Fresca la época en la cual algunos caricaturistas y articulistas estimaban de ‘mal gusto’ criticar a Lenín Moreno y a sus jóvenes y ambiciosos ministros. Se supone que lo hacían con la intención de no darle la razón -que no la tiene- al correísmo y sus turbas de trolls, que trataron de traidor al ex Presidente por haberse distanciado de su Vicepresidente y ponerlo en el banquillo.
Ese acto de sobrevivencia, no solo política, tuvo y tiene un gran valor. Pero el gran caballo de batalla fue la denuncia de obras faraónicas en las que se gastaron miles de millones de dólares, aunque en cuatro años no hubo el debido seguimiento. La ampliación de la refinería de Esmeraldas y la mentira de la del Pacífico; la terminal marítima Monteverde, el poliducto Pascuales-Cuenca y la planta de gas natural de Bajo Alto fueron solo algunas.
Una auditoría financiada por el PNUD, conocida finalmente el 3 de enero de 2019, concluyó que por esas cinco obras se pagó nada menos que USD 4 900 millones, el doble de lo que debían costar. Lo peor de la mala noticia fue que varias obras presentaban daños cuyas reparaciones demandaban cifras cuantiosas.
El informe no incluyó, por alguna razón, lo que pasaba con los proyectos hidroeléctricos, pese a que también significaron miles de millones de inversión y seguían el mismo patrón: contratos sin licitación, de Estado a Estado, sin estudios completos, con precios aumentados en el camino, con retrasos en la entrega y sobredimensionamiento de las necesidades.
Un caso emblemático es el del Coca-Codo Sinclair. Como colofón de los problemas en su construcción, se detectaron fisuras que según la Corporación Eléctrica del Ecuador no se solucionarán con las soldaduras que hace la constructora. Pero no hay que olvidar que se trata de una empresa que se apalanca en las relaciones crediticias China-Ecuador.
Se demandará a la firma pero se ha perdido mucho terreno en el plano legal debido a la serie de malas decisiones tomadas a lo largo de los años. Hoy la central opera solo con cuatro de sus ocho unidades, mientras que la erosión regresiva se encuentra a solo 8,7 kilómetros de la obra simbólica del correísmo; en febrero del año pasado, cuando empezó, estaba a 19.
Aunque cosa parecida sucedió con la mayoría de obras con problemas detectados, no se notó mucho celo por ir al fondo del problema en el caso del Coca-Codo; es la ‘pregunta del millón’ que ojalá despeje la Comisión de Fiscalización de la Asamblea. Vale recordar que tampoco se impulsó el trabajo de la comisión internacional contra la corrupción. Se la creó sobre la marcha y todo terminó en un litigio.
Hace dos años se investigó el caso INA papers en la Fiscalía; queda por analizarse la supuesta continuación del esquema del llamado Arroz Verde para una campaña posterior, un tema que le concierne a la ciega justicia.
La cirugía mayor tuvo sus vericuetos y fisuras caricaturizables y analizables. ¿Por qué no?