La jornada del 7 de febrero, pese a estar tan próxima, no se presenta del todo clara. Ni en relación con la presencia de la ciudadanía en las urnas en medio de la pandemia ni en relación con los resultados electorales y su procesamiento.
Dijimos ya que los debates permitieron comparar las ideas de los 16 aspirantes a dirigir el país con sus urgencias y sus necesidades de mediano plazo. La economía y su nervio central, la dolarización; el financiamiento público y privado y los retos de mejorar la productividad; son los primeros peldaños para seguir con el cumplimiento de las necesidades en educación, en salud, en seguridad.
Quien se enfrente a la tarea -con un colegislador tan complicado como puede ser una Asamblea Nacional dispersa- saldrá de este numeroso pelotón producto de un modelo político ‘revolucionario’ que no hizo sino acrecentar la crisis de representatividad política. Pero tendrá que llegar en los dos primeros lugares en la primera vuelta.
Antes de centrarnos en quienes se enfrentarán en la segunda vuelta, no dejemos de preocuparnos por el posible ausentismo en la primera. El miedo al contagio no es exclusivo de los miembros de las juntas; quienes deben trasladarse a cumplir con el sufragio tendrán más dificultades que las habituales. Para algunos, la obligatoriedad de la papeleta no será un gran argumento, y quizás decidan esperar unas semanas para obtenerla.
La autoridad y el Estado tienen mucho por hacer para ofrecer una jornada con bioseguridad; los simulacros van dejando lecciones que se deben asimilar, pero el esfuerzo de la fuerza pública y de los organismos de apoyo será titánico ese día. Vocales electorales y miembros de los movimientos tendrán mucho trabajo, casi tanto como quienes están encargados de procesar los resultados de una manera oportuna y transparente.
Por lo pronto, ya hemos visto la celebración anticipada de una presunta primera dama; ya sabemos que hay al menos un candidato que empieza a concentrarse en qué hacer para multiplicar sus votos en la segunda vuelta y no se preocupa tanto de la primera. Seguramente hay otro cuyos asesores ya están analizando cómo evitar un debate cara a cara, en el caso de que sea uno de los dos finalistas.
Países con distinto grado de dificultad debido a la pandemia ya han acudido a votar; hoy lo hace Portugal. En el caso ecuatoriano, se toman medidas para atenuar el aumento de contagios después de las celebraciones de fin de año. Pero el incumplimiento de las normas mínimas se observa en varias regiones.
Más todavía, la campaña electoral se realiza sin mayores medidas de seguridad; solo una Alcaldía tiene normas claras. Es lógico que eso no le importa a buena parte de candidatos que saben que no van a ganar. Pero el efecto covid en las elecciones sería indeseable si llegara a alterar la voluntad de los ciudadanos.