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No han pasado ni dos meses del terremoto del 16 de abril y la ayuda para los damnificados de Manabí y Esmeraldas ha empezado a decaer. La presencia de los voluntarios también ha disminuido lentamente.
Algunos empresarios del sector turístico de Esmeraldas reconocieron hace pocos días que la mala calidad de sus servicios, los altos precios y la falta de una buena infraestructura han ahuyentado a los turistas de sus playas desde fines del año pasado.
No hay argumentos que dejen satisfechos a los turistas que debieron emplear hasta ocho horas de viaje para llegar a Quito, luego de tres días de descanso por Semana Santa.
Sin caer en lo cansino, la preparación de los habitantes para afrontar una posible erupción del volcán Cotopaxi es vital y no existe ninguna excusa para frenar los planes de prevención.
Luego de atravesar el sistema de puentes aparece una Esmeraldas convertida en caos. Esa buena impresión que se tiene al recorrer uno de los viaductos se borra de inmediato.
La apertura del Parque Nacional Cotopaxi para las actividades turísticas no significa que las condiciones del proceso eruptivo del volcán hayan cambiado o disminuido.
Los habitantes de las poblaciones de Armero y Chinchiná, cercanas al volcán Nevado del Ruiz (Colombia), nunca creyeron que el coloso erupcionaría. Tampoco las autoridades.
El gran desastre que dejó el fenómeno de El Niño entre 1997 y 1998 no sirvió de mucho aprendizaje para las autoridades, en especial las seccionales.
La finalización del estado de excepción, decretado el 15 de agosto por el Gobierno, no significa de ninguna manera que la emergencia por el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi haya pasado.
En Latacunga se hace dinero con el miedo de los habitantes que viven en las zonas de riesgo y amenazados por la posible erupción del volcán Cotopaxi.
Si bien el ministro coordinador de Seguridad, César Navas, aseguró que “no se ha callado la voz del Instituto Geofísico” para dar información sobre el estado del volcán Cotopaxi, en la práctica los hechos muestran todo lo contrario.
La época invernal que está por terminar evidenció que no estamos preparados para enfrentar la crudeza de un posible fenómeno de El Niño.
La noche del viernes último, en la víspera del feriado de Carnaval, las vías de salida de Quito estuvieron casi intransitables, por la alta cantidad de viajeros que decidieron descansar fuera de la capital ecuatoriana.
Si se comparan las cifras de accidentes de tránsito en el país desde el 2011, el año pasado hubo la mayor cantidad de casos: 24 759. En la Agencia Nacional de Tránsito hay información estadística disponible hasta noviembre.
La presencia de los jubilados en Cuenca, especialmente estadounidenses, comenzó en los últimos 5 años. Ahora son 3 000 parejas.
El cierre total de la vía Alóag-Santo Domingo, ocurrido ayer, 5 de marzo, evidencia la falta de una solución a largo plazo. Lo mismo sucede con la Calacalí-Los Bancos, que también estuvo cerrada.
Seguridad, calidad del transporte público, tránsito, empleo para jóvenes, producción, medioambiente, la relación con el extranjero o el regreso de los migrantes son algunos temas que la gente pide que se tomen en cuenta en esta campaña electoral. Nos están diciendo "estoy aquí, tómenme en cuenta".