Cuando se piensa en cómo se desperdiciaron recursos en la década pasada se vienen imágenes de grandes elefantes blancos, como la Refinería del Pacífico o la Ciudad del Conocimiento. Pero el derroche fue a todo nivel.
Una muestra de ello es el antiguo Registro Civil del Sur, ubicado en Turubamba, un populoso barrio de Quito. El edificio siempre fue un problema. Constantes lluvias en la zona que inundaban las inmediaciones siempre hicieron pensar a las autoridades en la necesidad de trasladar las operaciones hacia otro sitio. En lugar de ello, en el 2010 la administración del entonces presidente Rafael Correa decidió remodelarlo.
La obra costó USD 2,5 millones. Se dijo que ahora los capitalinos tendrían un lugar digno donde realizar sus trámites. Pero la remodelación solo duró tres años. En el 2013 las oficinas fueron trasladadas a un centro comercial cercano y, más tarde, a la plataforma gubernamental social. En estos días empezó a desmantelarse el edificio remodelado. Es decir, resultó en una obra inútil. De la infraestructura solo quedan unos cuantos fierros oxidados y el cerramiento.
No cabe duda que asuntos como la calidad del gasto es una de las tareas pendientes en el país. En el 2007, el gasto público del sector público no financiero pesaba un 23% de la economía. En el 2019 fue del 36%. En ese período, el país recibió más ingresos, una buena parte de ellos del boom petrolero por efecto de los precios altos, pero ahora la realidad de la economía es otra; es de escasez.
Es fundamental que el nuevo Gobierno, que enfrentará presiones de gasto, use adecuadamente los recursos. La calidad del gasto es un componente presente, por ejemplo, en los proyectos que financian los multilaterales y que evalúan antes de realizar los desembolsos.
El Fondo Monetario ya había recomendado al país la creación de un departamento en el Ministerio de Finanzas que vigile estos aspectos, para que los dineros de los ecuatorianos no solo se usen para hacer obras, sino obras que generen retorno social y económico.