como puerta… pero estar en un hotel 5 estrellas.
Hace años escribí en este Diario una columna llamada “Ya no soy de la Liga”, con argumentos que mostraban lo irracional que es el fanatismo futbolero. Nunca -en siete años de escritos– he recibido tanto hate-mail (email de odio de los lectores), ni con mis argumentos políticos más controversiales ni cuando he topado temas como la religión o los tabúes sexuales… nunca. Claro, pensé, es que me metí con el tema más sagrado.
“¡Usa sieeempre sal yodaaada para toda la familia!” Estoy seguro que la gente de mi generación tiene grabada en la memoria esta propaganda que se repetía en las radios del bus para ir al colegio. También me acuerdo –como un mal sueño de infancia– las iglesias de los pueblos de la Sierra habitadas por indígenas con cretinismo y bocios enormes.
Propongo una apuesta. “Mujer rural ecuatoriana”, repita esto en su cabeza e imagine el colectivo que debe ser el sujeto de políticas públicas de empoderamiento y promoción. Apuesto a que la imagen de ponchos, llamas o rasgos típicamente identificados con lo indígena apareció en la mente de la mayoría.
La anterior semana Rafael Correa abandonó la sala al momento de la presentación de la Vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, Pamela Cox, ante la Cumbre Iberoamericana. Durante su intervención abrió su libro y leyó un epígrafe que recordaba cómo la funcionaria había negado un crédito al Ecuador debido al cambio de política económica cuando él había sido Ministro de Finanzas. Luego, muy fiel a su estilo, empleó calificativos de chantajista y neocolonialista, que los pronuncia con la gracia de quien ya tiene bastante experiencia en recitarlos.