La burocracia parece indiferente ante el inminente colapso de Solca. Una institución sin fines de lucro, ejemplar, que otorga un gran servicio a la ciudadanía: la lucha contra el cáncer.
Los normalmente discretos presidentes de los siete núcleos de la sociedad, cada uno a cargo de un hospital especializado, informan en carta pública al Presidente que están al borde del cierre.
Antes de Rafael Correa, había un impuesto al crédito bancario cuyos recursos se destinaban a Solca. Correa cambió ese impuesto, y desvió la mitad de la renta que iba a Solca, a otras entidades cuya contribución a la lucha contra el cáncer se desconoce. Para colmos, esa renta mermada se la entrega tarde, mal y nunca. El Ministerio de Salud, IESS, y las seguridades sociales de FF.AA. y Policía le derivan pacientes a Solca, y no pagan.
Este problema lleva años sin resolver, y revela una ceguera colectiva digna de una novela de Saramago. Las enfermedades mortíferas de ayer han sido conquistadas; quienes morían jóvenes de tifoidea o paludismo, o de mediana edad de infarto, ahora viven más tiempo y les aqueja el cáncer. La población envejece, y cada vez hay más enfermos, lo que requiere más presupuesto para atenderlos. Los avances de la ciencia significan que hay mayores posibilidades que un paciente derrote al cáncer. Pero eso a su vez significa un largo y costoso tratamiento.
El desafío de Solca no debería ser luchar para que le entreguen sus rentas y paguen por sus servicios, sino para que haya un mayor aporte fiscal, ya que Solca debería incrementar la capacidad de sus hospitales, incluso incrementar el número de núcleos, porque se viene una avalancha de pacientes. A medida que avanza el siglo, el cáncer gana en importancia. También, para atender a los niños. Los menores de edad tienen poca conciencia de la gravedad de la enfermedad, y no es correcto que compartan instalaciones con personas mayores, angustiadas y deprimidas. Se requiere pabellones pintados con colores vivos, juegos infantiles, en general un ambiente festivo. Para que los que superen su enfermedad, no salgan traumados.
El Presidente puede disponer que el Ministerio de Salud y los institutos de seguridad social paguen por los servicios. Es correcto que verifiquen que si lo que le cobran es correcto, pero como anota Solca en su carta, tres meses es suficiente para hacer esa constatación. Si no pueden verificar costos en ese plazo, entonces que paguen, que ya habrá la oportunidad de recobrar cualquier exceso, del pago de una próxima planilla. Lo anterior, para el problema inmediato. Para el futuro, devolverle a Solca el aporte estatal que le retiraron, pagarlo, y además incrementarlo.
Moreno Garcés es un jefe de Estado de sensibilidad social, sería paradójico que justo en su mandato, se hunda Solca.