Activistas trabajan para la protección de las tortugas golfinas en playa de Same

En la última semana eclosionaron al menos cinco nidos, cada uno de los cuales contenía un promedio de 100 huevos. Se esperan más nacimientos. Foto: Cortesía Reto Same
Es un espectáculo lleno de vida que se da cada año en la playa de Same, en Esmeraldas. Las tortugas golfinas salen de los huevos y empiezan un lento recorrido, lleno de peligros, hacia el mar.
En la arena dejan su rastro, una huella de su lucha por sobrevivir. Son frágiles y tienen todo en contra. En el agua, la mayoría es blanco de depredadores y de la basura que el hombre arroja al mar. Pero por lo menos mientras estén en tierra, tienen protectores que, cuando un nido hace eclosión, están ahí para resguardarlas.
Ellos son como el 911 de las tortugas en Same. Acuden a los nidos, asisten a los animalitos cuando salen y los acompañan en su trayecto hasta el mar. Se trata de Alan Miranda y su familia, quienes formaron el grupo Reto Same y, con escasos recursos, protegen los más de 350 nidos de tortugas golfinas que hay en los 4 km de la playa.
El trabajo en pandemia
En 2017, para proteger a los turistas que eran asaltados en la playa, nació el proyecto Same Segura. Pero en 2020 llegó la pandemia y ya no hubo visitantes. Entonces Alan, su madre, Soledad Rodríguez; y su tío, Pastor Rodríguez, decidieron trabajar por las tortugas que anidaban en la playa. Y crearon Reto Same.
“Comenzamos a difundir nuestro trabajo por las redes sociales de Reto Same, en Facebook e Instagram. Yo me encargo de la parte audiovisual, fotos y videos. En la playa hay avistamiento de otras especies, como delfines. También hacemos mingas de limpieza”, explicó Alan, quien está a punto de graduarse en la carrera de Ingeniería Ambiental, en Manabí.
Está haciendo la tesis y aplica todos sus conocimientos en la protección de estos reptiles que nacen en Same. Iniciaron el cuidado de tortugas en la pandemia, cuando era más fácil ya que no había gente.
“Pero ahora, con la reapertura del turismo, se ve la llegada de personas y hay más amenazas”, manifestó el activista.
La temporada de anidación se inicia en junio y culmina en mayo del año siguiente. Es cuando las golfinas adultas entran a la playa y depositan sus huevos en nidos bajo la arena. Dos meses después, se produce la eclosión de las tortugas. Y se observa la hermosa imagen de esos diminutos animales reptando para meterse en el mar.
Entre junio y octubre esto se da con más frecuencia. En la temporada de junio 2020 a mayo 2021, Same tuvo 319 nidos. De 2021 a 2022 se marcaron 351. Y en solo dos meses de 2022 (junio-agosto) ya van 45 nidos. Los activistas creen que podrían superar la marca anterior.
En la última semana nacieron tortugas en cerca de cinco nidos, cada uno con un promedio de 100 huevos. O sea, eclosionaron aproximadamente 500 reptiles.

Los peligros
Las tortuguitas afrontan múltiples peligros desde antes de nacer. Están los perros callejeros, que ingresan a la playa y saquean los nidos. Se comen los huevos y cuando estos eclosionan, si no hay protección también devoran a los animalitos neonatos.
Los turistas inconscientes también pueden ser un riesgo. “Hay muchos que no colaboran ni dejan trabajar en el tema de la protección. Alquilan cuadrones, utilizan vehículos en la playa, hacen fogatas. Está bien que debe haber turismo, pero se requiere que haya más control, que sea como en Galápagos”, afirmó el representante de Reto Same.
Las luces artificiales son otro peligro, ya que las tortugas son muy sensibles a la luz. Cuando nacen en la noche, se desorientan y en vez de ir hacia el mar, se dirigen hacia las luces. Según Alan, “nos toca a veces salir en la madrugada para ayudar a estos animalitos”.
Trámites
Los activistas de Reto Same están haciendo los trámites para sacar la personería jurídica como fundación. Como ONG ambiental desean incentivar el voluntariado y educar a la ciudadanía.
Por ahora trabajan con donaciones de ONG extranjeras. Para contactarlos se puede escribir en sus páginas de Facebook e Instagram.
Este año, no hubo voluntarios que quisieran colaborar. Durante el 2021, hubo dos grupos de jóvenes de Quito y Salinas, estudiantes de Biología Marina, que se sumaron. Se sorprendieron con la cantidad de nidos en un área tan pequeña.
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