@Vicente Albornoz
El consumo de gasolina súper creció desde inicios de siglo hasta diciembre de 2011. Mientras tanto, el consumo de extra nunca paró de crecer. ¿A qué se deberá esa divergencia?
Los detalles dan luces sobre le tema. El consumo de las dos gasolinas empezó a aumentar después de la gran crisis del 2000 y ambas cayeron levemente a inicios del año 2003. Luego de eso, la demanda de los dos combustibles volvió a crecer rápidamente hasta fines del 2011, fecha en que el consumo de súper empezó a caer. Pero el consumo de la extra siguió creciendo sin parar.
En diciembre del 2017 el consumo de gasolinas extras había llegado al impresionante nivel de 94 millones de galones, pero el de gasolina súper se había contraído a 18 millones (todo esto con información del Observatorio de Energía y Minas). El fuerte crecimiento del consumo de combustibles se debe a una mezcla de un precio estable con una economía en expansión, a lo que debe sumarse un (muy posiblemente) boyante contrabando hacia los países vecinos.
Y en el precio está la explicación para las divergencias con la tendencia al alza, porque la pequeña caída a inicios del 2003 se debe a que la última vez que hubo un aumento significativo del precio de los combustibles fue, justamente, en ese mes.
También la contracción de la demanda de súper está conectada con el precio que, desde el 2011 han sufrido ciertos aumentos, aumentos en algunos casos muy pequeños, pero que han dado la señal a los consumidores (y a los contrabandistas) de que deben abandonar la súper e ir a alguna de las extras.
Porque sustituir un producto caro por uno barato es algo casi innato a todo ser humano y, si bien la gasolina extra no es lo mismo que la súper, la reacción casi instintiva es irse por la más barata.
Considerando toda esta información histórica, lo más probable es que, si se quita el subsidio sólo a la gasolina súper, lo único que ocurrirá es un aumento en la demanda de extra. El problema es que el subsidio por galón de gasolina súper es de 85 centavos y de extra es de un dólar. Es decir, al país se conviene no quitar el subsidio a la súper porque es todavía más caro el aumento del consumo de extra.
La única manera de no generar distorsiones tan absurdas como esa sería ajustar los precios de todos los combustibles. Pero claro, hacerlo requeriría de una audacia que no está en el ADN del Gobierno y aceptarlo requeriría una madurez política que el país no todavía no ha alcanzado.