Su alimento primordial, su adicción, su soporte vital es la alabanza y el fanatismo; siendo él el primer y máximo enamorado de sí mismo. Es su dieta predilecta, él es el principal destinatario de sus discursos y le gusta escucharse acompañado de adoraciones y aplausos. Y, no se trata meramente de una necesidad psicológica de reafirmar su autoestima a partir de la aprobación de los demás. No. Es su trip de placer, su subidón imprescindible.
¿Han visto como agarra el micrófono? ¿No les da la imagen de quien ha vagado por el desierto y está desesperado por una botella de agua? No lo toma, lo agarra con hambre y fruición, con la atolondrada desesperación de quien quiere saciar unas ansias devoradoras. Allí su pasión por las sabatinas, él la estrella, hablándose a sí mismo y arropado por multitudinarias loas, cánticos, adulaciones.
La admiración es su fetiche. Necesita gloria permanente. Entronizarse en los libros como el gran redentor, el más guapo y más inteligente de la historia republicana.
Y el Ecuador le siguió la rumba. Le dio lo que deseaba. Durante mucho tiempo pensé que el alma de la gente del país estaba comprometida con los sueños de este hombre.
Es tentador ser derrotista, pensar que el país entero no vale la pena. Pero como Enrique Ayala Mora señala, “siempre ha habido corrupción, pero siempre ha habido hombres y mujeres honestos para combatirla”. Y, en los momentos más negros de nuestra historia, han surgido verdaderos puntales de ética que demuestran todo lo contrario, el Ecuador sí vale la pena.
Independientemente de los necesarios enjuiciamientos, su primer castigo es la tremenda condena moral que ya le han impuesto los ciudadanos rectos. Empezando por los miembros de la Comisión Nacional Anticorrupción. Las generaciones futuras leerán y entenderán el recorrido de sus miembros. Y, por ello, se espeluznarán al ver la persecución a la que fueron sometidos cuando hicieron sus denuncias y valientes pesquisas.
El libro de la CNA, “Corrupción en la Década Encubierta”, está compuesto por 20 artículos tanto de miembros como de otros reconocidos ciudadanos. Muy apropiado, puesto que la CNA ha sido más representativa de la sociedad ecuatoriana que muchos de los representantes políticos, salidos de procesos electorales injustos por decir lo menos. Esos artículos son como la lluvia de huevos que el pueblo le sometió al nefasto señor, pero con datos, con evidencias jurídicas y con fundamentos espeluznantes.
En Alemania hubo valientes ciudadanos que se opusieron al nazismo. En su memorial en Berlín se señala que “salvaron el alma del pueblo”. Los ecuatorianos podemos levantar nuestras frentes con orgullo gracias a personas como los miembros de la CNA, que también preservaron las nuestras.