Los más chiquitos, los de 3 a 5 años son los más golpeados por la crisis. Y no solo sufren los más pobres, como siempre, sino también los de todas las clases sociales. La alerta viene del hecho del desplome de la matrícula en educación inicial, en las escuelas fiscomisionales y particulares, tanto en las que acogen a los más pobres como Fe y Alegría, como a las numerosas de las clases medias y a las opulentas. Sí, muchos de los más pequeñitos, no recibirán educación inicial, reconocida como extremadamente importante para desarrollar sus capacidades y destrezas que les garantizaran tener mejores condiciones para enfrentar la vida y estudios futuros. En 10 y 20 años el país se dará cuenta de las consecuencias de este desastre generacional.
El cierre de la educación inicial afecta a otros miembros de la comunidad educativa. Debido a la mala situación económica y a la carencia de alternativas pedagógicas innovadoras, los hogares establecen diversas estrategias de supervivencia. La más utilizada es sacar de cualquier propuesta educativa a los más pequeños y dejarlos al cuidado, en el mejor de los casos, de los abuelos. En una radio, una desesperada abuelita decía: “señor, no sé qué hacer con mi nietita de 3 años que tengo que cuidar y educar”. La angustia se toma los hogares.
El cierre de los iniciales afecta al personal docente, a las miles de parvularias, que hace meses recibieron el primer impacto con la drástica reducción de personal del Ministerio de Educación.
A partir de estas evidencias se transparenta un problema invisibilizado, la difícil situación de la educación fiscomisional y, especialmente particular, cuyos establecimientos, 531 y 2.954 respectivamente, brindan educación a más de 1 millón de niños y niñas. Estas escuelas viven de las pensiones erogadas por las familias, que por la pandemia han bajado sustancialmente sus ingresos. Una encuesta reciente de Confedec a las familias lo confirma: el 93% han sido impactadas negativamente. El 42,22% dicen que bajó significativamente sus ingresos, el 41,79% que disminuyeron sus ingresos, y 9% afirman “perdimos nuestros ingresos”.
Sin plata, muchos padres no pueden soportar el pago de pensiones. Sin esos ingresos algunos colegios reducen su personal, otros experimentan la quiebra, cierran. Los profesores y administrativos al desempleo. Así, un buen porcentaje de estudiantes del sector privado migra al público, desencadenando masificación, sobre trabajo de los docentes y reducción de la calidad educativa.
De esto no habla la TV, que nos ha tenido en las últimas semanas entretenidos (entontecidos) con los culebrones de corrupción de mafias de mediana monta, mientras los grandes problemas, como la educación han pasado a un décimo plano. Pero la gente se da cuenta. La golpeada clase media castigará con su voto a los usufructuarios del momento y a los pésimos conductores de la crisis.