América Latina está conmocionada. Las fuertes protestas y los inusitados actos de violencia que se han dado recientemente en Ecuador, Chile y Bolivia comienzan a generar gran preocupación. Más allá de la explicable reacción de rechazo que pueden causar en la población la aplicación de medidas de ajuste como la subida de los pasajes de metro o de los combustibles, da la impresión de que ha aflorado un descontento mayor: la democracia.
Los niveles de insatisfacción de la población con la democracia tienden a disminuir en la región. De acuerdo al Latinobarómetro, apenas el 54% de los ciudadanos se sienten satisfechos con el régimen político. Buena parte de estos resultados están dados por la ineficacia de la clase política, así como el incremento de los índices de corrupción, desacertado manejo de la economía y mala calidad de los servicios públicos.
Si hasta hace poco los países que generaban preocupación por su calamitosa situación económica, política y social eran Haití, Venezuela, Cuba y Nicaragua (en buena medida por la aplicación de un modelo socialista fracasado), ahora han comenzado a sumarse otros. Curiosamente en naciones donde ahora gobiernan presidentes de derecha.
Aunque en cada caso han aparecido actores específicos y motivaciones diferentes, hay dudas de si estas protestas han estado orquestadas por factores externos. Es decir, como una respuesta del eje La Habana – Caracas contra los países que han presionado para que Maduro deje el poder, haya elecciones libres y retorne la democracia a Venezuela.
Llama la atención que, luego de la derogatoria de las medidas de ajuste en Chile, las protestas continúen. Se habla de que el descontento no solo fue con las medidas aplicadas sino con régimen imperante. Desigualdad social, alto costo y difícil acceso a la educación, altos niveles de desempleo en población joven, entre otros.
En el caso de Bolivia, el componente político es más evidente. Las protestas surgieron por el bochornoso fraude electoral. Ante la constatación del mismo de parte de la OEA y la situación de convulsión que se vivía, Evo Morales tuvo que renunciar. Ahora son sus seguidores y militantes quiénes están generando el caos.
En el caso de Ecuador podríamos decir que hubo varios factores que desencadenaron las protestas. La medida de la eliminación de los subsidios no fue comunicada adecuadamente. No se habló de compensaciones cruzadas a sectores de escasos recursos, generando rechazo por la posible alza de los pasajes de transporte público. Sin embargo, esto fue aprovechado por ciertos sectores, especialmente el correismo, para generar, con el apoyo de Caracas y de una dirigencia indígena infiltrada, situaciones de desestabilización política.
Entonces, ¿hasta qué punto podemos decir que lo ocurrido en estos días responde a una crisis de la democracia en la región?