El llamado estrés hídrico ha dejado de ser una advertencia distante y se ha convertido en una realidad palpable. Latinoamérica no está exenta de este desafío: México, Chile, Perú, Colombia y otros enfrentan crecientes presiones sobre sus recursos hídricos.
A medida que el cambio climático avanza y las poblaciones continúan creciendo, la gestión del agua es una tarea más urgente que nunca.
México enfrenta a un aumento en la intensidad de las sequías, exacerbadas por el crecimiento demográfico descontrolado, el cambio climático y la sobreexplotación de acuíferos. El sector agropecuario, que demanda abundante agua, está en la primera línea de esta crisis.
Aunque México no está solo en esta lucha, Chile y Perú también están en riesgo de sufrir un estrés hídrico para el 2050. Esto según la proyección del Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés).
Estas y otras proyecciones deberían ser una llamada de atención. El estrés hídrico no solo amenaza la disponibilidad de agua para el consumo humano, también impacta en agricultura, industria y medioambiente. Si no se toman medidas urgentes y efectivas, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Parece retórica, pero no hay más tiempo para que gobiernos, comunidades y sectores industriales trabajen juntos y desarrollen estrategias de gestión del agua sostenibles y equitativas. Esto incluye tecnologías más eficientes para el uso del agua, la promoción de prácticas agrícolas y ganaderas más sostenibles, y la conservación de ecosistemas acuáticos vitales como los ríos y humedales.
Si bien Ecuador no figura en el informe del WRI, no significa que estemos exentos del problema. Una muestra de esto es la falta de previsión y planificación frente a la falta de lluvias y que devino en los actuales cortes de energía eléctrica. El cambio climático, el crecimiento poblacional y la falta de gestión sostenible de los recursos hídricos son factores que amenazan con intensificar el estrés hídrico en Ecuador.
El tiempo para actuar es ahora. El estrés hídrico no es una preocupación futura, sino una realidad urgente que requiere atención inmediata. Si queremos asegurar un futuro sostenible para las siguientes generaciones, debemos tomar medidas decisivas y colaborativas para proteger y preservar uno de los recursos más vitales del planeta: el agua.