En el podcast: Entérese con EL COMERCIO este 4 de julio conversamos con Marco Arauz Ortega, periodista con 39 años de trayectoria y exdirector general de diario EL COMERCIO.
Marco Arauz Ortega dijo adiós este martes 29 de junio del 2021 a sus colaboradores, al dejar la Dirección de EL COMERCIO. Evocó su trayectoria y agradeció a todo el equipo por el trabajo colaborativo.
Fresca la época en la cual algunos caricaturistas y articulistas estimaban de ‘mal gusto’ criticar a Lenín Moreno y a sus jóvenes y ambiciosos ministros.
El discurso del nuevo Presidente ya ha sido ampliamente comentado y solo resta coincidir en que, con un gran tinte emocional, fue un llamado a la unidad para atrevernos a mirar al futuro.
La tecnología, en lugar de mejorar el debate público, lo está empobreciendo. La formidable posibilidad de que cada uno pueda expresarse está echándose a perder porque hemos vuelto al fácil tribalismo.
Un grillete electrónico, un teléfono inteligente con sus chats y el Twitter como herramienta de gobierno están hundiendo al Alcalde de Quito. Se podría creer que la tecnología no le sienta bien, lo cual parece un contrasentido en un personaje mediático. Pero el problema de fondo es que su destino está atado al de Quito, y que ese destino no luce ni claro ni afortunado.
En una elección presidencial, la moneda no permanece de filo. En algunas ocasiones, manos traviesas logran voltearla con hábiles maniobras; en otras, la mantienen girando el mayor tiempo posible, como sucedió en las elecciones del retorno a la democracia. Para que Roldós enfrentara a Durán-Ballén en segunda vuelta fueron necesarios nada menos que nueve meses.
Si no estuviéramos con tantos problemas, hasta podríamos darnos tiempo para bromear. Lo que menos quiere el candidato de Creo es que la inmunidad de rebaño llegue el 11 de abril. Y lo que menos desea el de Unes es que, tras las revelaciones sobre su presencia en el Banco Central, en lugar de economista le digan licenciado.
Quien mucho abarca, poco aprieta. La odisea de Yaku Pérez en busca de un cupo para la segunda vuelta presidencial se ha ido evaporando poco a poco. Optar al mismo tiempo por la presión de las movilizaciones y por el camino jurídico legal parece, a primera vista, una gran estrategia, pero es todo y nada a la vez.
Es relativamente fácil para el forense hacer un informe con el cadáver sobre la mesa y los informes en la mano. Más difícil es hablar de lo que vendrá. Aunque ya sabemos que la dispersión en la Asamblea obligará a quien resulte electo en la segunda vuelta a negociar para hacer reformas, no sabemos quiénes la disputarán.
La jornada del 7 de febrero, pese a estar tan próxima, no se presenta del todo clara. Ni en relación con la presencia de la ciudadanía en las urnas en medio de la pandemia ni en relación con los resultados electorales y su procesamiento.
El uso de campañas basadas en la información de la big data permite a los políticos manipular las emociones del electorado. Ecuador no es ajeno al fenómeno y, desde luego, tampoco la manipulación es nueva, pues antes se hacía por otros medios quizás más obvios y menos ‘invisibles’ que ahora. Para ser buen candidato hay que tener los suficientes recursos.
Los chinos crecieron a partir del consumismo mundial; a partir de él expandieron su economía y ganaron una influencia política irrefutable a escala planetaria. Ahora, después de las consecuencias de la pandemia originada en ese país, y sacando provecho de la ruidosa pero ineficaz administración Trump y de las dubitaciones de la Unión Europea, aparecen como los grandes jugadores de la ‘nueva normalidad’.
Todo el mundo lo sabe: una buena parte de la informalidad se nutre de los recursos relativamente fáciles de obtener. Uno es el oro, y su explotación ilegal en el país está ligada a la muerte y al peligro, a las mafias que brindan seguridad, al uso de armas, a la prostitución y la trata de personas y al lavado de activos y, por añadidura, a la destrucción de la naturaleza.
La gallina puso un huevo y quienes siguen creyéndose los gallos imprescindibles no dejan de cacarear. Lo que queda de la gallada del mal llamado socialismo del siglo XXI no digiere la realidad. Llega a la Presidencia de Bolivia Luis Arce, un sagaz ministro de Finanzas que impidió que la economía se fuera por el caño, como sucedió en los países donde los Maduros y los Correas hicieron lo que les vino en gana.
Hace un año, la dirigencia indígena estaba lista para la movilización que habría de golpear al país en sus puntos débiles y paralizarlo. El 3 de octubre empezaron en el sector rural las acciones que terminaron con la toma de Quito.
Escuché al ex presidente Hurtado decir en una entrevista que quien quiera hacerse cargo del país en el 2021 debe estar loco, o ser un ciudadano bien intencionado. De acuerdo. No hay que olvidar que otra categoría de personaje que quiere gobernar es el que persigue recobrar el poder y tapar las podredumbres de su reinado.
El coronavirus sigue mostrando sus lados más hirientes, incluso los que aparentemente no suelen preocupar, o no preocupaban, a la mayoría de ecuatorianos. Los sondeos son solo eso, pero acabo de ver uno en el cual la corrupción ocupa el primer lugar de la lista de aflicciones nacionales, incluso antes que el empleo, la seguridad y la salud. ¿Qué ha cambiado?
Se puede ser pobre o rico, gastar más de lo que se produce, en dólares o en cualquier moneda. El país adoptó la dolarización como una tabla de salvación hace más de 20 años, tras una crisis financiera que dejó varios muertos y pocos presos.
Hay una gran diferencia entre ser un ‘nini’ y un ‘no-no’. El primer término se utilizó hace décadas en el Reino Unido para describir la realidad de niños y jóvenes frente a la educación y al empleo, y ahora se usa, en tono peyorativo, para referirse a personas de entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan. Este fenómeno mundial, que tiene varias explicaciones, bordea el 20% de la población en la región.