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Nadie mueve un dedo en estas páginas para defender al correísmo, faltaba más. En cambio, cuando algún columnista denuncia el silencio del ‘Papa rojo’ ante la dictadura venezolana, no falta quien defienda aquí mismo a Francisco y la Iglesia en desgracia. Eso está bien, que la gente saque la cara por sus creencias, pero sin trazar líneas rojas pues todo lo humano y lo divino es debatible y cuestionable.
Habiéndome criado junto al mar, cada vez que vuelvo a Manabí y siento en la cara el aire caliente que entra por la ventana y miro a la gente y los sombreros de paja y oigo el hablado desenfadado, me pongo contento. Silbando voy y manejando por El Carmen hasta que empiezo a ver las fotos de ese señor que botó jodiendo al país y huyó a Bélgica. Pero, en vez de advertir ‘Se busca’, su imagen está siendo usada de nuevo como gancho para los candidatos de las listas de otro pícaro que está en la cárcel.
Según la psicología, los fantasmas expresan los miedos, la culpa y los deseos reprimidos de los atribulados sujetos. En cambio, los fantasmas políticos gozan de una existencia menos escurridiza: aparecen de vez en cuando en la televisión y dejan una huella imprecisa en las encuestas de opinión, pero cuando su amenaza se torna verosímil e inminente, el gallinero se alborota como si se aproximara un zorro.
Mi artículo de la semana pasada no fue publicado porque citaba los nombres de 4 o 5 personajes con aspiraciones municipales o presidenciales: venerables ancianos que anhelan seguir mangoneando en un país donde el 58% de la población es menor de 30 años. Tampoco me olvidaba de algunos outsiders jóvenes con sonrisas y programas diseñados por un marketing que nos recuerda la campaña del desdibujado alcalde, salvo que ahora no hay rabia y rechazo contra el inquilino de Carondelet sino tristeza y frustración.
En un video dirigido al pueblo de EE.UU., el voluminoso tirano de Caracas amenaza a Mr. Trump con desatar un Vietnam si llega a invadirlo para apropiarse del petróleo, dice, con el pretexto de defender la democracia. En realidad, Maduro está advirtiendo al mundo que él y su banda de criminales con charreteras prefieren hundir a su pueblo en un infierno de sangre y fuego que entregar el poder.
pcuvi@elcomercio.org Ante el mausoleo de su hermano, Raúl Castro acaba de celebrar 60 años de dominio familiar sobre la isla. Hay que manipular mucho a la gente para que un apellido persista tanto. Contaba Jon Lee Anderson que, para escribir la biografía del Che, se fue a vivir en La Habana con su familia. Un día, su hija chiquita, al volver del campamento de pioneros, le preguntó si sabía lo que era el amor. “No”, replicó el gran cronista. “Amor es lo que siente Fidel por todos los cubanos”. Pues sí, así es cómo se fabrican los dioses políticos, con un método parecido al de los curas cuando nos decían que Jesucristo nos amaba tanto que murió en la cruz para salvarnos (¿de qué?). Pero los dictadores piden a cambio sumisión. Y como el amor no basta, montan temibles aparatos de vigilancia que instalan el miedo en la inmensa mayoría. Visité Cuba en 1993. Los rusos se habían marchado y el país estaba en soletas, hundido en esa desesperanza que refleja la ‘Trilogía sucia de La Habana’ de P.
pcuvi@elcomercio.org Destronado y denigrado por acoso homosexual, Kevin Spacey lanzó días atrás el video semicasero ‘Let me be frank’ en el que pretende justificarse reviviendo la complicidad de los seguidores de ‘House of Cards’ con Frank Underwood, el político corrupto que no se detuvo ante nada para alcanzar la Casa Blanca. “Nos han querido separar –dice con voz seductora, mirando a cámara–, pero lo compartíamos todo, les mostré mis secretos más oscuros, les mostré de lo que son capaces las personas, nunca respeté las reglas y eso a ustedes les encantaba”. ¡Bingo! En otras palabras, el acusado Kevin asume el franco cinismo de un personaje de ficción para decir que estamos en el mismo bote y que nos encandilan las transgresiones de los poderosos. Se diluye así la barrera entre realidad y deseo, entre verdad y mentira, entre lo correcto y lo inmoral y es imposible no pensar en Donald Trump, un tiburón del negocio inmobiliario, esa especulación donde triunfan los desalmados, quien se c
Niels Bohr, el científico del átomo, tenía una herradura de siete clavos colgada en la puerta de su casa. Cuando le preguntaban si creía en esa superstición, respondía: “Por supuesto que no, pero dicen que funciona aunque uno no crea”. Tal como Bohr, el lunes por la noche, 16 millones de ecuatorianos/anas escépticos o creyentes tendremos que ponernos calzoncillos y calzones y pañales amarillos para ver si salimos de la crisis económica sin tener que ajustarnos mas el cinturón acudiendo al maléfico FMI, que tiene la peregrina idea de que la gente debe trabajar y no vivir del Estado obeso. Tarados, no entendieron nada.
No hay en la civilización occidental una palabra más poderosa que Roma. Desde la Roma imperial que provocó la leyenda del Niño Jesús, pasando por la ciudad voluptuosa de los Borgia y de Fellini, hasta la ‘Roma’ del mexicano Alfonso Cuarón que ha recibido el aplauso unánime de críticos y directores de América y Europa. Ya ganó el León de Oro de Venecia y el Festival de Vancouver y se dispone a conquistar los Globos de Oro y lo que le pongan por delante. Además, Yalitza Aparicio, la indígena que encarna a Cleo, es considerada como la revelación del año y aparece en la tapa de las grandes revistas. Una humilde maestra de Oaxaca convertida en estrella gracias a la conmovedora naturalidad de su actuación.
Lo que parecía una medida precipitada e irresponsable podría ser vista también como una jugada maestra. Se dice con insistencia que Lenin ya había pensado en Otto Sonnenholzner para completar su papeleta electoral del 2016, pero Correa le impuso a su guardaespaldas. Acceder al poder con Glas y desecharlo luego con todo el respaldo nacional, y haber utilizado al resbaladizo clan Vicuña para el control de AP y descartarlo con tanta facilidad es sencillamente magistral pues le permitió al Gobierno sacar de la gaveta esa primera opción, asentada en una premisa que sonaba a broma en el siglo pasado pero que ya no lo es; a saber, que la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas.
No podemos pasarnos el resto de la vida hablando de ladrones y ladronas. Hay temas más interesantes, como, por ejemplo, el segundo libro de Yuval Noah Harari: ‘Homo Deus. Breve historia del mañana’, Difícil hallar un título mejor y un asunto más inquietante que un futuro que ya está aquí. Días atrás, un científico chino anunciaba que había manipulado genéticamente dos embriones humanos con resultados satisfactorios. Los curuchupas pusieron, literalmente, el grito en el cielo y el Gobierno chino hizo la pantomima de que lo iba a investigar (¡ja! los chinos, que cuando no corren vuelan para adelantarse a los gringos).
El correísmo no es solo Correa; es una forma torcida de hacer política, más torcida que pedo de culebra. Son tantos los escándalos y tal el cinismo que no nos queda más que acudir al reino animal para tratar de entender lo que pasó. Por ello, cuando se fugó el hermano de Vinicio Alvarado se habló de topos que lo ayudaron y que seguían socavando la frágil estructura del Palacio de Gobierno.
Algún rato colaboré en un estudio sobre la importancia de los artículos de opinión. En una muestra amplia de periódicos resultó que, en general, reflejaban bastante bien lo que estaba pasando y varias de sus advertencias se iban cumpliendo, pero los gobiernos no prestaban oídos a consejos no pedidos y tropezaban una y otra vez con las mismas piedras. Recordando eso, hoy, martes 20, justo antes de que empiece la feria de las mentiras electorales, averiguo cómo ven la situación cuatro destacados columnistas.
Estoy en contacto, vía Whatsapp, con Yacu Pérez Guartambel, líder de la Ecuarunari que encabeza la marcha indígena en defensa del agua y la selva y en contra de los “delincuentes correístas –como lo dicen con todas sus letras– que no queden en la impunidad y se recuperen los dineros robados”. Una vez más son los indios quienes le lavan la cara a este país. Salieron de Zamora hace varios días y se acercan a Quito, tal como lo hicieron en agosto del 2015 cuando fueron el detonante de la inmensa manifestación a la que plegaron quiteños de todas las clases sociales y que culminó cuando la policía del déspota golpeó brutalmente a Pérez Guartambel y encarceló a su compañera, Manuela Picq.
El personaje que mejor simboliza las últimas elecciones de EE.UU. es Alexandria Ocasio Cortez. Esta newyorkina de familia puertorriqueña parece diseñada en computadora para encarnar exactamente lo opuesto a Donald Trump: si este es viejo, blanco, millonario, égolatra, prepotente, mentiroso, racista, machista y así por el estilo, ella es joven, la más joven congresista que haya sido elegida nunca, alegre, trigueña, camarera y educadora, defensora de las minorías, que, para mayor inri, no solo de los republicanos sino de la élite de su partido (porque no todos los demócratas somos iguales, dice) tiene la audacia de declararse socialista y triunfar con esa bandera.
Tema peliagudo. Si no fuera porque afecta la vida de tantos millones de personas, que cada uno crea en la divinidad que quiera y santas pascuas. Pero son las teocracias como Irán, las monarquías descuartizadoras como Arabia Saudita y los fascismos de diverso pelaje los primeros que hablan en nombre de Dios e invocan su ayuda para ganar guerras y elecciones, o llevar a cabo actos terroristas y limpiezas étnicas o políticas de infieles de color rojo.
Este octubre se cumple un siglo de la soleada mañana cuando un grupo de estudiantes se reunió en la vieja casona de la Universidad Central, a media cuadra del palacio de Carondelet, para fundar el Universitario, un club de fútbol entusiasta y artesanal que tuvo en sus filas al futuro alcalde Carlos Andrade Marín y permaneció activo hasta 1930, cuando pasó a llamarse formalmente Liga Deportiva Universitaria.
Esa es la pregunta del millón que aflige a los ecuatorianos de a pie. Cuando me la plantean así, de buenas a primeras, para ganar tiempo respondo que me es más fácil predecir qué pasará después de la muerte (probablemente nada, pero ese es otro tema) que tener la clarividencia necesaria para avizorar lo que sucederá en el Ecuador hasta el 2021.
A estas alturas, en una pequeña reunión me tocó salir en defensa de la importancia histórica del Manifiesto Comunista, que cumplió 170 años y para bien y para mal impuso la narrativa de las insurrecciones sociales, no solo de la clase obrera, aunque hoy ande tan venido a menos que hasta los cubanos borraron el término ‘comunista’ de su Constitución. Como no he vuelto a abrir el legendario panfleto desde que era profesor de Materialismo Histórico en la U. Central de los años 70, no quise meterme en honduras y dije que había que situarlo en su época, cuando Inglaterra vivía la fase del capitalismo salvaje que explotaba a obreros y niños en jornadas de 14 horas.
La organización para delinquir que montaron los jerarcas del correísmo pudo funcionar solo porque contó con la complicidad de muchos y la aceptación silenciosa de muchísimos más. Quizás porque no se esperaba que claudicaran de esa manera, quienes más urticaria generaron en los medios fueron los intelectuales de izquierda que se entregaron en cuerpo y alma a una revolución supervisada por Alexis Mera y los Alvarado.