Cortar por la línea de puntos (2021)
“Es inútil estar vivo fuera si estás muerto dentro”. Es el grafiti en un muro de la cárcel de Rebibbia, una de las zonas urbanas de Roma. Y esa frase aparece dando el tono, a modo epígrafe, en una de las primeras escenas de la serie. ¿Se refiere solo a los presos? ¿Estamos nosotros, de verdad, vivos por dentro? Son seis episodios animados, de alrededor de veinte minutos, realizados por el caricaturista italiano Zerocalcare. En el último capítulo sucede algo que justifica la búsqueda de los anteriores: en todos ellos, respirando humor ácido, seguimos a su alter-ego que, pasado los treinta años, camina entre sus recuerdos tratando de descubrir un poco de sentido a esto de estar vivos. Dicho así, puede parecer solemne. En realidad todo se parece más a una stand-up comedy atravesada por un hilo de melancolía que no deja que las risas olviden un vacío propio de esta generación. Las bromas pasan de la vida en la escuela hasta los implícitos de nuestras conversaciones por Whatsapp, pasando por que no hemos aprendido a cambiar una llanta ni a pasar menos tiempo escogiendo algo en Netflix que viéndolo. El título de la serie hace referencia a esas figuras, perfectamente delineadas en los contornos, hechas para que los niños las recorten. Zero, a estas alturas, ha descubierto que no somos así. Todo parece perfecto desde lejos, pero en la vida más bien vamos rajando un poco el papel, tratamos de hacer la menor cantidad de daño posible. Los puntos no siempre coinciden con el resultado final. Sin embargo, aunque Zero experimenta que ese papel, lanzado al fuego, sirve para calentarnos un poco los unos a los otros, también sabe que ese calor no es suficiente para todos. Lo sabemos en ese sexto capítulo. Además de que, aun resignados a este hallazgo, el grafiti de la cárcel de Rebibbia no nos abandona. De ninguna manera. ¿Se refiere solo a los presos? ¿Estamos nosotros, de verdad, vivos por dentro?
