Hace tres años, Netflix puso en su plataforma la serie ‘Cómo se convirtieron en tiranos‘ (How to Become a Tyrant), narrada por Peter Dinklage, famoso por su papel como Tyrion Lannister en ‘Juego de Tronos’. El documental muestra, cual si fuera un manual, en los oscuros entresijos del poder político autoritario.
Basada en el trabajo de los politólogos Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith, la serie ofrece una guía escalofriante sobre cómo conquistar y mantener el poder dictatorial. La serie nos muestra los métodos empleados por diferentes dictadores para consolidar su control. Desde Adolf Hitler hasta la dinastía Kim de Corea del Norte.
Lo aterrador es que el manual no dista mucho de lo que ‘líderes’ —supuestamente demócratas— hacen en nuestros países.
En América Latina ahora mismo existe una polarización de visiones sobre el tipo de liderazgos que se necesitan para crecer como sociedad. Están los de extrema derecha, como Javier Milei en Argentina, hasta los populistas de izquierda como Nicolás Maduro en Venezuela. Cualquiera de las posiciones siempre será descalificada por sus oponentes. No obstante, los dos extremos tienen líderes que siempre han existido con rasgos similares; propios de un manual.
¿Se puede intentar un cambio? Siempre aparecen nuevas figuras con ideas frescas y estilos de liderazgo innovadores. Sin embargo, las estructuras políticas existentes suelen resistirse a la llegada de nuevos líderes y a las ideas innovadoras que estos puedan traer consigo. Los intereses establecidos pueden obstaculizar el ascenso de nuevos líderes que amenacen su poder o estabilidad.
En muchas sociedades, como la latinoamericana, la cultura política está profundamente arraigada en ciertas tradiciones, normas y valores. Esto dificulta la aceptación de nuevos enfoques y liderazgos que desafíen las prácticas establecidas. Entonces, la respuesta obvia es volver al personaje obvio, al que construye su imagen populista y que quizás esconde un tirano en su ego.