¿Quién ganó el debate?, pregunté a mis estudiantes. La mayoría respondió que los dos perdieron. Sea por el formato del ejercicio, que propició la generalización y ambigüedad de las respuestas a partir un selvático ramillete de preguntas oscuras y amplísimas, y del guión confrontativo establecido por los jefes de campaña de cada candidato forzados a liquidar al contrincante, generando vacío y decepción al observador del debate, llevando a la ratificar la profunda crisis política de liderazgo y representación que vive el país desde hace años.
¿Quién ganó el debate? Ninguno. Pero no solo perdieron los candidatos, sino que perdimos todos, ya que continuamos con la sensación de seguir frente a una mega crisis sin ideas ni caminos ciertos para salir de ella, ni con un espíritu que aglutine, anime, una voluntades. Otra vez la confrontación, la desunión y violencia. ¡Ufff…Qué cansancio¡ como dicen los jóvenes.
Hay que romper este círculo vicioso y suicida. Si el CNE no puede elaborar preguntas para elevar el nivel de la política y del debate, ellas tienen que ser elaboradas por la academia, la prensa crítica y la sociedad civil consciente, con la clara intención de forzar respuestas de los candidatos y de sus equipos. Contestaciones concretas y viables que conduzcan a diseñar políticas a ser aplicadas desde el 24 de mayo del 2021. La iniciativa política debe pasar de los políticos a la ciudadanía.
Bajo este impulso, en este espacio, se hace pública una inquietud de diversos sectores de la educación dirigida a los finalistas: “Señor Lasso, señor Arauz, cada uno por su lado ha señalado la importancia del cambio educativo. Saben también que un factor crucial de la transformación es el docente. Se requiere con urgencia una política integral docente: estímulo, reconocimiento social, formación inicial y capacitación permanente, salarios dignos, atención de salud, jubilación adecuada. Las reformas a la LOEI, que apuntan en esta dirección están en manos del Ejecutivo. Siendo así, señores candidatos, ¿Pedirán al presidente Moreno la aprobación a las reformas a la LOEI? Y de ser así ¿cuál es su plan de financiamiento para que se hagan realidad las reformas salariales, capacitación, personal docente y de psicología necesario para enfrentar las secuelas de la pandemia?”
Las respuestas a este tipo de preguntas tienen la virtud de llevarnos abruptamente a la realidad. No hay espacio para la ambigüedad, el juego de cintura o la confrontación con el rival. Y además tales respuestas involucran no solo al gobierno, sea cual sea el que se siente en la silla presidencial el 24 de mayo, sino al Estado y a la sociedad. Si la educación es prioridad, y han tantas necesidades que cubrir estos días para volver a la presencialidad este año, es crucial un pacto. Además, señores candidatos, 160 mil docentes fiscales con sus familias llegan a un millón de votos.