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El quichua está en retirada y eso es una pérdida para todo el Ecuador porque, al final, somos la suma de muchas culturas y el retroceso de un idioma clave equivale a la desaparición de algo que nos une.
A veces, las buenas noticias consisten en la ausencia de malas noticias. En este caso, lo bueno es que la economía no se está contrayendo.
El ajuste fiscal es tímido. El gasto de los primeros ocho meses del año es sólo 4% menor que en los mismos meses del 2017. Y las reducciones han sido donde es fácil reducir el gasto. Pero ahora viene lo difícil, tanto por los meses que se avecinan como por el tipo de gasto que hay que cortar.
El Ecuador está recibiendo un importante influjo de migrantes venezolanos. Los principios centrales que deberían guiar nuestro comportamiento hacia ellos son la generosidad y el orden.
@Vicente Albornoz El consumo de gasolina súper creció desde inicios de siglo hasta diciembre de 2011. Mientras tanto, el consumo de extra nunca paró de crecer. ¿A qué se deberá esa divergencia? Los detalles dan luces sobre le tema. El consumo de las dos gasolinas empezó a aumentar después de la gran crisis del 2000 y ambas cayeron levemente a inicios del año 2003. Luego de eso, la demanda de los dos combustibles volvió a crecer rápidamente hasta fines del 2011, fecha en que el consumo de súper empezó a caer. Pero el consumo de la extra siguió creciendo sin parar. En diciembre del 2017 el consumo de gasolinas extras había llegado al impresionante nivel de 94 millones de galones, pero el de gasolina súper se había contraído a 18 millones (todo esto con información del Observatorio de Energía y Minas). El fuerte crecimiento del consumo de combustibles se debe a una mezcla de un precio estable con una economía en expansión, a lo que debe sumarse un (muy posiblemente) boyante contrabando ha
El gobierno está sin plata. Necesita generar más ingresos y una manera de hacerlo es subiendo los precios de los combustibles. Y una manera de no hacerlo es pidiendo permiso antes de subirlos.
Es difícil imaginarse el día a día en Venezuela, pensar cómo será sobrevivir con esa inflación de 1’000.000% (un millón por ciento) que ese país tendrá hacia fines de año. Más complejo aún es imaginarse cómo sobreviven los venezolanos dentro de ese caos económico.
El capitalismo es un sistema económico lleno de empresas privadas cuyo objetivo es ganar dinero. Esa frase es real y suena horrible, pero contradice la realidad, porque precisamente este sistema tan egoísta es el que más bienestar ha creado para una mayor cantidad de personas en toda la historia de la humanidad.
En cuatro años, la población del Ecuador creció en un millón de habitantes. Y en el mismo período, el empleo creció en una cantidad similar. Hasta ahí, todo bien. El problema es que entre lo uno y lo otro hay toda una revolución ciudadana capaz de crear empleos de mala calidad, incluso después de la mayor bonanza económica de la historia ecuatoriana.
La inversión en el Ecuador, entendida como aquellos “bienes que permiten producir más bienes”, es escasa y, sobre todo, mala. Y ambas cosas se explican, al menos en parte, por la mala política económica de la década pasada.
El nivel de actividad económico del Ecuador es artificialmente alto. Lo artificial es que sólo puede mantenerse tan arriba si llegan créditos externos. Si se quiere cortar (o si se corta solito) el endeudamiento, la economía tendrá que achicarse.
“Te sumiste en sus engaños, sin pensar que algunos años después te iban a pasar factura”, dice Sergio Sacoto en su última canción, que tiene el mismo título de este artículo.
El Ecuador ha tenido excelentes leyes para frenar el despilfarro del gobierno. El problema es que esas leyes no se cumplieron o fueron derogadas porque, en esencia, no iban a funcionar sin el consenso necesario. Pero hoy parecería que finalmente hay un consenso alrededor del tope del 40% del PIB para la deuda pública, por lo que en este momento parece recomendable mantener ese límite.
En enero 2007, primer mes del gobierno de Correa, el Ecuador produjo 517 mil barriles diarios. Diez años y unos meses más tarde, en mayo 2017, último mes de Correa, se produjo 533 mil barriles diarios. En números redondos, la producción se mantuvo estable en todo ese período y eso es escandaloso.
La ley prohíbe al Estado endeudarse para pagar gastos corrientes. Esa norma, que a primera vista suena tan, pero tan sensata, tiene un defecto: es muy difícil de aplicar. Por eso algunos nos hemos opuesto a su misma existencia, no porque la norma sea mala, sino porque es (o era) virtualmente imposible de implementar.
Mañana serán dos años de que la tierra tembló con furia y mató a 663 personas en Manabí y Esmeraldas, además de dañar la infraestructura y los edificios de las dos provincias.
El Ecuador tuvo la oportunidad de entrar de lleno al Siglo 21, pero la desaprovechó porque quienes nos gobernaban no tenían claro lo que significa la modernidad y, si algo lograron, fue darnos un “Siglo 20 repotenciado”. Pero eso no es una buena idea, ni en productos de segunda mano, ni en siglos.
En la década entre 2007 y 2016, el gobierno tuvo ingresos extraordinariamente altos. Pero los malgastó de tal manera que el progreso social en esos años fue limitado y, sobre todo, fue menor que en los años anteriores, cuando el precio del petróleo no era tan alto ni lo corazones tan ardientes.
El año pasado el gobierno central gastó USD 24,347 millones. Y casi un tercio de ese gasto lo financió con nuevos créditos. Para ser exactos, tres de cada diez dólares gastados provinieron de nuevo endeudamiento. Y a pesar de eso, el equipo económico sigue negando que haya un inmenso problema fiscal.
Imagínese que usted es el presidente de la república y por ahí le oye a algún economista que dice que hay problemas serios y que hay que hacer ajustes. Por otro lado, sus colaboradores le dicen que todo está bien y que no hay razón para andar pensando en ajustes que podrían dañar a su popularidad. ¿A quién le haría caso?