A veces, las buenas noticias consisten en la ausencia de malas noticias. En este caso, lo bueno es que la economía no se está contrayendo.
Lo ideal sería que el Banco Central reporte un gran crecimiento económico, pero ante la ausencia de eso, al menos nos informan que la economía está creciendo lento, pero que no está achicándose.
La información publicada por el BCE dice que el PIB del Ecuador del segundo trimestre de este año fue 0,9% superior al del segundo trimestre del año 2017. En otras palabras, en el transcurso de un año, la economía creció en ese pequeño porcentaje. Pero creció.
Evidentemente 0.9% es un porcentaje bajo, que además está por debajo del crecimiento de la población. En otras palabras, el número de comensales (la población del país) creció más rápido que el “pastel” (manera de describir el PIB). Es por eso que el pedacito del pastel que le corresponde a cada ecuatoriano promedio es hoy más pequeño que hace un año, o sea, hubo una caída del PIB per cápita.
Pero, al menos, el PIB total no cayó, lo cual tiene algo de inusual, porque el Ecuador lleva cuatro trimestres consecutivos en que el gasto público ha caído. Y tener un PIB que crece, a pesar de que el gasto público se contrae, es inusual para nuestro país, al menos desde que en el 2007 la economía se volvió totalmente dependiente de lo que el gobierno gastaba.
Gracias al maltrato que sufrieron los productores durante el gobierno anterior, la inversión privada se contrajo y de esa manera el gasto público quedó como único motor de la economía. Y desde el 2007, cuando el gasto caía, la economía se contraía. Eso sucedió, tal cual, en 2009 y en 2015.
Hoy, ante el insostenible tamaño del gasto público, éste tiene que caer. Es más, ya viene cayendo desde el tercer trimestre del año pasado. Y claro, si siguiéramos en el modelo económico de la revolución ciudadana, estos cuatro trimestres consecutivos de caída del gasto deberían haber causado una recesión (una fuerte caída de la producción ).
Pero no, esa caída del gasto sólo ha producido una desaceleración de la economía, es decir, crecemos lento, pero no retrocedemos. Por eso, si bien el modesto 0,9% de crecimiento no debería considerarse como una buena noticia, en este caso la ausencia de una recesión es algo positivo.
Pero claro, no todo es color de rosa. El BCE no sólo que publicó el dato de crecimiento más reciente, sino que corrigió, para abajo, algunos datos pasados. Así nos enteramos que en el 2017 el crecimiento fue menor del originalmente anunciado y que incluso al inicio de este año estábamos creciendo más lento de lo que dijo el BCE. O sea, en época de consultas populares se dieron noticias que después resultaron ser demasiado optimistas.
Pero alegrémonos: la economía crece (y no se contrae).