¿Espejismos?

Realismo, estabilidad, corresponsabilidad e inversión pública deben ser las banderas de estos días para enfrentar la complicada situación del sector educativo.

Realismo, en este caso, significa hacer una lectura adecuada del contexto para no vivir de fantasías, reducir los riesgos, la incertidumbre, las expectativas falsas y la angustia en la que vive diariamente la población.

Algunos datos de esa realidad. El coronavirus se quedará por mucho tiempo y es altamente peligroso. No hay vacuna ni medicina.

Por más que los gobiernos presionen a la población para el retorno a la “normalidad”, la enfermedad se impone. Madrid, París, Nueva York, que relajaron sus medidas de bioseguridad, creando el espejismo de superación de la epidemia, en estos días, desesperadas, soportan un nueva ola del virus, precipitándose otra vez el cierre de negocios y escuelas. Conclusión: al menos en el ámbito educativo, no cabe forzar el retorno a la presencialidad de manera generalizada, si no existen condiciones básicas para ello.

El sistema educativo es diverso, por lo que las medidas a tomarse deben responder a tal situación. Si algunos colegios de clases acomodadas, que tienen los recursos y la voluntad de las familias, para retornar a la presencialidad, pues que lo hagan, es su meditada decisión y responsabilidad. Sin embargo, estas experiencias, por su obvia situación de excepción, no pueden considerarse como modelos piloto, tan promovidas por el COE y la prensa, ya que no se los puede difundir en las carenciadas y masivas entidades fiscales.

En las zonas rurales alejadas, sin internet ni computadores, las familias están angustiadas por sus hijos. Piden la reapertura de sus pequeñas escuelas, anhelo que puede realizarse bajo el principio de corresponsabilidad. El Estado y los gobiernos locales deben garantizar, agua, jabón, lavamanos, servicios higiénicos, material didáctico y sobre todo la presencia y protección del docente. Las comunidades aportarían con mingas; las familias con el acompañamiento de los niños y niñas. Este modelo es viable bajo acuerdos de familias, comunidad, Gads, maestros y ministerios.

En las ciudades es irresponsable la decisión de ir este año a la presencialidad, por la concentración masiva de estudiantes y el peligroso traslado en el transporte público, caótico y saturado. Hay unidades educativas de cientos y miles de alumnos. Aulas de 40, 50 o 60 estudiantes. En las urbes, mal que bien funciona el modelo de educación virtual. El mensaje, en el caso de las instituciones masivas, debe ser claro en afirmar que este año lectivo nos quedaremos en educación virtual. Con esto se brindaría estabilidad a las familias e instituciones. No obstante tal mensaje, debe venir con el compromiso de Gobierno y municipios de ampliar y mejorar la conectividad, la gratuidad de datos y la entrega masiva de computadoras a estudiantes y docentes.

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