Produjo pena ver los festejos por el archivo del proyecto de ley urgente, en los que coincidieron correístas y opositores de varias tiendas. El diputado que fue director de Planificación, y por tanto directo responsable del caótico manejo de las finanzas públicas, causa principal de la situación actual del país decía, alborozado, que hemos derrotado al Fondo Monetario Internacional y al neoliberalismo, en defensa del pueblo. Que falsa y ruin expresión y que desgracia que a esa alaraca se hayan sumado diputados de sectores políticos que combatieron al gobierno autoritario, corrupto y derrochador de los 10 años.
Y por supuesto, el gran perdedor con esta actitud irresponsable de la Asamblea no es el gobierno de Moreno, es el Ecuador, porque se le ha colocado en un peligrosísimo callejón en el cual el ajuste no se realizará ordenadamente, sino en medio de un caos que podría hacer saltar por los aires a la débil institucionalidad que logró restablecer el actual Presidente. Cuando el Gobierno esté en imposibilidad de pagar sueldos a los empleados públicos, incluyendo militares y policías, médicos y enfermeras de los hospitales, profesores de escuelas, colegios y universidades, participación a los gobiernos seccionales y proveedores del Estado en general, el país estará a las puertas del caos. Si al gobierno se le niega la eliminación de los subsidios a los combustibles, el incremento del IVA y se festeja la negativa de un proyecto urgente, se cae en la más absurda irresponsabilidad La dirigencia política representada en la Asamblea, será la responsable directa de lo que ocurra en un inmediato futuro.
Pero tampoco hay que liberar de responsabilidad al Gobierno. Al contrario, tiene el pecado original de haber enviado a la Asamblea un mamotreto de más de 404 artículos, que reformaba 22 leyes a título de urgencia económica y por tanto con escasos 30 días calendario para aprobarlo, modificarlo o negarlo. Parece que el Ejecutivo jugó a atiborrar de textos incongruentes a la Asamblea para que, conociendo su ineficiencia y poca capacidad, se enrede en su tratamiento y el proyecto entre en vigencia por el ministerio de la ley. Así no se manejan los asuntos de Estado. Podrá ser propio de jugadores de casino y futbolistas, pero no de políticos responsables. Habría sido también negativo para el país que el texto original se convierta en ley, porque las contradicciones e inconsistencias son groseramente visibles. Y, lamentablemente, existe una clara incapacidad política del Ejecutivo, que se ha hecho evidente una vez más. No se puede enviar un proyecto de ley urgente, sin acuerdos políticos previos. Un expresidente de la República, con quien conversamos de tiempo en tiempo sobre asuntos de interés nacional, me decía: “pueden ser personas preparadas (los altos funcionarios) pero todos son primerizos”.