Dogmatismos

El dogmatismo resurge en el mundo con potente fuerza. Está presente en los grupos extremistas de derechas e izquierdas. En los neofascismos y en esencialistas de movimientos contestatarios.

Para entendernos: ¿Qué es el dogmatismo? Para la R. Academia de la Lengua es la “Presunción de quienes quieren que su doctrina o sus aseveraciones sean tenidas por verdades inconcusas”, es decir, verdades sin contradicción o cuestionamiento.

Es así que el dogmatismo se enconcha en su mirada del mundo y la quiere imponer a los demás, las más de las veces a través del atropello.

Así la fuerza del dogmático no está en la razón, está en la violencia. Todo dogmático es violento en potencia.

El dogmatismo ha dominado el mundo por largos periodos a través del poder institucionalizado y del simbólico. Una de las más reputadas instituciones de defensa del dogma católico fue la Inquisición y el ejecutor más afamado por su crueldad el monje y confesor de los Reyes Católicos, Tomás de Torquemada.

Así, pensadores, alquimistas, científicos, filósofos, humanistas, hombres o mujeres, pasaron por torturas o por la hoguera, acusados de brujas, herejes, endemoniados y cuestionadores de la santa palabra.

Pero luego, cuando a nombre de la ilustración, de la justicia y de la razón triunfó la revolución francesa, apareció el dogmatismo extremista en un sector del jacobinismo, que llevó a la guillotina a todos los que se sospechaba opositores al cambio.

El destacado historiador y biógrafo Stefan Zweig describe aquel entonces citando el documento “Instruction de Lyon” atribuido a Josep Fouché en su época de jacobino terrorista: “Todo les está permitido a los que actúan a nombre de la República…La revolución está hecha para el pueblo…Estáis oprimidos y debéis aniquilar a vuestros opresores; habéis sido esclavos de la superstición eclesiástica, y no debéis tener otro culto que el de la libertad… Todo el que permanece al margen de este entusiasmo, que conoce alegrías y tribulaciones ajenas a la felicidad del pueblo, abre su alma a intereses fríos, calcula lo que rentará su honor, su posición, y su talento y se aparta así, por un momento del bien general… todos estos mienten, si se atreven a llamarse republicanos. Que abandonen el país, si no quieren que se los desenmascare y que su sangre impura riegue el suelo de la libertad. La República no quiere en su seno más que seres libres, está dispuesta a aniquilar a los demás…” Y así se hizo en esos años de terror.

Así, en esos tiempos, algunos pasaron del “culto” a la cruz, al “culto” de la república; del fanatismo religioso, al fanatismo republicano. Luego, el siglo XX, con el capitalismo se pasó al culto del dinero y, en el socialismo real, al culto del partido. Y el siglo XXI, se alzan nuevos Torquemadas, de izquierdas y derechas, hombres y mujeres, generando miedo. ¿Y, los que estamos en la mitad, qué hacemos?