La velocidad de la IA ha puesto en vigencia la necesidad de una gran revolución.
Se habla de la caducidad de múltiples profesiones. De desempleo masivo. Millones serán considerados inútiles.
A todas luces el Estado que se dibuja en la Constitución, es un deber ser. En la realidad, la mayoría de instituciones, incluida la Policía, responde al viejo Estado...
Hoy vemos un pleito entre ‘no cotejas’, de Rusia contra Ucrania, de un grandote desquiciado contra un pequeño delirante que terminará mal y derrotado.
Sí, otra vez el calvario de las famosas pruebas. Otra vez el drama de buscar cupo. Otra vez la frustración para miles de bachilleres que no podrán cumplir con su sueño de continuar con los estudios universitarios. Esta trágica y dolorosa historia se repite y se repetirá si no se soluciona el problema de base. […]
Es hora de aceptar la realidad, tal cual es, no cómo la imaginamos, o cómo quisiéramos que fuera. Si no, como es.
El micro confinamiento nos lleva a cultivar las artes de los servicios domésticos. Somos más eficientes en barrer la casa, limpiar el baño, lavar y colgar la ropa, poner a punto la cocina. Pero también hemos vuelto a los libros, a la literatura, y por supuesto a disfrutar alguna buena serie que nos llega por internet.
Cuando evalúas tu vida, a parte de tu madre o tu padre, te acuerdas de las personas que más influyeron positivamente. Y allí, inevitablemente, en la bruma de la memoria, asoma la figura de una maestra o un maestro que marcó tu destino, tu forma de ser, de pensar, de sentir.
¿Quién ganó el debate?, pregunté a mis estudiantes. La mayoría respondió que los dos perdieron. Sea por el formato del ejercicio, que propició la generalización y ambigüedad de las respuestas a partir un selvático ramillete de preguntas oscuras y amplísimas, y del guión confrontativo establecido por los jefes de campaña de cada candidato forzados a liquidar al contrincante, generando vacío y decepción al observador del debate, llevando a la ratificar la profunda crisis política de liderazgo y representación que vive el país desde hace años.
“Verdadero es el discurso que dice las cosas como son, falso el que las dice como no son”, Platón. “Negar lo que es y afirmar lo que no es, es lo falso, en tanto que afirmar lo que es y negar lo que no es, es lo verdadero”, Aristóteles (Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano).
Si quieren ganar las elecciones en segunda vuelta, tanto la derecha fundamentalista, cuanto el populismo tienen que reinventarse. Toparon techo en su voto duro. No les toca más que ir a buscar votos al centro y a la izquierda. En principio esta operación se verá oportunista e inviable. De pronto los lobos vistiendo de ovejas, es anti estético y cínico.
Las derechas fueron las grandes derrotadas en este proceso electoral. No solo fue culpa de la campaña plana, poco creativa del candidato Lasso. O de las “noticias falsas” de sus contrincantes. O de los prejuicios de la población frente a un banquero. No solo fue su condición de mal candidato, como dicen algunos comentaristas. Cualquier candidato, joven, viejo, serrano o costeño, de esta tendencia política estaría transitando por los caminos que hoy camina el señor Lasso.
Todo influye en todo. Los eventos son resultado de múltiples causas. Detrás de algún acontecimiento están factores económicos, sociales, culturales, políticos, ambientales y más. Pero, según las circunstancias, determinados elementos inciden más que otros.
El dogmatismo resurge en el mundo con potente fuerza. Está presente en los grupos extremistas de derechas e izquierdas. En los neofascismos y en esencialistas de movimientos contestatarios.
Realismo, estabilidad, corresponsabilidad e inversión pública deben ser las banderas de estos días para enfrentar la complicada situación del sector educativo.
Debemos aprender a valorar lo que hacemos y a dar las gracias. El logro es de muchos, aunque unos aportaron más que otros. Al final del día el positivo resultado no es solo de ellos sino de todos. De todo un país.
Ninguna niña, niño y adolescente debe quedar fuera de la escuela. El internet debe cubrir todo el país. Todos los estudiantes y profesores deben acceder a computadoras y teléfonos inteligentes. Todas las instituciones educativas deben estar provistas de plataformas y software educativos. La universalidad de maestros debe capacitarse en las nuevas tecnologías. Las familias deben instruirse para acompañar en casa los estudios virtuales de sus hijos. Estas y otras son condiciones básicas para enfrentar esta fase de transición, en la que hemos decidido defender vida frente al virus.
Es la muletilla que gobernantes nacionales e internacionales han patentado para encubrir su incapacidad al momento de enfrentar la crisis de la pandemia. En el mundo, varios países han atenuado significativamente la presencia del virus. Son experiencias de las cuales hay que aprender para avanzar y no hundirnos más.
Los más chiquitos, los de 3 a 5 años son los más golpeados por la crisis. Y no solo sufren los más pobres, como siempre, sino también los de todas las clases sociales. La alerta viene del hecho del desplome de la matrícula en educación inicial, en las escuelas fiscomisionales y particulares, tanto en las que acogen a los más pobres como Fe y Alegría, como a las numerosas de las clases medias y a las opulentas. Sí, muchos de los más pequeñitos, no recibirán educación inicial, reconocida como extremadamente importante para desarrollar sus capacidades y destrezas que les garantizaran tener mejores condiciones para enfrentar la vida y estudios futuros. En 10 y 20 años el país se dará cuenta de las consecuencias de este desastre generacional.
Al fin buenas noticias en medio de la obscuridad. Buenas nuevas que hablan que en Ecuador hay un importante segmento de la población que, a pesar de las malas condiciones, con sacrificio, persistencia, solidaridad y profesionalismo trabajan en función de los demás. Esto sucede en el sector educativo, y los exponentes de este comportamiento, son los docentes.