Todavía no alcanzan a contar los millones de votitos. En la más esperpéntica elección de la que se tenga memoria la democracia se ahoga.
Si algo hace atractivos a los análisis económicos es la variedad de temas y forma seria de abordarlos. Ahora, he tenido la fortuna de leer un corto ensayo, elaborado por el economista Juan Pablo Erráez, titulado “Crecimiento per cápita en los últimos 40 años”, justo coincidente con la más larga etapa democrática del Ecuador. Los resultados no son de los mejores, aunque tampoco cabría señalarlos como malos. Depende de con quien nos comparamos.
Pastores que predican, no desde el púlpito ,sino desde los puestos públicos a los que han llegado con el voto popular. Artistas que bailan y cantan, no en las tarimas, sino en las alcaldías. Muertos que ganan elecciones. Supuestos empresarios exitosos que juegan golf en los clubes de lujo, liderando bandas criminales de trata de personas. Narcoavionetas que aterrizan en terrenos apisonados para una refinería que nunca existió. Fábricas tránsfugas que mantienen sistemas de esclavitud desde hace cincuenta años y que han pasado desapercibidas, a las que se clausura temporalmente, pero a las que se les perdona porque tienen papeles en regla. Cero reparación a los obreros, incluyendo niños, que han malgastado su vida y sus cuerpos en el trabajo esclavo del abacá. Plata escondida en cuentas offshore pero también en cisternas y en caletas.
Como para no creer: el Presidente de México, López Obrador, ha manifestado que “México desea que el Estado español admita su responsabilidad histórica por esas ofensas (las cometidas por los españoles cuando la conquista) y ofrezca las disculpas (debidas)”. Debí darle la razón a Pío Baroja, intelectual español, quien calificó de “continente tonto” a Hispanoamérica.
El instituto real que rige las normas de la lengua no admite el anglicismo “outsider” que, además de ser aplicable a muchos campos, es indispensable en países inestables políticamente. Consiste en la aparición de un fenómeno político en escenarios que no lo contaban; ni en las encuestadoras buenas ni en las otras. En ese ámbito la palabreja implica aparición, desarrollo y triunfo de un “desconocido” que supera o entierra opciones o candidatos graduados; incluso, con justificados prestigio o palmarés.
Los ardides, insinuaciones y acusaciones contra otros candidatos entraron con fuerza ––o, como diría un cronista deportivo, “tuvieron protagonismo”–– en la campaña de las elecciones seccionales del 24 de marzo, utilizando las redes sociales como mecanismo de amplificación con una fuerza inédita. En algunos casos se trató de una campaña sucia en todo el hedor de la palabra: un esfuerzo sistemático para desprestigiar y sembrar dudas sobre el candidato opositor, en un intento de restarle votos y proyectar su propia imagen como denunciante justiciero, pensando que así el acusador llegaría a ganar el puesto al que aspiraba... Sin embargo, mientras ese candidato que blandía las acusaciones se empeñaba en debilitar a su contrincante, un tercer candidato, del que se habían olvidado y al que no prestaban importancia, se coló por la tranquera y ganó las elecciones.
Siempre será lamentable constatar la paulatina declinación de una ciudad que otrora fue preclara y pujante gracias a una noble tradición, a la acertada visión que de ella tuvieron sus elites y gracias también al constante esfuerzo de sus ciudadanos; ver a una urbe que, por los avatares de la mala política, se ha estancado y sumido en un incómodo retraso. Esta es la sensación que muchos quiteños tienen hoy de su ciudad.
El Ecuador atraviesa actualmente por un inusitado momento de crispación y convulsión política. Los titulares de los medios de comunicación comienzan a llenarse con supuestas denuncias de corrupción que, cuando se indaga sobre su origen, se descubre la clara intención del correismo de generar caos, ganar espacio y así evitar su progresivo deterioro de la escena política nacional.
Era el 30 de noviembre del 2007. La llegada de Álvaro Uribe, entonces Presidente de Colombia, único gobernante extranjero presente en la inauguración de la Asamblea de Montecristi, generó pifias y frases insultantes de algunos de los presentes, tachándolo de represor y cabeza de fuerzas paramilitares. El anfitrión, Rafael Correa se molestó y, para hacerlos callar, les hizo saber que para él era estratégico manejar a Uribe. Entre los que le creyeron estuvieron los de la FARC, por eso, confiados de que estaban bien apadrinados, se instalaron en Angostura, dentro del territorio ecuatoriano. El 1 de marzo del 2008, dos meses después, por orden de Uribe, se produjo la operación Fénix que arrasó ese campamento, 22 muertos, incluyendo al segundo de la FARC, ‘Raúl Reyes’, ni un solo sobreviviente, apropiándose de computadoras, otros materiales y de importante información que Colombia exhibe dosificándola. “¿Quién usó a quién?”.
En las distintas entrevistas que varios ex mandatarios sudamericanos brindan a lo ancho y largo del orbe, ahora que se encuentran en la mira de la justicia por sus desafueros o por su falta de ética en el manejo de los recursos públicos, se los escucha decir con total desparpajo que sus problemas con la ley se los arregla desde la política. Cristina Fernández despliega nuevamente sus velas buscando la presidencia de la nación argentina, con el objetivo que la casi decena de juicios en los que se encuentra imputada pasen a ser causas archivadas y que duerman en los cajones de los tribunales, a sabiendas que con el uso del poder es fácil intimidar a jueces que anteriormente se mostraron timoratos. El ex presidente Correa menciona en cada ocasión que se coloca ante un micrófono que lo que le interesa es volver a tener mando, aun cuando sea como vicepresidente o desde la Asamblea, para desde allí echar abajo todos los procesos en los que está encausado. En otras palabras, con total desenfa
Me temo que nosotros, y muchos otros, solo jugamos a la democracia. Cumplimos con sus rituales, revisando los padrones electorales, enfrascándonos en acaloradas discusiones en las que afirmamos nuestras verdades y denostamos las de los demás, escogiendo a nuestros candidatos, a veces sin siquiera saber por qué, yendo a las votaciones a ponernos en fila, llenar las papeletas y depositarlas en las urna, y esperando los resultados al final, todo ello sin una clara comprensión de qué significa, en su esencia, la democracia.
En su columna de El País, Moisés Naím describe seis toxinas que debilitan la democracia: la antipolítica o el rechazo a los políticos, el descrédito de los partidos tradicionales, la normalización de la mentira, la manipulación digital, la intervención extranjera al estilo de la trama rusa en las elecciones estadounidenses y el nacionalismo como bandera de ciertas reivindicaciones… El análisis toma tres muestras bastante distintas, pero con graves consecuencias para los países y el mundo: el Brexit, la administración Trump y el papel de Hugo Chávez y su modelo político en la tragedia venezolana.
Es objetivo del programa económico, que cuenta con el apoyo económico del FMI, devolverle la autonomía al Banco Central, que le fuera arrebatada en 2014 con el Código Monetario y Financiero, con nefastas consecuencias.
El proceso electoral del 24 de marzo deja abundante material para que los gurús de la política elucubren sobre los resultados, sus efectos en el inmediato futuro y, muy especialmente, sobre las elecciones generales del 2021. Dejan, eso sí, serias preocupaciones por la gravísima dispersión de las fuerzas políticas y sobre el papel que podrá desempeñar el flamante Consejo de Participación. Ahora, me animo solamente a proponer para el debate algunos temas jurídico-políticos.
No, no me he contagiado del virus correísta que hizo perder la cabeza a demasiados quiteños durante varios años y que sigue causando estragos como lo demostraron las elecciones del domingo, tan pintorescas con su Gran Ausente 2.0 y su Maestro Juanito 2.0; con un general desvencijado por las glorias del pasado y ese joven de laboratorio versión 5D que evidenció el mal olfato político de Lasso; con el justiciero Montúfar, quien hizo una buena campaña pero es incapaz de aglutinar a la vapuleada clase media; y Pabón metiéndose por las tranqueras.
Dice Don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida…”
1. ¿Cuál debe ser el contenido de una reforma nueva para incentivar la producción?
La semana anterior hemos escuchado evaluaciones de los resultados electorales desde todas las perspectivas. Los políticos se declaran todos ganadores, unos porque tienen más alcaldes, otros, prefectos, otros porque superaron los resultados de la elección anterior; todos encuentran algún motivo para proclamarse ganadores. Ningún partido ha ganado, todos son provincianos.
Pensar distinto es un estado mental. Pero no me refiero a llevar siempre la contraria, o ser el díscolo que todo lo cuestiona. Me refiero a la capacidad de ver las oportunidades dentro de una crisis, ofrecer de manera constructiva visiones distintas de un problema de tal manera de crear opciones creativas cuando buscamos perspectivas “fuera de la caja”, o criterios frescos para viejos problemas.
Con las primeras clarinadas de la mañana sonaron, durante 45 ensordecedores días, las ruidosas y confusas cuñas y arengas de campaña.