Por quién votaremos

Es relativamente fácil para el forense hacer un informe con el cadáver sobre la mesa y los informes en la mano. Más difícil es hablar de lo que vendrá. Aunque ya sabemos que la dispersión en la Asamblea obligará a quien resulte electo en la segunda vuelta a negociar para hacer reformas, no sabemos quiénes la disputarán.

Sabemos que hay un finalista, Andrés Arauz, y que el otro saldrá luego de que se termine el recuento de 50% de votos en 16 pro vincias y el 100% en Guayas. El inédito acuerdo al que llegaron Guillermo Lasso y Yaku Pérez, separados por décimas en los resultados aún no proclamados, se dio en medio de una especie de catarsis política que pudiera haber resultado bastante útil para el electorado.

Pero vamos al comienzo. ¿Qué pasó el domingo 7? Primero que nada, es notorio que los ecuatorianos tuvieron la voluntad de pronunciarse; el ausentismo fue bajo en relación con el riesgo que comporta el covid-19. Luego, quedó en evidencia que los sondeos no tuvieron muestras suficientemente representativas, sobre todo respecto a Pachakutik.

Y si la publicación de un conteo rápido por parte del Consejo Nacional Electoral no ayudó a aclarar la situación sobre el segundo y tercer lugar, la publicación de dos conteos rápidos mostró las costuras de un organismo donde se sintió la presencia de los partidos. Definitivamente, debe ser reconfortante saber que uno tiene la sartén por el mango.

Pero la expresión ciudadana en las urnas mostró aspectos más interesantes. Por ejemplo, que hay un voto importante que se orienta hacia las propuestas de Pérez y de Xavier Hervas. Diversidad, ambientalismo, son, en efecto, algunas notas que resuenan en el país que vivió las protestas de octubre de 2019 y vive la nueva normalidad que ha significado replantearse las relaciones con el trabajo, con la naturaleza, con los semejantes.

La pregunta -y ahí ya hay que afilar el escalpelo- es cómo, una vez superadas las dificultades de la primera vuelta, se expresarán los votantes frente a las alternativas Arauz-Lasso o Arauz-Pérez. Hay una serie de factores a considerar, pero con seguridad el empate técnico fue la oportunidad para que los electores hagan sus escenarios sobre lo que conviene.

Arauz marcha primero y hace sus cálculos sobre a quién y en qué circunstancias es más fácil enfrentar el 11 de abril. La distancia que tome respecto de Rafael Correa es crucial: ni tan cerca que queme ni tan lejos que no alumbre. Tiene que ser capaz de superar los resultados históricos del correísmo durante una década, y eso implica acuerdos.

La decisión para la mayoría del electorado será difícil, una vez que se termine la inédita situación por la que atravesamos. Después del feriado de carnaval viene el miércoles de ceniza, como inicio de la cuaresma, antes de la Semana Santa. Y siete días después, el domingo para definir el futuro del Ecuador.

Suplementos digitales