Las medidas económicas del Gobierno van por el camino correcto para hacer un país viable, ordenar estructuralmente la economía y dejar de gastar más de lo que produce, por lo que al Ecuador de hoy no se le puede pedir más para sincerar los costos y cambiar las expectativas negativas por la esperanza de un mejor futuro. Así como hemos criticado la inacción justo es reconocer el carácter decisivo de la liberación de precios de los combustibles, que termina con los absurdos de dar subsidios a los que no necesitan y propiciar el contrabando de combustibles en alta mar y hacia Colombia, aunque no es conveniente mantener las compensaciones al diésel (creadas en diciembre 2018) que consume el sector camaronero porque ya es competitivo a nivel mundial.
Desde hace 27 años el Ecuador soslayó la planificación del desarrollo y perdió el rumbo que habían señalado los dos partidos políticos que gobernaron los 8 años precedentes. Cuando el gobierno de Sixto Durán trató de implantar la libertad económica indujo a que malos accionistas obtuvieran préstamos de sus bancos a los que les desfondaron e incubaron la crisis de fin de siglo que produjo la emigración de 2 millones de ecuatorianos. Entonces hubo inestabilidad y tres presidentes fueron derrocados y reemplazados por dignatarios igualmente desacertados que implicó la implantación del gobierno improvisado de Correa.
“México lejos de Dios y muy cerca de los EE.UU” dijo alguien. Quizá por eso la dependencia de sus exportaciones llega al 80%, mientras Trump no le imponga aranceles desconociendo los compromisos de la Organización Mundial de Comercio pactados durante 70 años. El Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y Canadá ha empujado el crecimiento de la producción mexicana, aunque dentro de sus 124 millones de habitantes hay 52 millones de pobres porque la competitividad ha dependido de los salarios bajos del trabajador, ya que “el capitalismo no funciona para todos”. (Ravallion).
El programa de ajuste del FMI requiere la participación compartida de toda la sociedad ecuatoriana para revertir el decrecimiento económico y social. Con acciones concretas, el Estado, los dueños del capital y la fuerza trabajadora deben poner su cuota parte de sacrificio con equidad. Aquí no se trata solo de corregir el déficit fiscal botando gente al desempleo, sino de aplicar un programa de austeridad de buena calidad social.
Hacer algo mientras se cumple el programa económico del FMI aceptado por el Ecuador, especialmente para incrementar la producción exportable que es el real cuello de botella de la economía ecuatoriana. Hay acciones que si se pueden hacer para bajar los costes de las exportaciones en este mismo año, sin que se requiera tramitación de índole política ni grandes gastos fiscales.
Hace 5 años el producto por habitante del Ecuador, corregido por el poder de compra, era similar al de Paraguay y ahora este país nos ha superado en 20%. En 1990 este indicador era similar entre Ecuador y Chile, pero ahora el producto por habitante de Chile es más del doble que el nuestro. Y si solo crecemos al 1% anual nos tomaría 70 años para llegar a igualarlo y respecto a Portugal nos demoraríamos 103 años. Pero si crecemos al 5% en 14 años llegamos al nivel de Chile y en 25 años al nivel de Portugal. Esto alertó en Quito Luis Carranza, Presidente de la CAF.
Lo primordial es preservar la sostenibilidad de la Seguridad Social. Y tener en claro que el IESS es de los afiliados y para los afiliados. Por tanto, los no afiliados no deben usufructuar del presupuesto que nutren los aportantes durante su vida laboral, como lo hacen ahora los hijos menores de 18 años y las esposas, abriendo un hueco negro de USD 4 775 millones. Esta es la verdad que no dicen los políticos que viven de la mentira, afectando a las generaciones futuras.
Desde hace 45 años somos perezosos porque los ingresos petroleros crearon una dependencia que disminuyó el buen uso de las energías nacionales. Desde entonces nos acostumbramos a la ley del menor esfuerzo, porque la riqueza no depende tanto de nuestro quehacer permanente sino de un regalo de la naturaleza. Por esto es que ha crecido la flojera en el trabajo, aumentando los puentes vacacionales en lugar de disminuirlos para que el país crezca por nuestra actitud, como única manera de que haya menos pobres.
El presidente Trump dijo “el verdadero poder es el miedo” en una entrevista con Bob Woodward el 31 de marzo de 2016 y este periodista, que antes desató la caída de Nixon con el escándalo de Watergate, escribió el libro “Miedo”, sobre la campaña electoral y el primer año de gobierno de Trump. Aquí aparece un personaje que va a hacer historia en la política mundial llamado Steve Bannon, de 66 años, graduado en la Escuela de Negocios de Harvard, que sobre la base del temor por un riesgo imaginario o real, desarrolló los tres ejes políticos básicos que le llevaron a Trump a ser presidente de la primera potencia mundial. Según este libro, Bannon, un nacionalista radical y populista, le insistió a Trump: 1) “acabar con la inmigración ilegal en masa y limitar la inmigración legal para restablecer nuestra soberanía; 2) recuperar los trabajos del sector manufacturero para el país y 3) salir de las guerras extranjeras sin sentido”, con lo cual fue director de la campaña triunfadora y luego aseso
El 75% de los electores votaron principalmente por cuatro candidatos para la Alcaldía de Quito. Objetivamente podemos asumir que sus propuestas se deben agregar para tener una visión inclusiva de lo que los electores desean. Sobre esta base la próxima administración debe tener en cuenta legítimamente lo principal de los cuatro programas.
Paralelamente al proceso de corrección gradual de los desequilibrios macroeconómicos, de la mano del FMI, el Ecuador debe emplear sus energías en la generación de empleos formales y adecuados creando nuevas producciones exportables y mediante una explosión del turismo, ya que el tamaño del mercado interno se congelará por los efectos del ajuste económico. De lo contrario, este gobierno nos habrá endeudado en USD 10 277 millones más sin disminuir el desempleo que es el factor esencial del desarrollo humano, pues la simple entrega de bonos es una caridad insuficiente.
Todo país que se respeta otorga un trato especial y diferenciado a su capital, porque así exige la organización del Estado. En nuestro caso, para merecerlo, el gobierno municipal debe ser altamente prestigiado, competente y formado por personas impolutas, limpias y sin tacha, de modo que sea un cuerpo respetado por todos los ecuatorianos. Se trata de rescatar la decencia de la capital de la República y Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad, que no es algo menor. Sus dirigentes deben tener la personalidad suficiente para que en las relaciones con el gobierno central tengan la independencia indispensable para trabajar de consuno por el progreso, sin que se produzcan vinculaciones simplemente electoreras que contaminan la posibilidad de ser eficientes.
Con precipitación se anunció un acuerdo técnico con el FMI sin precisar las condiciones del ajuste. Si este repercute en la baja de la demanda efectiva por un período demasiado largo será por carencia de inversiones privadas que reviertan el estancamiento económico. Este es el tamaño de la responsabilidad del sector empresarial.
Es lugar común decir que si las exportaciones no crecen, la economía dolarizada no avanza. Y obliga a endeudarse cada vez más con bonos carísimos porque la capacidad de pago del país no puede mejorar si el déficit fiscal es crónico. La debilidad política del gobierno cooptada por los empresarios que están al mando de la economía, es una señal que aumenta la incertidumbre, por ejemplo, en marzo del próximo año cuando el Ecuador deba pagar USD 2.200 millones mientras juegan al sube y baja del precio de la gasolina súper, en momentos de sed de liquidez monetaria.
Probablemente, para disminuir la necesidad de endeudamiento del país – no para seguir malgastando- y evitar los ajustes económicos inherentes a un posible acuerdo con el FMI, se ha planteado una posibilidad de obtener liquidez, cediendo a la empresa privada la explotación de las empresas telefónica y eléctricas del Ecuador.
La declaración presidencial del 20 de diciembre, en el sentido de que lo fundamental es hacer lo que le conviene al país sin tener en cuenta el riesgo de perder el cargo porque el poder es efímero, es de lo más trascendente que le hemos escuchado. Este principio superior debería presidir todas las acciones de su gobierno con coraje y sin descanso, con sentido de lo importante para salir adelante por sobre los intereses creados. Si transita por esta senda el Presidente dejará huella de su paso por el poder, ordenando la economía con firmeza y equidad.
Debido a una política cautelosa y clientelar la transición económica va a demorar. Siendo realista preveo que el próximo año no se podrá hacer posible lo deseable y un escuálido crecimiento será similar al del presente año, pues no se logrará inversiones importantes aun cuando el frente económico esté en manos de los empresarios.
wherrera@elcomercio.org Si quienes vivimos en Quito debemos contribuir efectiva y equitativamente para su progreso, el país en su conjunto debe darle un trato especial por ser la Capital de la República y Primer Patrimonio Mundial de la Humanidad – que no es algo menor-, para revertir la decadencia en la que ha caído y terminar con la visión parroquiana que ha soslayado su destino trascendente e impedido que la Capital lidere los esfuerzos para rescatar al país de la anomía.
Como el crecimiento de la economía ecuatoriana sigue siendo más lento que el de la deuda externa, estamos propensos al desbarranco, ya que no hemos sido capaces de crear las condiciones para crecer más rápido ni actuar con criterio de escasez para bajar las necesidades de financiamiento.
“El nacionalismo permite despreciar a los extranjeros, engañarlos y ofenderlos” escribió Agustín Barruel (1741-1820), citado por Rodrigo Borja, quien a su vez, en su Enciclopedia de la Política, añade que otra acepción puede ser “la exacerbación del sentimiento nacional generalmente acompañada de xenofobia y belicismo”, aclarando que siendo un término equivoco también puede significar “adhesión y lealtad a la causa nacional frente a las asechanzas extranjeras de naturaleza política, económica, militar y cultural, hasta llegar a un chauvinismo irracional”.