La guerra interna declarada para someter a los carteles de narcotraficantes requiere de ingentes recursos. Nadie lo duda. Lo importante radica en poner en práctica la mejor opción para cumplir con ese objetivo, la que no empeore la precaria situación económica de una mayoría de ecuatorianos.
La duración de la guerra es incierta, debido a las causas originarias que dieron lugar al actual escenario de la conversión del Ecuador en distribuidor de la droga a los centros mundiales de gran consumo: las luchas violentas por el dominio de los mercados, el enrolamiento en las bandas de jóvenes sumidos en la pobreza, el debilitamiento del Estado y su corrupción, y la falta de estrategias nacionales y regionales a largo plazo que permitan gobernar la internacionalización de grupos criminales. Ecuador ha sido una víctima de las débiles redes de cooperación intrarregional.
El libre ingreso de personas sin el debido control de los antecedentes judiciales exacerbó los factores estructurales que hicieron del país el centro adecuado de distribución de la droga: el abandono del Estado a las poblaciones víctimas de precarias condiciones económicas y sociales, y el relegamiento a un segundo plano de las políticas sociales, que causó el crecimiento de la pobreza y el desempleo.
El papel del Ecuador como distribuidor de la droga se explica por su ubicación geográfica entre Colombia y Perú, los dos mayores productores de cocaína del mundo. Ecuador era un país de tránsito.La utilización de los puertos ecuatorianos fue clave para el lanzamiento de la droga hacia Europa.
El tráfico de drogas transita desde la miseria campesina de los países productores, los Andinos, desprovistos de medios para ejercer actividades productivas de sustento, y desemboca en las metrópolis del consumo –Estados Unidos y Europa-, en donde se amasan las grandes fortunas. Junto a la droga existen negocios colaterales: la venta de armas, la trata de personas, el lavado de activos. La racionalidad de la economía de mercado se impone con su preferencia por el lucro y el beneficio, a costa de los graves problemas sociales que causa.
La economía del narcotráfico se sustenta en la fuerza de la demanda, es decir que la producción tiene sentido si existe consumo. Por ello la política mundial antidroga debe ser de control y reducción de su consumo en los grandes mercados de destino.
La problemática es multifacética. Considerarla como de seguridad nacional, con políticas represivas, soslaya una serie de problemas económicos y sociales. En los últimos años Ecuador se ha convertido en un país acosado por la violencia de los cárteles.
El crimen organizado solamente puede ser combatido, en el largo plazo, con políticas públicas que alimenten un modelo de seguridad humana que haga frente al fenómeno de manera integral. La necesidad de recursos para financiar la guerra interna contra el narco tráfico no puede dejar de sopesar las consecuencias que deberán afrontar quienes en forma secular han sido llamados asoportar el peso de las crisis.
Está en ciernes el aumento del IVA y su impacto en el costo de la vida. Se ha optado por la solución más fácil pero injusta.