Expertos recomiendan a los padres mantener rutinas específicas y permitir niveles de socialización con medidas de bioseguridad ante el incremento de casos de depresión y ansiedad en niños.
Alejarse de la familia, de los amigos, de la escuela y de sus rutinas diarias ha causado en niños y adolescentes trastornos como estrés, depresión y ansiedad que podrían afectarlos a futuro.
Durante el confinamiento, los niños se han visto expuestos a una situación constante de miedo e incertidumbre, no solo por el cambio de vida sino también por el riesgo de contagiarse del covid-19, lo que los volvió más vulnerables a afectaciones en su salud mental, según los expertos.
En los más pequeños, el encierro y la falta de relación con otras personas de su edad podría afectar al desarrollo de la personalidad y a sus relaciones interpersonales a largo plazo.
Ana María Viteri, profesora de Psicología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), recomienda como una opción formar burbujas de personas, es decir, conformar grupos pequeños para reunirse ocasionalmente, cumpliendo las medidas de protección. Eso ayudará al niño a mantener una mejor socialización.
Viteri precisa que, en estos momentos, pese a las dificultades que atraviesan algunos padres, es necesario entender la situación por la que pasan los niños y explicarles, por medio de cuentos, qué es. Eso les ayudará a estar más tranquilos y entender que deben mantener las precauciones y ser responsables con sus cuidados.
Para Alejandro Arroyo, psiquiatra y director de la Escuela de Psicología de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), el grado de afectación psicológica en los niños depende también del nivel psicosocial de la familia. Por ejemplo, quienes tienen mejores condiciones se verán menos afectados en algunos ámbitos, como el educativo, pues pueden seguir sus clases de forma regular.
Según el docente, incluso en las condiciones más favorables para la teleeducación se ha visto que los niños y adolescentes no aprenden igual por el nivel de distractores que se presentan en el hogar y debido a que la relación entre estudiante y maestro se ve limitada por una pantalla. Esto se agravaría en niños que, antes de la pandemia, ya tenían problemas de aprendizaje y déficit de atención.
Christian Matango, psicólogo clínico del centro Neuroideas Ecuador, explica que los maestros podrían aplicar técnicas para hacer las clases más dinámicas y reemplazar actividades como los trabajos en grupo, que antes permitían a los menores tener un espacio de distensión.
El encierro prolongado, dice Matango, podría causar un trastorno de adaptación que merma el capital psicológico de la persona y disminuye su capacidad de resiliencia.
Según Viteri, a nivel físico se pueden ver afectaciones como obesidad, debido a que los niños tienen menos espacio para moverse y tienen mala alimentación. También hay poca sociabilidad y, en el caso de niños que viven con familias problemáticas, también se ha visto un aumento en los casos de violencia intrafamiliar.
Recomiendan a los padres mantener una rutina establecida en casa que permita a los niños tener tiempo equilibrado para educarse y para jugar. Viteri señala que es importante que los adultos organicen actividades con los niños, que estén fuera de las rutinas escolares, para mejorar la relación interpersonal.
Los médicos coinciden en que es importante considerar que muchos niños han sufrido pérdidas de padres o familiares cercanos.
Los expertos recomiendan crear rutinas y un cronograma de actividades para cada día, sobre todo en el ámbito escolar. También es importante establecer círculos de contacto. Eso permite que los niños puedan socializar, manteniendo las medidas de bioseguridad entre los participantes de estos grupos. Por otra parte, los padres pueden organizar con los niños actividades lúdicas los fines de semana. Esto les permite esparcirse al aire libre, sobre todo en lugares seguros.