¡Curiosa pregunta! Si ya es difícil para una mujer reunir a ojos de hombres y mujeres, los méritos necesarios para presidir un consejo, un partido político, una sociedad, corporación, capilla o entidad de cualquier naturaleza, desde hace mucho tiempo se viene confundiendo a feministas y feministos, a través de las redes sociales, con argumento no solo falaz, sino ignorante, cuando se afirma que presidenta, femenino de presidente, no existe ni puede existir en nuestro idioma. Este adefesio que hace reír a quien alguna vez tuvo un buen profesor de lengua, se envía y reenvía, perdura, gusta, contagia y convence a los que tienen vocación de sabihondos, para quienes el razonamiento que sigue es seductor e incuestionable: ‘Ente, terminación de presidente, es una palabra que significa ‘lo que es, existe o puede existir’, es decir ‘ser’. Así, presidente es ‘el que preside al ser’... Y como ‘enta’ no existe –aún no la han inventado, pero ya llegará- se desecha para siempre el femenino ‘presiden
El filósofo español y académico de la lengua don Emilio Lledó, a sus noventa y un sabios años, habla de ‘otro tipo de tiempo’, tiempo de otra índole, otra naturaleza: días de valor.
La esperanza que persiste más allá de la vida propia y de la de los demás exige heroísmo.
“No tomaré partido pero sé qué necesita la Academia” ha resaltado Darío Villanueva, aún director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias, hasta que una nueva votación decida quien lo reemplaza.
Evoco a una mujer europea que merece nuestra admiración y alabanza; sobrevivió al Holocausto y fue europeísta consumada, ejemplo de trabajo a favor de los demás, con el equilibrio y la dignidad que solo pueden conseguirse cuando la vida no nos ha ahorrado dolor. Se trata de la profunda, talentosa y valiente Simone Veil (1927-2017).
La palabra que no hace concesiones, la verdadera y sabia, culmen de la creación, es la de la poesía. Por desgracia, -lo dice un experimentado editor- la poesía no se lee; no da dinero. ¿Hacemos como si no existiera?
“Moneda que está en la mano / quizá se deba guardar; / la monedita del alma / se pierde, si no se da”. Yo, como todos, guardo algunas moneditas de las que Machado apellida ‘del alma’: la que acabo de citar es una de ellas. Hermosa lección para el que escribe y aspira a entregar con menor o mayor fortuna, algo de ese caudal interior que nos abruma si no logramos develar, revelar, compartir.
Don Quijote, 2ª parte: amo y criado, camino de sus aventuras, evocan lo vivido en el palacio ducal. Don Quijote vuelve a sus andanzas caballerescas y reconoce el valor de su libertad recuperada: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida”. Célebres palabras pronunciadas, no a la salida de una cárcel ni ante el alivio de sus estrecheces habituales, sino luego de haber gozado en el palacio de los duques de todos los placeres: descanso de sus batallas, grata conversación, comida copiosa, habitación palaciega y, por si esto fuera poco, el sabor novísimo de haber inspirado amor a la bella Altisidora; pero tanto regalo constituye grave traición a la disciplina andante, y Don Quijote vuelve a cumplir su destino ideal.
Las noticias de los desmanes correístas corroen el presente y empiedran de penuria el porvenir, pero alegrémonos este jueves 13, pues por ‘orden’ belga del enano moral, las y los borregas irán a la cárcel a cantar el happy birthday a don vidrio. ¿Se le pasó al bufón que cantar en inglés carcomerá más nuestra cacareada soberanía? ¡El infantil happy birthday! Da risa.
Odisea hacia atrás: no de regreso a casa ni a la patria, sino fuga de patria y hogar hacia la incertidumbre, por encontrar un lugar distinto en que descansar del largo y penoso viaje, espacio en que situarse y encontrar lo que aún no tiene nombre. Perdieron sus certezas: trabajo, casa, pan cotidiano, pequeñas posesiones, su incierta seguridad… Como tras una guerra atroz que hubiera destruido todo obligándoles a huir, abandonan Venezuela, su país, el mayor productor de petróleo en América, hoy en pedazos... La desgracia, la desazón impensable de la corrupción les fuerza a abandonarlo todo, hacia la nada.
Veintinueve años: empezábamos a sentir que pasó la juventud, vivida entre la ilusión de encontrar un porqué de la existencia y un sentido a nuestro afán, el don enorme de la literatura y el inmenso, de gozarla; los amores adolescentes y los juveniles que contribuyeron, sin que nos diésemos cuenta, a dotarnos de confianza en la existencia. Tuvimos el anhelo de paliar toda injusticia, junto a una dolorosa sensación de impotencia. Vivíamos urgidos por un tiempo que no podíamos perder… Pasaron el tiempo aprovechado y el tiempo perdido; en el recuerdo, las vivencias que nos dejaron libros, películas, maestros, y el resultado de decisiones como el matrimonio y la paternidad que rubricaron nuestra vida y no nos abandonarían. Todo, envuelto en íntima alegría, casi genética, inexplicable en apariencia. Ha habido y los hay aún, momentos de dolor, asumidos, sin embargo, como en íntimo gozo, en la certeza casi agustiniana que el santo expresaba así: ‘Dios es más interior a nosotros que nosotros mi
La semana pasada, tuvo lugar en Quito la XIX Cumbre Judicial Iberoamericana. En ella se presentó en la Iglesia de La Merced el ‘Diccionario panhispánico del español jurídico’, con la presencia de don Santiago Muñoz Machado, académico de la Real Española y autor del ‘Diccionario del español jurídico’ sobre cuya base las academias americanas contribuimos con lemas, artículos y acepciones que corresponden a la juridicidad de cada uno de nuestros países, a elaborar el colosal lexicón de dos grandes volúmenes de más de mil páginas cada uno.
Clima horrible, calor inusitado; sequedad en los ojos, en los labios. Días de luz hasta la ofensa, de dolorosísimas noticias y de un miedo que se cocina a lento fuego bajo el cielo blasfemo. Ultimatums criminales y voluntariamente ignorados, de la droga, la corrupción y la codicia, y esa palabra atroz, la peor de todas, la impunidad que parece avecinarse para favorecer a los peores. En fin: enumerar estas desgracias es escarbar en heridas abiertas, multiplicar el temor y la desesperanza… ¿Qué pasará después?
Las palabras están: se usan, van y vienen, dicen, nos dicen; y está la inmensa ventaja del diccionario digital donde, sin cejar en lo esencial, sin marearnos en novedades ni en anglicismos que, traducidos, son horribles, como flas, cliquear o clicar o como güisqui, (¡Dios nos libre!), se irán incluyendo términos usuales en uno u otro país, merced a la virtud ubicua del milagro de Internet. Entrarán, debidamente advertidas, como ahora, ‘en el Diccionario 23.1, recién volcado en la red’ que, ‘es, de hecho, una nueva edición’.
Cuando Sancho va a gobernar la ínsula Barataria, don Quijote le advierte: “del conocerte, Sancho, saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey”, contra la ambición de la rana fabulosa que, queriendo igualarse al buey, absorbió aire sin respiro hasta que reventó. Si en cada uno madura la ansiedad de la rana por llegar al tamaño del buey, busquemos conocernos a nosotros mismos y aceptar nuestros límites, sabiendo que cualquier ambición que exija sobrepasarlos nos hará reventar, y no es metáfora: ¡ay las quinientas reventazones sabatinas, que la tv apenas podía soportar!
Amigo presidente: este título, acortamiento de ‘La risa, remedio infalible’, proviene de una sección muy leída de ‘Selecciones’, revista que coleccionaban felices en casas provincianas; va para usted, pues sabe que la risa es remedio y paliativo; que mirar la vida y sus acontecimientos con humor es una forma sana de lucha interior y exterior, contra los deslices de los enfermos de corrupción y exceso. Aunque sigamos asistiendo a una lejana y torpe bulla que nuestro sano sentido común nos impide escuchar, toda medida suya para castigar a los putrefactos y falaces se contrarrestará con la risa y la sonrisa buenas. Un día llegaremos a Bielorrusia, presidente, sé por qué se lo digo. Y como el humor es su fuerte, defiéndase con él, siga adelante y sienta, en cada decisión justa, el apoyo de los ecuatorianos de bien.
La peste es un libro fundamental, como lo fue El extranjero. Trabajando esta madrugada en Camus, encontré algunos comentarios míos que me hicieron pensar en ti, en tu sentido del trabajo, en los ideales que tenemos y que tú no has tardado, como tantos de nosotros, en formular, en este mundo difícil que nos llama. Te los paso, para que los leas:
El gran humorista español Antonio Mingote, miembro de la Real Academia Española desde 1987, tituló su discurso de ingreso «La transición del humor de Madrid Cómico al de La Codorniz”, que empezaba así:
Raymond Lichet afirmaba, sobre el escritor francés Albert Camus: ‘inscrito en el Partido Comunista que luego abandonó, siguió siendo un hombre de izquierda, es decir, un hombre que cree que el progreso social es posible y que cada hombre tiene derecho a la libertad, a la justicia, en una sociedad que le dé todas las oportunidades para ser feliz”… Camus, extraordinario escritor y pensador, dio al mundo de las ideas una palabra y actitud proféticas: su obra nos habla poderosamente, luego de casi sesenta años de su prematura muerte y de una larga época de silencio lleno de prejuicios esterilizadores, que creyó condenarlo.
Al lado los que se sienten alados para provecho propio: el orgullo de esas aparentes alas y el sueño del vuelo los vuelve soberbios, y la altivez ciega. Que sepan que alado, ‘provisto de alas’ se escribe en una sola palabra, y al lado, en dos. No envidio al que se halla al lado de un alado, de esos a los que, por azar o ignorancia, se les ha dado alas, tolerando que obren según su gusto, en detrimento de nuestras humildes alegrías; no le des alas, decían las abuelas, porque se desorientará, ¡gran lección sobre las demasías del poder!