Mercado en bangkok | En el mercado nocturno Asiatique, en Banngkok, Tailandia, se pueden encontrar especies silvestres como el cocodrilo.
El tráfico ilegal y el comercio de vida silvestre se han convertido en una de las mayores amenazas no solo para los animales, sino también para la humanidad. El reciente brote de covid-19, que se cree se originó en el mercado chino de Wuhan, ha evidenciado los riesgos de consumir especies exóticas y silvestres.
Aunque en un inicio este negocio fue cerrado, la prohibición solamente temporal de la venta de especies en China y la reapertura de este tipo de mercados son muestras de que la problemática persiste.
Julia Salvador, coordinadora del Programa de Combate al Tráfico de Vida Silvestre de Wildlife Conservation Society (WCS) Ecuador, explica que las condiciones precarias en las que se tiene a los animales en estos sitios facilitan el traspaso de los virus. Allí los especímenes están hacinados en jaulas, lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades entre especies.
En los últimos 40 años, las mayores pandemias y epidemias humanas se han derivado del comercio y consumo de fauna silvestre. Según un informe de la FAO, la búsqueda de más alimentos de origen animal ha ocasionado que el 70% de las enfermedades que han surgido en las últimas décadas hayan sido zoonóticas.
El problema no se da solo al consumir esta carne, aclara Salvador. En estos mercados, los especímenes vivos se mantienen juntos y se los sacrifica en las mismas superficies, lo que se convierte en caldo de cultivo para distintos patógenos.
Especies comunes en mercadosLos gatos de civeta forman parte de las especies traficadas en varias zonas de Asia. A este animal se le atribuyó el origen del SARS.
“El coronavirus nos ha hecho reconocer que el comercio ilegal de vida silvestre no es un problema solo de conservación, sino de salud pública”, dice la especialista de WCS. Esto ya se evidenció en el pasado con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS).
Los mercados también fueron cerrados temporalmente en ese momento, pero una vez que pasó el peligro se volvieron a abrir. La persistencia de estas actividades se relaciona con razones económicas.
La Organización Naciones Unidas estima que el tráfico de especies genera alrededor de USD 23 000 millones a escala mundial. La Academia China de Ingeniería calcula que la industria de la crianza de animales salvajes está valorada en USD 57 000 millones anuales.
Aunque China es considerado el mayor mercado de vida silvestre, el problema está presente en todas las regiones del mundo, incluyendo Ecuador.
WCS realizó un diagnóstico con datos de los últimos 10 años. Este revela que en Ecuador se trafican 208 especies de fauna silvestre. 4 703 animales fueron decomisados en este período, sobre todo en Orellana, Sucumbíos y Pichincha.
Salvador dice que los niveles de extracción de fauna para consumo son insostenibles. 40 especies son traficadas por su carne y entre estas están el mono, pecarí de collar, pecarí de labio blanco y el tapir.
Según datos de la Unidad de Protección del Medio Ambiente (UPMA) de la Policía Nacional, en el 2019 se retuvieron 729,79 kilogramos de carne de fauna silvestre en Ecuador.
El mayor porcentaje corresponde a carne de sahino seguido por guanta, guatusa, guangana, venado, capibara, armadillo, gallareta y mono.
“La diferencia con Asia es que allá es legal y en Ecuador es ilegal”, dice Jorge Flores, director ejecutivo del centro de rescate Yanacocha. Hasta este lugar, ubicado en Pastaza, llegan frecuentemente loros, tortugas, serpientes y primates. Explica que el consumo de carne de monte es más común en comunidades amazónicas. Estas aún dependen de ese producto para subsistir, lo cual está permitido.
La problemática se intensifica, dice Salvador, ante la ausencia de alternativas económicas, por lo que se recurre al comercio ilegal.