El mes pasado las microempresas fueron obligadas a pagar por primera vez un impuesto del 2% sobre sus ingresos anuales dentro del llamado Régimen Impositivo para Microempresas. Es un cambio radical a la forma en la que venían tributando. Es casi el reemplazo del impuesto a la renta por un nuevo tributo.
Antes, con el impuesto a la renta, las microempresas pagaban una tarifa sobre su renta, es decir, el resultado del ejercicio. Si hubo pérdidas no se cancelaba al SRI. Un estudio de Tax Service & TFC Consultores Corporativos señala que este es uno de los mecanismos tributarios más usados en el mundo. Aunque es más difícil de controlar, es progresivo, pues conduce a que quien más tiene más pague o tribute al Fisco.
Ahora, en el nuevo régimen, los micro-empresarios pagan sobre sus ingresos, es decir, ganen o pierdan. Es un impuesto por el simple hecho de existir como empresa. Es un sistema simple, que no exige mayor control de la autoridad tributaria y le garantiza mayores ingresos. Pero no es equitativo; se aplica a todos por igual, sea una empresa con grandes ingresos y rentabilidad o una pequeña ferretería, tienda o peluquería. Por eso, es poco usado en el mundo.
Como referencia, Tax Service & TFC Consultores Corporativos apuntan que si el tributo se hubiera aplicado sobre el ejercicio 2019, el SRI habría recibido un 58% más de ingresos frente al régimen anterior. Pero el costo impositivo más alto habría recaído en un 33% de microempresas que generaron pérdidas ese año. El estudio tomó en cuenta a 52 000 microempresas sujetas al control de la ‘Súper’ de Compañías. De ellas, 25 727 constan en el catastro del nuevo régimen del SRI. El 2020 fue un año de crisis, por lo que el costo impositivo afectará a una mayor cantidad de negocios. Es más, la mayoría de microempresarios recién se dio cuenta en este mes que fueron incluidos en el régimen creado en 2020, por lo que ni siquiera gozaron de los beneficios de simplificación que sostienen al sistema. El nuevo tributo es un error.