La noche del viernes último, en la víspera del feriado de Carnaval, las vías de salida de Quito estuvieron casi intransitables, por la alta cantidad de viajeros que decidieron descansar fuera de la capital ecuatoriana.
La enorme movilización, que en el sector de Tambillo, sur de Quito, se transformó en un trancón de más de media hora de espera, puede tener dos explicaciones. La primera, la efervescencia de cada rincón del país, incluso el sitio más pequeño, por mostrarse e impulsar sus atractivos, no solo como destino sino también su cultura, gastronomía y forma de vida. El ecuatoriano se siente atraído por cada nuevo destino que le presentan.
Semanas antes del inicio de este feriado, prefectos y alcaldes del país se fueron de campaña, para promocionar sus ciudades y provincias de la Sierra, Amazonía y Costa.
Por ejemplo, el prefecto de Morona Santiago, Marcelino Chumpi, recorrió los medios de comunicación de Quito, tanto impresos como canales de TV. En cambio, el Alcalde de Guaranda fue a Guayaquil, donde se presentó con comparsas y brindó su comida típica. También lo hicieron los alcaldes de Cayambe y de San Miguel de Bolívar, por mencionar algunos ejemplos.La segunda explicación es que el ecuatoriano quiere conocer más sobre su país y no pierde la oportunidad para recorrerlo. Entonces, las campañas de la autoridades se convierten en una buena estrategia para que el turista nacional obtenga información de primera mano sobre los destinos que promociona. Ahora, un aspecto importante en esta efervescencia de hacer más turismo es el servicio. Si promocionamos y cautivamos al ecuatoriano para llevarlo a las playas, la selva o los rincones andinos, lo mejor que podemos ofrecerle para su estadía son los buenos servicios. No solo de hospedaje, agua, alimentación, limpieza y vías, sino también calidez y hospitalidad. Solo así podemos superar las cifras de viajes, que en el Carnaval del 2014 fueron 1,13 millones, según el Ministerio de Turismo.