Desde hace 27 años el Ecuador soslayó la planificación del desarrollo y perdió el rumbo que habían señalado los dos partidos políticos que gobernaron los 8 años precedentes. Cuando el gobierno de Sixto Durán trató de implantar la libertad económica indujo a que malos accionistas obtuvieran préstamos de sus bancos a los que les desfondaron e incubaron la crisis de fin de siglo que produjo la emigración de 2 millones de ecuatorianos. Entonces hubo inestabilidad y tres presidentes fueron derrocados y reemplazados por dignatarios igualmente desacertados que implicó la implantación del gobierno improvisado de Correa.
Si la planificación hubiese sido una institución fuerte Correa no habría malgastado tanto dinero, en la fallida refinería de Manabí, en la de Esmeraldas, en aeropuertos sin aviones, en obras mal priorizadas, en carreteras subutilizadas inducidas por los constructores, en burocracia redundante e inútil. Gobernaron con rumbo a ninguna parte.
Cuando hay planificación con visión de largo plazo el mandatario tiene los elementos para analizar los pro y contra de los proyectos grandes y evita gobernar a base de lluvia de ideas como el mundial de fútbol, el tren de playa, el teleférico al aeropuerto de Quito. Ahora la libertad económica de los empresarios gobernantes les ilusiona a invitar a inversores privados para hacer una refinería en cualquier sitio, cuando pronto bajará el consumo de gasolina por el aumento de los automotores eléctricos. Al no tener rumbo, se les ocurre también dejar de extraer más petróleo, cuando lo que hay que hacer ahora es explotar más para vender a buenos precios y constituir activos líquidos como reserva para cuando el petróleo valga menos.
Las élites que mueven al mundo no han movido nada en el Ecuador como si esperaran que las masas lo hicieran, porque los empresarios no aprovechan la ventaja de no tener los riesgos de inestabilidad cambiaria como sucede en Argentina y Venezuela, lo cual les asegura tener riqueza y utilidades en moneda dura. Ahora solo vienen a comprar empresas con rentabilidad cierta, pero el Ecuador no gana nada con un simple cambio de dueños. Tampoco aprovechan las generosas exoneraciones de impuestos porque dudan de la solvencia del país. Entonces no es justo que se rebaje la remuneración futura al factor trabajo mientras se mantienen privilegios y subsidios al factor capital, como si con más desigualdad se creciera más. La mediocracia no podrá cumplir el programa ofrecido al FMI, ni removerá obstáculos estructurales obvios como acabar con el contrabando de gasolina barata a Colombia y Perú, países que si aplican precios internacionales y que, de otro lado, subieron el IVA al 19% y bajaron los aranceles a las importaciones.
Quienes crean tener opción de poder en 2021 deben planificar técnicamente un rumbo que combata la pobreza y Pensar en cómo hacer para no llegar al poder sin saber para qué han llegado.