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El ex presidente Palacio

En la página editorial de EL COMERCIO del 24 de diciembre, apareció un artículo firmado por Vicente Albornoz G. conteniendo críticas contra mi gestión presidencial.

Lo primero que el articulista debe aprender es que el nombre de las personas es sagrado. No es honorable confundir la divergencia política con el ataque personal.

El señor Albornoz me acusa de ser el creador de mi sucesor, a quien tilda de monstruo y critica mi gestión presidencial. En lo medular su análisis crítico es tan frívolo y liviano que no merecería una respuesta.

Sin embargo, un expresidente de la República, debe estar listo para responder la incertidumbre de cualquiera de sus conciudadanos.
El artículo se explaya suponiendo los recursos ocultos que utilicé para crear un monstruo del mal a quien le inserté el chip que lo convertiría en Presidente de la República. Mi acusador utiliza la versión terrorífica de los “comics” sucedáneos más que el inspirado argumento literario de Mary Shelley. Es como ponerse a contar los “cachos” pícaros o versiones populares del Quevedo del Siglo de Oro.

Mi respuesta debe ser clara y seria. Mi gobierno fue un gobierno de ciudadanos, en su mayoría ejemplares rigurosamente seleccionados y con las inevitables podas correctoras. En cambio otros brillaron, y se convirtieron en promesa de la patria. Eso no me hace creador de los unos ni de los otros, pero con seguridad, no hay un solo Ministro mío denunciado, por actos indecorosos.

Tal vez eso explique la ausencia de la crítica “merecida” que parece molestar al articulista. Sin espacio para citar los no pocos ejemplos brillantes, me referiré solo al más reciente. El Embajador Francisco Carrión alcanzó los puntos culminantes de su carrera en mi gobierno: Embajador en España y Canciller de mi Gobierno, a través de quien implementé una impecable política exterior. Ha recibido el beneplácito de Estados Unidos para representarnos en Washington. Él no es creación mía ni de nadie, sino de sí mismo.

El resto del artículo sostiene que fui un “mal Presidente” por la cuestión petrolera y por el impasse TLC con Estados Unidos. Que me juzgue la Historia y mis conciudadanos pero con los hechos bien contados o por lo menos confrontados con mi testimonio ahora que todavía estoy vivo.

Cambio de FEIREP a CEREPS. La alusión superficial del articulista sobre “los fondos de ahorro petrolero” se refieren al FEIREP: fondos que se nutrían de los “excedentes” forzados del Presupuesto General del Estado y del producto del petróleo del OCP; destinaba el 70% para recomprar deuda.

El CEREPS cambió la distribución en beneficio de la Reactivación Productiva, Salud, Educación y mantuvo el 20% para estabilización del PBP. Pero este cambio solo fue el comienzo de mi política petrolera.

Mi objetivo: recuperar nuestra riqueza.
La ley 42: Fue lo medular de mi política y corrigió la ignominiosa distribución de los contratos de participación.
La caducidad del contrato con la OXY merecería otra explicación exhaustiva. En honor al espacio, solo afirmó que la totalidad de mi política petrolera le dio a mi patria ingresos insospechados. Con la riqueza recuperada no procedí a la creación de un fideicomiso, el FEISEH, con el objetivo de proteger y asignar esos fondos a lo que el pueblo decidió en la Consulta Popular que convoqué el 26 de Noviembre del 2006. Si estos recursos fueron malgastados, es materia de otra discusión y con otros actores.

Al asumir conforme mi equipo negociador y le di instrucciones sobre dos temas que la delegación Bush se negaba a discutir.
Primer tema: Agricultura: Ecuador no podía aceptar la cuota impuesta de importar arroz norteamericano subsidiado siendo nosotros un país de exportador.

Segundo tema: Propiedad Intelectual (PI), de extraordinaria transcendencia por su relación directa con el costo de los fármacos y con la insólita posibilidad de patentar la vida (recordar nuestra ayahuashca). Además, estos temas los discutí personal y largamente con el presidente Bush en una cumbre en Argentina. Eran cruciales para ambos.

Jamás me tocó el tema petrolero aunque continuamente me enviaba delegaciones de alto nivel a Quito como su hermano, Jeff Bush.

La última mesa de diálogo en Washington en Mayo 2006 coincidió con mis dos últimas medidas petroleras, la Ley 42 aprobada en el Congreso y la Declaración de Caducidad de la OXY. Mi equipo me llamó a informar que la delegación Bush se levantó, supuestamente por mis políticas petroleras, cargadas de razones y de buenos resultados a Ecuador.

Sin embrago, a pesar de las vinculaciones petroleras de Bush, los verdaderos motivos de la suspensión unilateral del TLC estaban directamente relacionados al mismo TLC: Agricultura y sobre todo PI.

El profesor Joseph Stiglitz, me comentó la misma versión recalcando la importancia futura del PI. Jamás hubo distanciamiento con el pueblo norte americano ni con los subsiguientes gobiernos como lo expresé antes (carta al Diario el Comercio el 15/06/2011). De otra manera, no se explicaría que el hábil Canciller, con quien manejé con éxito toda mi política exterior, inclusive con Estados Unidos, reciba ahora el beneplácito oficial como Embajador del Ecuador.

El ATPDEA es una decisión que tomó Estados Unidos como parte de todo el plan antidroga como fue la Base de Manta. Fue una medida de no cobrar aranceles a nuestros productos para estimular la siembra lícita y desestimular sembríos ilícitos. No es una dádiva. Es una forma de compensar el monumental gasto que hace Ecuador para combatir un problema que no había iniciado.