El audiovisual español vive un nuevo auge

‘El hoyo’ es un galardonado largometraje de horror y ciencia ficción, dirigido por Galder Gaztelu-Urrutia.

‘El hoyo’ es un galardonado largometraje de horror y ciencia ficción, dirigido por Galder Gaztelu-Urrutia.

‘El hoyo’ es un galardonado largometraje de horror y ciencia ficción, dirigido por Galder Gaztelu-Urrutia.

El audiovisual español es un sector que ha aprendido a resurgir de las adversidades. Lo hizo a finales del siglo pasado desde que el país retornó a la democracia, tras un largo periodo de control y censura estatal del régimen franquista.

En este nuevo milenio volvió a hacerlo después de la debacle económica del 2008, que llegó acompañada de amplios recortes económicos y subvenciones en el sector cultural, además de la renuencia cada vez mayor de los espectadores, que no conectaban con la mayoría de historias y personajes que ponía en pantalla la producción local.

Según un análisis de La Huella Digital, en 2008 el cine español registró una caída histórica de espectadores. Aunque España ocupaba el tercer puesto en número de películas producidas en Europa, con 173 largometrajes, entre el 2006 y 2008 más de seis millones de espectadores habían dejado de ir a las salas de cine.

Sin embargo, en ese escenario la producción no se detuvo, sino que siguió probando actores, narrativas, formatos, géneros, buscando nuevas formas de financiación, optimizando equipos y recursos. La cantidad y calidad de ese proceso dio paso a una efervescencia del audiovisual que ahora perfila a España como uno de los nuevos centros de producción internacional.

El impulso definitivo llegó con la migración de contenidos a las plataformas digitales, que empezaron a multiplicarse para responder al gran cambio en los hábitos de consumo audiovisual y a la demanda y preferencias de los espectadores.

En este escenario se produce el encuentro de las nuevas producciones que apuestan por series y películas para las plataformas de ‘streaming’, así como obras de autor (sobre todo largometrajes) más tradicionales que siguen circulando en cines. Ambas corrientes crean una sinergia que contribuye al posicionamiento y consolidación del audiovisual español.

‘La casa de papel’ es una serie de acción y suspenso creada por Álex Pina. Va por su cuarta temporada.

Así es como en la edición número 92 de los premios Oscar, España fue uno de los dos únicos países iberoamericanos (junto con Brasil) que obtuvo nominaciones, con dos producciones de la vieja y la nueva escuela. ‘Dolor y gloria’ de Pedro Almodóvar fue parte del quinteto a Mejor película internacional, ‘Klaus’ de Sergio Pablos y Carlos Martínez fue nominada como Mejor película animada y Antonio Banderas (‘Dolor y gloria’) se codeó con actores como Joaquín Phoenix y Leonardo DiCaprio en la categoría a Mejor actor.

Con 40 años de trayectoria, un Oscar y cinco premios Goya, Almodóvar es una institución, con un cine que desde sus inicios transgredió y refrescó la narrativa audiovisual en la España de la posdictadura. ‘Dolor y gloria’, con la historia de un director de cine en su ocaso, no es la excepción y se instala en la cúspide de su filmografía como una introspección estética y emocional.

Por otro lado, aparece ‘Klaus’ inscrita en el catálogo de Neflix como un cuento animado sobre el origen de Papá Noel. El filme muestra una elevada calidad visual, además de ser una fábula moral sobre las relaciones humanas modernas.

Fuera del circuito de festivales, España también destaca en el boca a boca del espectador de pantallas digitales. De las series más vistas de Netflix hasta octubre del 2019, dos son producciones españolas exportadas al resto del mundo (‘La casa de papel’ y ‘Élite’).

Según un estudio elaborado por PwC, España pasó de producir 38 series en 2015 a 58 en el 2018 y con una previsión de 72 en 2020, meta que ahora mismo está en suspenso debido a la crisis sanitaria mundial.

De todas maneras, esa escalada generó ingresos por USD 4 462 millones en el 2018. Las proyecciones para este año estimaban una contribución de USD 880 millones al PIB, más USD 216 millones, si el país se consolida como centro de producción. Ese horizonte es cada vez más cercano desde que HBO trasladó el rodaje de ‘Juego de Tronos’ a distintos puntos de la geografía ibérica y ahora que Netflix decidió establecer en Madrid su primera sede de producción en Europa.

Desde que Netflix publica las 10 series y películas más vistas en la plataforma por país, en Ecuador es común encontrarse con una producción española en esa lista. Por ese ‘ranking’ han pasado series como el drama de época ‘Las chicas del cable’, el thriller de suspenso ‘Toy Boy’ o el drama de suspenso ‘Élite’.

Entre las preferencias del espectador ecuatoriano también constan largometrajes como ‘Hogar’, un thriller que narra la historia de un hombre que se infiltra peligrosamente en la vida de una pareja que vive en su antiguo departamento o ‘La trinchera infinita’, un drama de época que se inicia cuando estalla la Guerra Civil española y sigue la historia de un hombre que permanece en un pequeño escondite durante 30 años.

A la ficción y la historia se suma ‘El hoyo’, un filme de ciencia ficción premiado en festivales como Toronto, Goya y Sitges y que marca el debut de Galder Gaztelu-Urrutia. Cuatro paredes, un protagonista y un reducido número de personajes secundarios son suficientes para que el director ponga en escena un espectáculo de terror y violencia, que además trasciende en una crítica social y política, que expone el lado más oscuro de la humanidad. Metáfora visual, cuyo parecido con la realidad actual lo mantuvo en el primer lugar de la lista durante varios días de esta cuarentena.

Hoy la industria audiovisual en España y el resto del mundo se enfrentan a un nuevo desafío, en medio de la pandemia de covid-19. Lo más probable es que las próximas series y películas, las españolas entre ellas, resurgirán en un nuevo contexto social como un espacio que ayude a dimensionar, comprender y reflexionar este punto de inflexión global.

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