Todavía no alcanzan a contar los millones de votitos. En la más esperpéntica elección de la que se tenga memoria la democracia se ahoga.
La confusión de los ciudadanos frente a las papeletas y las 80 mil caritas de los candidatos, y las 280 partiditos y movimientos de todo pelaje, la tienen los propios participantes. Todos ganadores, se creen; algunas fuerzas que vienen participando en política obtienen triunfos parciales, de mayor o menor importancia. Pero la foto de 109 alianzas de múltiples listas y siglas vacías confunde el variopinto mapa de ganadores.
El Partido Socialcristiano tiene una presencia nítida. Fue la fuerza de la derecha escindida en tiempos de Camilo Ponce Enríquez, reducida a una mínima expresión que llevó en 1979 a León Febres Cordero – un liberal – a la Cámara Nacional de Representantes y de allí proyectarlo a la Presidencia. Luego, el éxito en la Alcaldía de Guayaquil. Y la obra fecunda halló continuidad en tres ciclos de Jaime Nebot. Y la esperanza se renueva en más del 50 % de los votos de Cynthia. Ella anuncia el triunfo, el suyo propio y el del líder del partido que busca contagiar el modelo, primero entre sus partidarios elegidos y, acaso a otras prefecturas y cabildos que lo quieran acoger.
Esa fuerza de 8 prefecturas en alianza, particularmente en Guayas y Los Ríos, también apareció en Portoviejo y Durán, hizo crisis en El Oro y apenas remontó la cordillera para llegar a una provincia oriental. Quito y Pichincha siguen siendo su talón de Aquiles, muy vulnerable .
Una fuerza nacional revivida fue la de Pachakutik. El brazo político de la Conaie, que irrumpió vigoroso en el levantamiento indígena de 1990. Pese a ciertas expresiones radicales mostró triunfos en alcaldías, prefecturas y hasta logró ministerios.
Una etapa que los complacientes dirigentes indígenas no se sospecharon que sobrevendría fue la de persecución y cárcel instaurada para muchos durante la década de la revolución ciudadana excluyente. Y ese aprendizaje tuvo su premio ahora en algunos triunfos provinciales con cuatro prefecturas. Protagonistas que recobran espacios y la voz que les arrebataron.
Creo, de Guillermo Lasso, mantiene algunos triunfos parciales, pero ninguna alcaldía en ciudades grandes y apenas una prefectura en alianza en Loja. Otra conquista parcial, es la de Democracia Sí, de Gustavo Larrea, con alguna alcaldía como Cuenca y cuatro prefecturas en alianzas múltiples.
Centro Democrático tuvo buena votación con Jairala y pocos triunfos.
Conquistó dos prefecturas la revolución ciudadana, refugiada en un membrete prestado de la lista 5, con su líder imputado y con prisión preventiva. Alcanzaron un espacio importante ganando las prefecturas de Pichincha y la de Manabí, dos provincias otrora bastiones de Alianza País, un par de alcaldías y muchas concejalías, con un número insospechado en Quito. Se sienten ganadores: lo son si tomamos en cuenta a sus figuras prófugas o en prisión. No lo son, en relación a su década dorada.