Lunes, 5 a.m. Mientras espero las noticias, reviso unas páginas de la Historia de Riquer y Valverde. Ellos dudan de la veracidad del conocido relato según el cual, cuando volvió a Salamanca después de sus cuatro años de cárcel, Fray Luis de León habría comenzado su lección con las palabras “Dicebamus heri” (“decíamos ayer”), como si nunca se hubiera ausentado ni hubiese sido condenado por la Inquisición como culpable del “delito” de haber traducido el Cantar de los Cantares. Es probable que los historiadores tengan razón, porque a su regreso, el famoso agustino ocupó una cátedra teológica y no la de Escrituras que antes había sido suya (Hist. Lit. Universal, IV, 378). Sin embargo, me gusta pensar en el maestro que empieza su lección como si la anterior hubiese sido dictada la víspera, aunque le separasen de ella cuatro años de aislamiento y de penurias. Me gusta pensarlo, porque tal es el comportamiento de quien tiene el corazón bueno, libre de odios y rencores, y sabe que tenerlo es m
Es conveniente poner nombre a un huracán legislativo como hacen los controles espaciales sobre los fenómenos que cada cierto tiempo arrasan con islas y poblaciones en el Caribe. Por eso, la denominación Huracán 404 fue apropiada para el proyecto de la Ley Orgánica para la Transparencia Fiscal, Optimización del Gasto Tributario, Fomento a la Creación de Empleo, Afianzamiento de los Sistemas Monetario y Financiero y Manejo Responsable de las Finanzas Públicas. Siempre hay que detonar alertas cuando con los títulos son una sábana con 404 artículos, 8 disposiciones generales, 25 disposiciones transitorias y cuatro derogatorias. El mastodonte, que incluía reformas tributarias y reformas al Código Monetario y al de Finanzas Públicas fue enviado con el carácter de “Económico Urgente”. La Constitución, sin embargo, en los artículos 137 y 140 dispone que solo debe contener una sola materia. En otras circunstancias y otras geografías suficiente motivo para que por unanimidad el parlamento airado
América Latina está conmocionada. Las fuertes protestas y los inusitados actos de violencia que se han dado recientemente en Ecuador, Chile y Bolivia comienzan a generar gran preocupación. Más allá de la explicable reacción de rechazo que pueden causar en la población la aplicación de medidas de ajuste como la subida de los pasajes de metro o de los combustibles, da la impresión de que ha aflorado un descontento mayor: la democracia.
No voy a hablar de la barbarie desbordada que hace pocos días fue protagonizada por una turba de indígenas que llegó a Quito y sembró el desorden y la violencia. Ni del reconocimiento que el Gobierno hizo de la legitimidad de sus demandas, lo que demostraba una disposición para el diálogo. Ni de la avalancha terrorista que se desató en las calles. De lo que voy a hablar es de la actitud insolente de los dirigentes indígenas, de los agravios verbales al presidente y vicepresidente de la República. Los caciques de la Conaie, prevalidos de la fuerza que les confería una vociferante masa de tres mil indígenas, insultaron y amenazaron a las más altas autoridades, actitud sin precedentes que no debería pasarse por alto.
Seguro que la tiene Presidente. Su Gobierno está ilíquido y en mora generalizada de transferencias y pagos. No se transfiere el IVA a las entidades que tienen derecho a su transferencia, ni valores de impuestos que se deben a entidades, como es el caso de Solca. Tampoco se paga facturas a contratistas y a proveedores.
“No hay antecedentes de la violencia que se vivió en las recientes protestas de octubre”. Tal afirmación ignora la historia. Hay ejemplos de muchos y tremendos desafueros en el marco de una sublevación social. Uno de ellos la matanza del 15 de noviembre de 1922, cuando cientos de hombres y mujeres del pueblo, artesanos, obreros, pequeños comerciantes de Guayaquil, cayeron por las balas del Ejército, bajo la orden del Presidente José Luis Tamayo, representante de la plutocracia guayaquileña. Sí, fueron asesinados cientos de personas en una ciudad de 100 mil habitantes. Evento dramático y brutal.
Produjo pena ver los festejos por el archivo del proyecto de ley urgente, en los que coincidieron correístas y opositores de varias tiendas. El diputado que fue director de Planificación, y por tanto directo responsable del caótico manejo de las finanzas públicas, causa principal de la situación actual del país decía, alborozado, que hemos derrotado al Fondo Monetario Internacional y al neoliberalismo, en defensa del pueblo. Que falsa y ruin expresión y que desgracia que a esa alaraca se hayan sumado diputados de sectores políticos que combatieron al gobierno autoritario, corrupto y derrochador de los 10 años.
Académicos representantes de la Real Academia Española, las academias americanas, la Filipina, la Norteamericana y la Ecuatoguineana (Guinea Ecuatorial es el único país cuya lengua oficial es el español, en el luminoso y desconocido continente africano) acabamos de asistir al XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua (Asale), a la pertenecemos: Madrid, Sevilla, Córdoba. Días de plenitud humana, intelectual, estética, en la fraternidad impar del idioma común.
El ex presidente uruguayo José Mujica, con reconocible buen sentido democrático, afirmó tiempo atrás que la reelección presidencial indefinida es un acto monárquico. Los imitadores del modelo cubano de entronización del caudillo en el poder se mantienen en él ocultando, tras una falsa “democracia”, pujos monárquicos.
La burocracia parece indiferente ante el inminente colapso de Solca. Una institución sin fines de lucro, ejemplar, que otorga un gran servicio a la ciudadanía: la lucha contra el cáncer.
Un gobierno de transición tiene que hacer reformas gradualmente. Y en las circunstancias actuales en forma lenta para no abandonar el propósito fundamental de equilibrar la economía para crecer en forma auténtica. Sin recurrir a la Asamblea Nacional el gobierno puede decidir, luego de una amplia pedagogía sobre la situación, disminuir los subsidios perniciosos al diesel y a la gasolina extra, por ejemplo a un ritmo de 1 centavo de dólar cada mes para que en un lapso de cuatro años se acerque al precio internacional. De esta manera se absorbería poco a poco los costos, con un monitoreo permanente que precautele empeorar el resentimiento popular por las desigualdades, mediante medidas solidarias por parte de quienes han disfrutado del progreso económico.
No existen decisiones económicas en situaciones de falta de recursos fiscales que satisfagan a todos. Cualquier medida que pretenda reducir el déficit fiscal va a producir reacciones de algún sector que se sienta afectado. Si hay una reducción significativa de gasto público en la nómina habrá protestas de personas o gremios laborales, si se busca incrementar impuestos para aumentar los ingresos fiscales muchos mostrarán su desagrado por aplicar decisiones restrictivas en una coyuntura de estancamiento económico, si se pretende eliminar subsidios habrán protestas por creer que esto va a producir una ola inflacionaria y va a afectar a los más pobres.
Yo no espero leer en los diarios de mayor circulación del país a tantos brillantes economistas ni abogados dando recomendaciones técnicas agrícolas para resolver el potencial problema del TR4, es absurdo. Pero me urge leer en sus respectivas columnas, algún párrafo dando proyecciones sobre el perjuicio económico que sufriría el país si se destruye parcialmente la Industria bananera con la misma locuacidad con la que hablan del cura Tuárez y sobre micro y macro economía.
Uno de nuestros males nacionales, causa, a su vez, de muchos otros males, es la impunidad. Impune es el que queda sin castigo, sin sanción o a la deriva, con esa bárbara sensación de que todo es posible, pues todo queda diluido en el mundo de la indiferencia. Pongo por caso el tema del tránsito vehicular, tan cotidiano y tan feroz.
La Asamblea de Venezuela, considerando que Nicolás Maduro usurpó el cargo de Presidente de Venezuela mediante un proceso electoral fraudulento que no ha sido reconocido por la mayoría de países latinoamericanos, los EE.UU. y la Unión Europea, nombró, a principios de este año, a Juan Guaidó como presidente interino al amparo de lo previsto en la Constitución venezolana que determina que, en caso de ausencia absoluta del jefe de Estado, el presidente de la Asamblea debe ocupar de forma temporal el cargo y convocar a elecciones.
A riesgo de un inesperado epílogo de la nueva asonada contra el régimen de Nicolás Maduro, caben varias reflexiones.
La Comunidad Andina (CAN) está cumpliendo medio siglo. Tiene una larga historia. El “Pacto Andino” fue fundado en mayo de 1969 con el “Acuerdo de Cartagena”. Originalmente fue formado por Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia. En pocos años se retiró Chile y se incorporó Venezuela. Los cinco países avanzaron lentamente y con tropiezos en el proceso de integración, que fue al principio muy ambicioso. Posteriormente ha sido replanteado varias veces con metas más modestas.
Esta podría ser la conclusión, benigna por cierto, pues encubre la irresponsabilidad e inmoralidad que rodearon las inversiones en energía. Pero, en fin, a ella se arriba luego de mirar los datos que publicó la Cenace en su Informe del 2018.
El ecosistema turístico cambia cada día a grandes velocidades y las cifras nos dicen cómo se comportan los diferentes segmentos de edad, mostrándonos la evolución del mercado y las nuevas oportunidades.
Hoy, 1 de mayo de 2019, se cumplen veintisiete años del fallecimiento de Agustín Cueva, uno de los mayores pensadores del Ecuador contemporáneo y de la América de la esperanza. Nunca olvidaré sus meses finales, cuando llegué a descubrir cuán grande había sido el afecto que nos unió en los días fabulosos de la fiebre, cuando el Café 77 era el cuartel general de la literatura insurgente. Había empezado la historia de los Tzántzicos (esa especie de guerrilleros de la palabra cuya breve aventura dejó detrás de sí una larga huella imborrable) y vivíamos, literalmente, “entre la ira y la esperanza”, como Agustín habría de decir en el título de su primer libro. Él, Françoise Perus y yo, habíamos iniciado la publicación de “Indoamérica”, la revista que alguna vez Abdón Ubidia designó como “una especie de Le Temps Modernes ecuatoriana”, y estábamos seguros del porvenir de luz y justicia que contribuíamos a construir con nuestra labor en la cultura. Ahora, cuando él ya no está, debo reconocer co