El desarrollo de aplicaciones para celulares es un trabajo que cada vez concentra a más gente y más empresas en el país.
Aunque en el Ecuador no se conoce el número exacto de personas que se dedican a este trabajo, los actores principales sí establecen que se trata de un campo que tiene un gran potencial de desarrollo, donde las ganancias que genera fluctúan entre USD 800 y 2 000 al mes, por persona.
El auge del desarrollo de las aplicaciones para teléfonos móviles va desde el 2009. Sin embargo, Juan Cueva, gerente de Biologic Soft, una firma que desarrolla aplicaciones móviles para otras empresas, señala que está en el mercado desde el 2000.
Él recuerda que en ese año pocas personas tenían ‘smartphones’ y cuando comercializaba su trabajo, la gente no creía que un teléfono pudiera hacer cosas que hasta ese entonces solo estaban pensadas para un computador, por ejemplo, navegar en Internet.
La rentabilidad que genera este negocio depende del segmento empresarial que el desarrollador elija. Álvaro Merchán, de la firma Location World , explica que hay aplicaciones que son sencillas de recapitalizar, porque se trata de un desarrollo que se inicia con la necesidad de algún cliente.
“Hay gente que está dispuesta a pagar por el desarrollo de una aplicación”. Pero también hay aplicaciones gratuitas. Señala que la ganancia está en la publicidad que el técnico incluya. También existen aplicaciones pagadas, cuyo rango va desde USD1 hasta 10.
José Villarreal, presidente de Practisis Software, explica que en estas aplicaciones que se comercializan en las diferentes tiendas de celulares iPhone, Nokia, BlackBerry, Android, etc., el creador de la aplicación tiene un porcentaje de ganancia del 60% del costo de la aplicación. Esto depende de las condiciones de la tienda.
Además, explica que cuando se trata de aplicaciones que están encaminadas a compañías, la empresa necesita saber en qué celular quiere aparecer. Esto se establece porque cada teléfono tiene una plataforma distinta y el lenguaje de programación es diferente en cada aparato. De ahí que los costos aumentan cuando los clientes necesitan aplicaciones para todos los modelos.
Esto va de la mano con el tiempo que los desarrolladores dedican a la aplicación; que puede variar entre seis y 12 meses. Sin embargo, cuando el técnico ya maneja el lenguaje de programación puede tomarle entre cuatro y seis meses desarrollar un nuevo trabajo, según Villarreal.
Juan Jalil, desarrollador de aplicaciones móviles, señala que la tendencia del consumo de celulares en el país es creciente. “Las empresas están interesadas en desarrollar más formatos”.
Por su parte, Andrés Dávila, también desarrollador, señala que las aplicaciones tienen nichos específicos de consumo y están adaptadas a cada país. Esto, a su parecer, permite que haya más espacio para los desarrolladores nacionales, porque no siempre la idea es competir con las 500 000 aplicaciones que, por ejemplo, tiene la tienda de Apple o las que ofrece Nokia en su tienda Ovi.
El tema de desarrollo viene ligado a los conocimientos tecnológicos de las nuevas generaciones. No obstante, un dato curioso es que muchas de las personas involucradas en este negocio elaboran sus propios proyectos desde que están en el colegio.
Ese es el caso de Marcelo Blacio, que inició el desarrollo de aplicaciones desde los 16 años, ahora tiene 20. Desde que tuvo un celular en la mano no lo dejó, hoy estudia Ingeniería en Sistemas y trabaja para la compañía Yage, en el área Desarrollo de Software. Con su experiencia adquirida, afirma que ahora las empresas se dan a conocer a través de aplicaciones sencillas, con información útil para los navegadores.
Álvaro Sosa, director de Desarrollo de esta firma, señala que actualmente las entidades bancarias realizan las aplicaciones para sus clientes. “Las transacciones a través de las aplicaciones aún no se desarrollan porque la gente no confía mucho en estos dispositivos, sin embargo la tendencia camina por ese sector”.
A pesar de que las empresas tienden a desarrollar aplicaciones y de que las tiendas como Apple o Nokia están abarrotadas de aplicaciones gratuitas o pagadas, el escenario en Latinoamérica está poco explorado aún.
Así lo explica Daniel Jiménez, ejecutivo de la empresa tecnológica Domoti, con sede en Colombia, “Las aplicaciones tienen que ser novedosas y se debe explotar el sentido común y hacerlas atractivas a los usuarios. Es necesario hacer alianzas con empresas que inviertan en aplicaciones”.