El Ecuador ha tenido excelentes leyes para frenar el despilfarro del gobierno. El problema es que esas leyes no se cumplieron o fueron derogadas porque, en esencia, no iban a funcionar sin el consenso necesario. Pero hoy parecería que finalmente hay un consenso alrededor del tope del 40% del PIB para la deuda pública, por lo que en este momento parece recomendable mantener ese límite.
El famoso tope del 40% apareció por primera vez en la Ley de Responsabilidad Fiscal del año 2002, claro que acompañada de dos normas adicionales, dos ‘reglas macrofiscales’. La primera era un límite al crecimiento del gasto público y la segunda era una reducción progresiva de déficit no petrolero del gobierno. El problema es que ambas disposiciones fueron derogadas en el 2005 cuando Correa era ministro de Finanzas y la única restricción real que sobrevivió fue el límite de la deuda.
Si no se hubieran derogado las dos disposiciones arriba mencionadas (límite del crecimiento del gasto y reducción del déficit no petrolero), al año 2015 se hubiera acumulado ahorros, según un cálculo anterior, de USD 40 840 millones y sin que la deuda crezca ni un sólo centavo. Habría habido, por lo tanto, ahorros como para evitar crisis como la del año 2016.
Pero las dos disposiciones en cuestión no sólo que fueron derogadas, sino que el Congreso fue aplaudido cuando lo hizo. Se nos vendió ideas falsas como que esas disposiciones priorizaban el pago de la deuda, que ahorrar era para tontos, que era mejor construir una carretera que ahorrar, etc. Por cierto, a Odebrecht le encantó lo de “carreteras”.
En resumen, esas ‘reglas macrofiscales’ no sobrevivieron porque el país no tenía conciencia cuan importantes eran; no había el consenso necesario para que una ley no sea derogada o respetada.
Pero la realidad cambió. Hoy tenemos claro cuán dañino puede ser un gobierno desbocado en su gasto y cuán necesario es tener ahorros para enfrentar las crisis. Hoy tenemos claro que mientras más dinero del petróleo gastemos, más dependientes seremos de ese crudo. Hoy, a diferencia de hace 10 años, tememos claro que ahorrar no es un pecado y hay un consenso de que estaríamos mejor si se hubiera respetado el límite de 40%.
Es vergonzoso, pero el límite ya se sobrepasó y la única manera de salir del hueco en el que nos puso el gobierno anterior es con algo más de deuda. Pero la norma no debería cambiar. Sólo debería haber una regla transitoria que indique el camino que debe seguir la deuda hasta que se llegue al viejo tope de 40%.
Se puede poner otras normas macrofiscales o revivir las antiguas, pero tenemos que encontrar la manera de mantener ese consenso del 40%, uno de los pocos que tiene el país en manejo fiscal.