El agente topo (2020)
“La espera, la paciencia, el tiempo”. Son tres componentes fundamentales del cine de la chilena Maite Alberdi. Son tan importantes como conseguir fondos suficientes o equipos adecuados para filmar. Lo que inicialmente iba a ser un documental sobre el maltrato en un hogar de ancianos en Santiago, termina siendo –gracias a la honestidad y a la sensibilidad de Alberdi– un espejo que nos muestra la soledad en la que nosotros abandonamos a esta minoría silenciosa. Porque en medio del proyecto descubren que el maltrato no estaba dentro, sino fuera. En nosotros que cerramos los ojos frente a la vejez. Pero la espera, la paciencia y el tiempo no se contraponen a la aventura, ni a las sorpresas, ni a los giros de guion. De hecho, hicieron que Alberdi diera con don Sergio, el anciano de 87 años más carismático y generoso del cine, que se infiltra en el lugar como detective pero termina como amigo; e hicieron también que las cámaras registraran escenas de intimidad que nos sacan en cara que lo último que están los ancianos es apagándose y lo menos que están es inconscientes. Son los frutos de estar cuatros meses, veinticuatro horas al día, con las cámaras encendidas. “El agente topo”, con esa honestidad que hace que emerja la verdad, también habla de maternidad. No es un truco de guion: la investigación inicial la ordena una madre que no visita a la suya, la anciana con mayor demencia solo espera que su madre la busque, y la mujer que muere –perdón por el spolier– recita poemas sobre la maternidad mientras ansía la visita de sus hijos. Golpes como estos son frutos de hacer cine de verdad.