La presencia de los jubilados en Cuenca, especialmente estadounidenses, comenzó en los últimos 5 años. Ahora son 3 000 parejas.
Desde entonces, la demanda de servicios de alimentación, médicos, hospedaje o de bienes inmuebles ha crecido. La oferta no ha ido al mismo ritmo y eso se ha traducido en un mayor costo en el sector de bienes raíces, alimentación y atención médica.
La llegada de los extranjeros a la capital azuaya puede ser vista como una desventaja para los cuencanos, pero en realidad ha sido todo lo contrario. Económicamente, la ciudad se ha dinamizado en el comercio, pequeños negocios y el turismo; en lo social y cultural también hay cambios.
Ya en el aspecto económico, las mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos muestran que de entre cinco ciudades del país, Cuenca es la que menos desempleo tiene. En el primer trimestre del año esa cifra fue del 3,23%.
Este dato es considerado algo histórico y en ese fenómeno también ha influido la migración, pues se calcula que 300 000 azuayos están en EE. UU., principalmente.
Uno de los factores que puede explicar el bajo desempleo es porque los jubilados no solo han llegado con los USD 2 000 mensuales -mínimo- de sus jubilaciones (otros reciben más de USD 5 000), para gastarlos en turismo. También, se han dedicado a invertir y crear negocios.
Estadounidenses y europeos han puesto bares, restaurantes, hoteles, algunas librerías y una inmobiliaria.
Los cuencanos no se han quedado cruzados de brazos y más bien a las desventajas las convirtieron en oportunidades. Ellos, igualmente, le han apostado a los negocios, pero pensando en lo que les gusta a los extranjeros. De ahí que los nuevos negocios -en su mayoría- son de cuencanos.
Si ahora hay precios altos por la mayor demanda y poca oferta, entonces el Municipio es un actor importante en este fenómeno. Puede articular condiciones que favorezcan a los inversionistas para satisfacer esas nuevas necesidades.