No hay argumentos que dejen satisfechos a los turistas que debieron emplear hasta ocho horas de viaje para llegar a Quito, luego de tres días de descanso por Semana Santa.
Tampoco entienden cómo es que una vía tan transitada como la Alóag-Santo Domingo no cuente con un plan de emergencia, sobre todo para las épocas de feriado.
La vía colapsó el domingo 27 de marzo, por el volcamiento de un camión cargado con gas y nadie pudo actuar con rapidez para solucionar el problema.
Lo que sucedió con esa carretera es que los administradores no tienen ese plan, pese a que conocen claramente que por allí transita toda clase de automotores, especialmente de carga pesada.
Los turistas pudieron haberse evitado el tortuoso viaje si se decidía que durante el feriado no circularan los vehículos con carga, como se lo ha hecho en otras ocasiones. Eso ha funcionado y ha hecho más placentero el retorno, porque se ha evitado ir a la cola de los camiones.
Tomemos en cuenta que solo una parte de la Alóag-Santo Domingo tiene cuatro carriles y comienzan en el tramo de la parroquia de Tandapi con dirección hacia la capital. Mientras que bajando a la Costa solo hay dos carriles, donde se forman cuellos de botella, como a la altura del poblado de Alluriquín y en la salida de la ciudad de Santo Domingo de los Colorados.
Ese domingo, la alternativa que se ofreció a los usuarios fue que tomaran la vía Santo Domingo-Los Bancos y fue una buena opción, pero también se congestionó. Y ya en la ciudad de Los Bancos todo fue un caos.
Los funcionarios de la Prefectura de Pichincha, que maneja la Alóag-Santo Domingo, han dicho que es la primera vez en cinco años que ocurría esto; es decir, que ya sabían que podía pasar otra vez.
Hasta cuándo, los usuarios de esa carretera debemos sufrir viajes tortuosos, sea por este tipo de accidentes o por los daños que siempre tenemos en el invierno.