El nuevo año luce que será bastante movido en materia política en esta zona del mundo. Para empezar en el gigante brasileño se estrenará en la conducción de ese país un personaje bastante controvertido, cuyas declaraciones han puesto a muchos en estado de alerta. Igual cosa al norte con Andrés López que, ya instalado en el cargo, intentará impulsar políticas que generan mucha polémica. Dos estilos similares aunque con orígenes diferentes. Los dos, a su manera, ascendieron al poder por el hartazgo de la población con el orden o desorden establecido. El primero capitalizó la fatiga del electorado en contra de un proyecto político que se mantuvo vigente por más de una década, que tuvo el apoyo popular mientras había recursos, pero que al escasear los mismos empezaron a ver las costuras de un populismo desbordado y corrupto. En México la insatisfacción con el gobierno del PRI, seriamente golpeado por su incapacidad para combatir a las bandas de narcotraficantes que han asolado el país y la
Dadas las actuales circunstancias de angustia de la caja fiscal, es claro que la necesidad de tomar medidas que reduzcan el déficit existente es inminente; y, como lo recalcaron varias voces especializadas durante más de una década en que imperó la necedad aderezada con novelería, si no se actúa con oportunidad las consecuencias de permanecer impávidos pueden ser muy dolorosas.
Camino a la celebración de un nuevo aniversario de su fundación, la ciudad capital transita sin un liderazgo claro, en una modorra donde se han perdido de vista objetivos y metas definidas. En cierto sentido ha perdido su esencia. Su transición de ciudad pequeña, en la que se imponía la visión mestiza con sus expresiones propias, hacia una ciudad cosmopolita que alberga una creciente migración proveniente de todos los rincones del país, la transformó. Aquellos consensos precedentes en los que primaba ver a la ciudad como un rincón marcado por la fusión de lo local con lo hispano, quizá en los actuales momentos ya no son los referentes movilizadores. Hoy en día no todos comparten ese enfoque, aun cuando mejor valdría decir que vastos segmentos de la población no lo conocen, no la han hecho suyo, no se apropiaron de ese imaginario que en un pasado cercano movilizó a importantes segmentos de la capital. A eso habrá que añadir que lo cotidiano se impone por sobre toda clase de aspiraciones
Por la Región, si en esporádicos momentos hay intentos por recomponer el desbarajuste causado por el populismo a ultranza que dominó casi una década, desde sus entrañas brotan actos que se encargan de echar al traste todos los afanes restauradores. El último ejemplo la actitud atrabiliaria de un grupo de desadaptados que, enfurecidos y coléricos, atacaron el bus que transportaba al equipo visitante a disputar la final del máximo torneo del fútbol sudamericano, evento promocionado como el más importante dentro de la rivalidad histórica de los dos conjuntos. ¿Por qué relacionar lo sucedido en un acto deportivo con la descomposición de la política? Simplemente porque la vinculación que existe entre las barras bravas de los equipos de ese país, muchas de ellas salpicadas en el cometimiento de escandalosos ilícitos, con los grupos políticos es un tema denunciado hasta el cansancio; éstos las movilizan con fines proselitistas llenando plazas o causando incidentes con una agresividad que inti
Tras una década de despilfarro, cuando aparecen los problemas en la obra ejecutada y se constata que el saqueo de las arcas públicas ha sido inconmensurable, recién se alzan las voces que reclaman por lo que perciben ha sido un fiasco y un engaño de magnitud. Sin embargo, en su momento, hicieron todo lo que estuvo a su alcance para desprestigiar un modelo que planteaba que las obras de infraestructura podían ejecutarse con el concurso privado, sin poner en riesgo los capitales públicos y destinarlos a lo esencial: seguridad, educación y salud. Ahora todos se conduelen de lo que se venía venir. Una obra faraónica con sobreprecios y construida con estándares de pacotilla. Allí está el barco insignia, una hidroeléctrica edificada por encima de su real capacidad de generación. Un desperdicio sobre el que nadie rinde cuentas y que en su tiempo recibió aplausos de todo el mundo, principalmente porque era una obra estatal realizada con el dinero de todos los ciudadanos. Si el diseño engañoso
Pocas veces como hoy Ecuador se da de bruces contra una realidad incalificable. La semana anterior la jueza encargada de la causa ha llamado a juicio ni más ni menos que al ex-presidente de la República Rafael Correa por el delito perpetrado en contra del político Fernando Balda. La resolución de la Magistrada tiene un alcance inmenso por dondequiera que se lo mire. Si el ex–mandatario tuviera razón y el proceso estaría viciado por tratarse de una mera persecución política, habría que pensar el estado de indefensión en que se encontraría cualquier ciudadano común y corriente en caso de tener que enfrentar a una justicia que se presta para esos fines; con el añadido que los actuales jueces forman parte de una Corte reconformada precisamente en tiempos del actual imputado, con las observaciones que hubieron a dicho proceso porque se afirmaba que se trataba de una entidad conformada con personas muy cercanas al régimen anterior. Sería una situación de desamparo total.
Con la presentación de la Proforma para el 2019, se ha revelado que el campo de acción en el que busca moverse el gobierno para poner en orden las maltrechas cuentas públicas, es muy ajustado.
Mayo francés y la masacre en la plaza de las tres culturas fueron, a no dudarlo, sucesos que marcaron a fuego a varias generaciones de latinoamericanos cuya influencia se siente hasta nuestros días. Una juventud ávida de romper esquemas que se oponía a la intervención americana en Vietnam, se entusiasmaba con la llegada de los “barbudos” al poder en Cuba, que se encontraba harta del férreo control político que se ejercía en el estado mexicano por parte del partido dominante y que quería expresar su descontento en plazas y calles, hecho que culminó en una emboscada donde se practicó una verdadera carnicería, protagonizó eventos que terminaron siendo iconos de la protesta y la rebeldía.
La herencia de una década en la que se pretendió moldear una institucionalidad a las necesidades de un caudillo y de un movimiento político que no creía en el balance de los poderes, ni en el respeto a la opinión contraria que, a nombre de un concepto de democracia hueco, intentó desmantelar lo poco que se construyó en casi dos siglos de historia republicana, ha sido mucho más imbricada que lo que se pensaba y resistente a las esfuerzos que bregan por reinstaurar en el país un marco jurídico realmente republicano, que respete las libertades teniendo como expresión mayúscula la independencia de las funciones estatales, a fin de que reflejen los contrapesos que sirvan para equilibrar las distintas opiniones en una sociedad que merezca denominarse democrática. En esta tarea han habido tropiezos que lejos de ayudar a lo preeminente han servido, quizás sin proponérselo, a dar argumentos a los secuaces del intento totalitario que amplifican cualquier acción salida de tono en la que han caído
Con frecuencia, cuando en el fragor de la discusión ideológica se escucha el pronunciamiento de personajes que han tenido éxito en campos como el deporte o el espectáculo, con actitudes díscolas o expresiones que siempre son una provocación para aquellos que han tenido la oportunidad de acceder a otros niveles de formación, la reacción inicial es descalificarlos y tacharlos con epítetos de toda clase de contenidos en ese marasmo que se han vuelto las redes sociales. Pero realmente es necesario hurgar un poco y plantearse el porqué de esa actitud que, en principio, nos parece inentendible.
Cada vez y cuando en el país se conoce un fallo emitido en una jurisdicción internacional contrario a los intereses del estado ecuatoriano o a las pretensiones de sus ciudadanos, se levanta una ola de críticas que, en el fondo, cuestionan el hecho que esa clase de asuntos sean ventilados en cortes o tribunales foráneos, arguyendo que aceptar su competencia revela una cesión de soberanía inadmisible. Esa ha sido la posición tradicional y repetida hasta el cansancio por un sinnúmero de organizaciones políticas, sociales y de personas que hacen opinión, que se hallan muy cercanas a esa visión que buscan manejarlo todo bajo el ámbito de su influencia. Pero si ese es el objetivo de estos grupos, poco o nada se observa que realicen en el campo de la autocrítica.
Cuando el fracasado modelo estatista se encuentra agotado y los escasos recursos permanentes apenas abastecen para pagar el inflado rol de la burocracia estatal y el abultado servicio de la deuda, voces desde todos los segmentos claman por una reconversión que atraiga inversión privada y que ocupe el lugar que durante la última época estuvo dominada por aquella de carácter público. Cuando hace cerca de dos décadas los organismos multilaterales de crédito dejaron de financiar directamente a los Estados para proyectos de infraestructura de envergadura, se consideró que los mismos podían ser llevados a cabo por empresas privadas que, inyectando sus propios capitales y a través de procesos de licitación transparentes, pudiesen obtener las concesiones respectivas recuperando su inversión en la explotación del servicio, con una ganancia proyectada de antemano. Con el advenimiento de los regímenes adscritos al populismo del siglo 21 se cambió la fuente de financiamiento y China pasó a ocupar
América del Sur, territorio de inigualables bellezas naturales y de excepcional riqueza, con exponentes de gran trascendencia en el ámbito de las ciencias, las artes y el deporte, muchos de los cuales han destacado a nivel mundial cultivando éxitos en desempeños admirables fruto de la disciplina y dedicación ejemplar, es a la vez un espacio lleno de contradicciones y disputas primarias, sumida en una marea que atenta contra el bienestar de sus habitantes, amenazada por un discurso precario sin atender las necesidades de su amplia población.
El drama que vive Venezuela a manos de una casta política incapaz y fanática, que pese a todo aún encuentran resonancia en algunas mentes sectarias del resto del continente, que intentan inventar excusas para edulcorar lo indefendible, debe constituir un penoso laboratorio de aprendizaje con miras a que no se repita esa dolorosa experiencia en otro país de la Región. El suelo llanero hace media centuria era receptor de migrantes provenientes en su gran mayoría de España e Italia, que encontraban una tierra de oportunidades; ahora expulsa a los suyos que huyen de la escasez y la miseria, en una diáspora dolorosa e inentendible. ¿Qué sucedió en apenas medio siglo? No dejan de tener responsabilidad las clases dirigentes que, en su comodidad y despreocupación por los más necesitados, permitieron que vaya germinando la insatisfacción en un inmenso sector de la sociedad, al que no llegaba en forma eficiente los beneficios de un país inmensamente rico por sus recursos. Como había sido décadas
Las estructuras descubiertas en varios países de Latinoamérica, incluido el nuestro, tejidas desde el poder para enriquecerse a sus anchas tomando obscenamente parte del dinero destinado a la obra pública, perjudicando con esos desvíos de fondos a millones de personas que nunca alcanzan a mirar de cerca la asistencia estatal. Es una conducta criminal que provoca repugnancia y revela la diminuta dimensión de los personajes envueltos en esos procesos, que otrora se paseaban campantes por estas tierras disparando cínicamente mensajes de solidaridad y decencia, cuando a puerta cerrada urdían cómo apropiarse de los fondos del erario para satisfacer su avaricia. El último tramo de la saga develado por un chofer de un viceministro argentino que, anotación en mano, revela sitios, fechas, personajes y direcciones de los departamentos de los ex gobernantes y la propia residencia presidencial involucrados en este guión de bajo mundo, detallando como se recogían bolsos de dinero y se entregaban a
A juzgar por los diversos comentarios que día a día se emiten por los medios de comunicación, para una amplia mayoría ciudadanos, el desastre causado en esta última década por el azote populista, no ha dejado ninguna lección. Se insiste en reeditar temas que lejos de brindar una solución lo único que hacen es acentuar el problema. Al parecer nadie tiene en cuenta la importancia que adquiere restituir la confianza y crear un marco jurídico estable que no ahuyente la inversión, como se lo hizo en la década del saqueo.
La aventura de la Unasur terminó como era de esperarse, en una nueva desilusión para los afanes integracionistas. En esta ocasión el resultado era previsible, más aún, si desde sus inicios ese organismo estaba destinado a ser una caja de resonancia del chavismo. Como dirían los marxistas, era un estamento pensado desde la “superestructura”. Los afanes delirantes del coronel que implementó un régimen que condujo a la hambruna y escasez a uno de los países más ricos de la región, secundado por los gobiernos de los dos países más grandes del subcontinente que en esos momentos estaban controlados por aliados ideológicos del manicomio instalado en Caracas (según denominación de algunos de los mismísimos adherentes en suelo patagónico del fracasado modelo populista) requería de un espacio en donde sus proclamas podrían amplificarse hacia los cuatro vientos. Una inagotable chequera petrolera que le permitía gastar a manos llenas así como una exuberante abundancia que se regaba en Brasil y Arg
Un día en el paraíso, al otro, en los avernos. Cara y contracara. La historia reciente nos trae numerosos ejemplos de personajes que, habiendo construido imperios económicos o aprovechándose de la candidez de los electores, se encumbraron hasta la cima para hacer y deshacer en sus países, pensando que nunca les iba a alcanzar el brazo de la ley; hoy son los asiduos visitantes de las cortes de justicia, en donde les esperan procesos que amenazan con sacarlos de circulación por algunos años, sumidos en algunos casos en verdaderas pesadillas y viviendo en el vértigo amenazante de caer en un pozo que los desnude ante sus semejantes como simples mortales.
Una vez más, con el triunfo de Andrés López Obrador en las elecciones del día domingo en México, se hace evidente que gran parte del electorado brinda apoyo a personajes a los que les entrega un voto de fe, sin mirar ideologías ni afinidades políticas, simplemente otorgan su respaldo porque esos candidatos logran encajar y dar respuestas, aunque sin sustento, a sus demandas postergadas, a la sensación de abandono que les embarga, a sus aspiraciones que consideran que el “status quo” no las ha atendido. Probablemente algo de eso ha ocurrido en el país azteca para que el candidato triunfador obtuviera un apoyo inédito, que rebasa lo que predecían las encuestas y configurándose el hecho de que aunque los dos principales partidos que le hacían competencia hubieran participado juntos, de igual manera habrían sido derrotados en las urnas. El triunfo es inobjetable, pero desde ya dispara las interrogantes por saber si una vez en el gobierno se inclinará por llevar a cabo algunas de sus polémi
Haber sido parte de la generación que descubrió retratados en las páginas literarias los abusos de los lacayos de Odría en Perú, las insensateces de un patriarca en decadencia ejecutadas a través de un séquito de cortesanos, los crímenes de un dictador caribeño que hasta se atrevió a bautizar con su apellido a la propia capital de su país y tantas otras narraciones de los abusos que se cometieron en nuestra Región por parte de sátrapas que realizaron todo lo que estuvo a su alcance para mantenerse en el poder, condujo a un buen número de lectores de la época a abrazar la causa de la libertad y convencerse de la validez de la vigencia efectiva de los principios democráticos, última garantía para evitar que se reediten atropellos y excesos en suelo latinoamericano. De otro lado, paradójicamente, esas lecturas llevaron a muchos a distanciarse de los países que lograron estructurar democracias sólidas y, con un hálito de supuesta superioridad ética y moral, se declararon ampulosamente de i