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Los acontecimientos de octubre dejaron flotando en el ambiente del país un cúmulo de sensaciones negativas y una inmensa cantidad de preguntas sin respuestas. El futuro se vislumbra nebuloso e incierto, entre otras razones porque la situación fiscal es todavía más apremiante tras el retiro de las medidas económicas como consecuencia de la crisis, pero también porque hoy nos domina el desasosiego, la desconfianza, el temor, la incertidumbre, el revanchismo y una preocupante escalada xenofóbica.
El socialismo del siglo XXI ha causado un daño irreparable a la izquierda latinoamericana. Desde su aparición, borró de un plumazo los postulados esenciales que abanderaba esa ideología: libertad, humanismo y justicia social, y los cambió por represión, corrupción y miseria, tres características comunes e infaltables en todos los gobiernos que enarbolaron un estandarte que hoy ondea en prisiones, guaridas y en el mundo subterráneo del narcotráfico y la delincuencia organizada.
El paro nacional y las protestas de los movimientos indígenas y de trabajadores se confundieron con el intento de golpe de estado promovido por Rafael Correa, dirigido por sus huestes políticas y ejecutado por turbas de vándalos y garroteros financiados y entrenados por los regímenes dictatoriales alineados con el inefable foro de Sao Paulo.
El caos en que cayó Ecuador esta semana tiene como responsables directos a Rafael Correa y a Nicolás Maduro, una combinación peligrosa de tiranía y mediocridad alentada por recursos económicos de oscura procedencia e impulsada por las esquirlas de la implosión del Foro de Sao Paulo que, entre muertos, prófugos y encarcelados por corrupción, se ha llevado buena parte de los dictadores latinoamericanos del siglo XXI.
Despojados de todo pensamiento crítico, carentes de voz y voluntad propia, obsecuentes y cabizbajos, deambulan los miembros del rebaño por el sendero que les marca su guía. No se apartan un instante del camino, pues conocen a la perfección los límites en los que deben desenvolverse, y también, por supuesto, los oscuros abismos y peligros de los que han sido rodeados.
El tiempo, querido amigo, ya no cuenta para ti. Pasado y presente se han fundido en una sola esencia, la tuya, que hoy viaja en libertad mientras nosotros seguimos atados a esas manecillas que dan vueltas de modo frenético, hasta que, en algún punto, de pronto, se detendrán también cuando llegue el tan temido final.
El título es mucho más amplio de lo que parece, tan amplio que es posible abarcar con él toda una vida de sufrimientos, de besos impostados, de entregas fingidas, de pasiones reprimidas por asco o miedo. Resulta tan amplio que envuelve además el desarraigo forzado, la esclavitud y el anonimato de miles de mujeres. Y es que esa noche no es en realidad una sola noche, son todas las noches de esas vidas escritas en clave de terror o suspenso, signadas por los golpes recibidos en los lances de apariencia amorosa que terminan en un hospital o a veces en la morgue, noches surcadas por un alarido, marcadas por las cicatrices de la piel y también las del alma, ésas que nunca, bajo ninguna circunstancia, se logran borrar.
La vida de Joao Gilberto, el afamado músico brasileño nacido en 1931 en Juazeiro, Estado de Bahía, estuvo marcada por los claroscuros del éxito artístico y los sinsabores de una precaria situación económica, a pesar de que las regalías por su trabajo pudieron haberlo convertido en un hombre millonario.
La futura aprobación del nuevo Código Orgánico de la Salud ha despertado el debate sobre la legalización del cannabis para fines medicinales. Entre los más conservadores cunde el pánico (y también la ignorancia) sobre las consecuencias de una reforma esencial para el tratamiento de enfermedades y alivio anestésico de miles de personas.
¿De qué profundidad puede ser el abismo que se abre de pronto, frente a nosotros, cuando hemos llegado más allá de lo que nos estaba permitido o de los límites que nos exigen la prudencia y el instinto de conservación? Si sucumbimos ante ese foso oscuro e insondable del que desconocemos todo: su extensión, sus peligros, sus formas, ¿seremos capaces de regresar?
El gobierno anterior “compró” las renuncias de un buen número de maestros. El problema es que nunca les pagó lo que les debía. El Gobierno actual está tratando de solucionar la deuda, pero le está resultando más complicado de lo esperado. La máxima de que “ningún comedido sale con la bendición de Dios”, bien podría aplicarse a lo que le está pasando al Gobierno. Porque todo análisis debe arrancar mirando que esas “compensaciones por jubilación voluntaria” fueron pagos que el gobierno anterior convino en hacer a los maestros que se jubilaban antes de los 70 años. En el fondo, fue una compra de renuncias.
A momentos me sentía envuelto otra vez por el aire siniestro de ‘2666’ o por la misteriosa zona cero creada por Roberto Bolaño en ‘Los Detectives Salvajes’. Después imaginé que volvía a la macabra y magistral historia de Juro Kara ‘La Carta de Sagawa’, que relata la historia de un estudiante japonés que, en un exceso de amor, mató a una joven artista holandesa y devoró buena parte de su cuerpo. Pero también regresé por instantes, en breves mensajes subliminales, al París de la Maga y Oliveira, y a los entresijos de una prosa magnética como la de Cortázar.
Hace pocas semanas el Gobierno dio un golpe decisivo a las mafias que controlaban la zona de Buenos Aires, Imbabura, en la que se desarrollaban actividades de minería ilegal, narcotráfico, esclavitud, prostitución, trabajo infantil y lavado de activos.
El formato de charlas TED fue creado en 1984 por Richard Saul Wurman, un arquitecto y diseñador gráfico estadounidense que se inspiró para este proyecto en el acelerado desarrollo tecnológico de Silicon Valley a partir de los años ochenta.
Uno de los pilares esenciales de la democracia es el sistema judicial, que ante todo debe ser independiente, confiable, efectivo, profesional e imparcial. Por desgracia, además de otros tumores malignos, hace varios años al Ecuador lo invadió el cáncer de la politización de la justicia, cáncer que en la década anterior a la de este gobierno hizo metástasis.
El caso de los “Cinco de Central Park” copó la atención de la sociedad estadounidense en 1989 cuando Antron McCray, Kevin Richardson, Korey Wise, Yusef Salaam y Raymond Santana, cuatro adolescentes afroamericanos y uno de origen hispano fueron involucrados en la violación y ataque a Trisha Meili, una joven blanca que hacía deporte esa noche en el emblemático parque de New York.
El principio básico de la convivencia es el respeto, palabra amplísima ligada a la tolerancia, a la comprensión, al amor, a la igualdad, a la libertad o a la empatía, entre muchas más que engrandecen su auténtico sentido.
Sus ojos creían haberlo visto todo: la desesperanza, la miseria, el abuso, la decadencia, incluso la muerte de seres queridos por falta de medicinas y atención médica, por hambre o tristeza, o quizás por una de aquellas balas que se dirigían de forma artera contra las multitudes con la certeza cruel de que alguna siempre daría en el blanco.
Los dos temas se tratan estos días en la Corte Constitucional. El matrimonio civil igualitario en virtud de la consulta de norma solicitada por la Corte Provincial de Justicia, derivada de la demanda planteada por Efraín Soria y Javier Benalcázar al Registro Civil; y, la Minería regulada en virtud del dictamen previo de constitucionalidad de una pregunta presentada por comuneros de cuatro parroquias de Imbabura y Carchi.
Hace pocos días escuché otra de esas historias infames de la década pasada. Néstor Marroquín, ingeniero de sistemas y docente universitario, tuvo la desgracia de haberse cruzado un mal día con el peso descomunal del poder concentrado en un gobierno tirano que abusó de su posición sin límites y que aplastó con esa fuerza a opositores, denunciantes y contradictores.