El discurso del nuevo Presidente ya ha sido ampliamente comentado y solo resta coincidir en que, con un gran tinte emocional, fue un llamado a la unidad para atrevernos a mirar al futuro. Dadas las apremiantes circunstancias, a Guillermo Lasso le ha tocado pasar a la acción, y el primer paso fue un acuerdo legislativo arriesgado pero que era el menos malo de las opciones.
Los principales problemas del país están sobre la mesa y no son un misterio: la pandemia, la necesidad de recuperar la economía para combatir la inequidad. Lo que es un poco más difícil de ver son los cómos, con quiénes realmente cuenta y los posibles puntos de quiebre en este intento necesario de recomponer un país saqueado, endeudado y dividido.
Un escenario es la Asamblea, por donde tiene que pasar una serie de reformas para cambiar el molde económico-institucional. Los casi socios descontentos tienen su propia agenda judicial y política y, con seguridad, no van a coincidir con los caminos por los que Lasso se propone transitar. Los exsocios descontentos pudieran llegar a hacerlo, en la medida en que haya asuntos de su interés que los obliguen a atemperar sus santas iras.
Otro escenario es la calle. Hay problemas que merecen un mejor tratamiento, como las protestas de los transportistas. Es urgente encontrar un esquema de compensación para quienes usan un combustible que ha subido 48% en un año. No conviene dejar mechas encendidas cuando hay pirómanos capaces de lo que sea para recuperar el poder perdido.
En la calle también quiere expresarse en pocos días uno de los candidatos a dirigir a la Conaie, Leonidas Iza, de activa participación en las protestas de octubre del 2019. Qué estruendosa manera de hacer campaña “interna” para tratar de vencer a la candidata María Andrade, quien dice, con razón, que “ya es tiempo para las mujeres” en esa dirigencia.
Por último, en las calles se está expresando una creciente violencia resultante de las disputas de las mafias narcotraficantes que han penetrado a su gusto a lo largo de los años; las cárceles son la vitrina de esa tragedia, pero las irradiaciones de los ajustes de cuentas son parte importante de la inseguridad. Todo esto obliga a preguntarse con qué gestores civiles cuenta Lasso para enfrentar los problemas políticos y de seguridad interna, aparte del ministro César Monge y un viceministerio.
Y la inquietud va más allá, pues habida cuenta de la transición y de que los nuevos gobernantes no tienen suficientes cuadros, en la gestión del día a día están quedándose muchos “mandos medios” que no solo habrían sobrevivido en la era del morenismo sino que pueden seguir siendo el poder dentro del poder. La administración pública se refundó hace 16 años con una visión política de largo plazo.
Hay un país difícil de administrar. El pedido de encontrarse y atreverse debe ir acompañado de tácticas para sortear las asechanzas.